Objetivo: La Casa Blanca

Uno cuando se dispone a ver esta película se imagina que va a ver una panfleto y una propaganda de como ser el perfecto americano. De como unos terroristas extranjeros (en este caso coreanos) quieren acabar con ese estado de bienestar que vive el país. De como alguien intenta salvar a su país ya que es considerado el gran héroe americano.
Pero también un espera ver una película de acción con unos grandes efectos especiales, y una trama que por lo menos entretenga y te distraiga con cada escena de combate y acción.
"Objetivo: la Casa Blanca" es mucho de lo primero pero poco de lo segundo. Es decir, es un panfleto americano pero que aburre bastante. Salvo algunas escenas de acción muy bien rodadas y montadas, el resto es bastante aburrido y deshechable.
Una trama que cuenta con las típicas escenas de la bandera de Estados Unidos destrozada, con esa música melodramática mientras se enfonca caras de ciudadanos llorando al observar la situación que vive su país; son ejemplos de que se trata de una historia muy vista y trillada, que no sorprende.
Sinceramente, yo esperaba que por lo menos los efectos especiales fueran buenos. Pero para mi sorpresa no son nada sobresalientes. Uno ve que no son muy creíbles y eso hace que chirríe todo un poco más. Junto con una fotografía bastante anaranjada en el atardecer que no resulta para nada creíble.
La película está dirigida por Antoine Fuqua; un director que me encantó en "Training day" o "Shooter". Pero en esta ocasión no está para nada acertado.
Aun así se rodea de varios actores (algunos muy buenos) para atraer al público. Gerard Butler, Aaron Eckhart, Morgan Freemnan o Angela Bassett no consiguen salvar a esta historia que está destinada a destruirse igual que el monolito de Washington que destrozan al comienzo de la historia.
En fin, una película que no convence y que solo cuenta con algunas escenas de acción muy bien rodadas y montadas. Pero dichas escenas puntuales (sin ninguna carga emocional) no consiguen levantar un film que decepciona prácticamente desde el principio. Y eso es debido a que uno al ver los efectos especiales, intuye que la película no va ser muy interesante.

La filmografía de Antoine Fuqua siempre se ha dividido en dos ramas bien diferenciadas. La de realizador de thrillers de acción comprometidos, entregando obras como "Training day" (2001) o "Los amos de Brooklyn" (2009); y la de realizador de actioners sin más aspiración que ser un pasatiempo, con cintas como "Shooter (El tirador)" (2007) o la que hoy nos ocupa "Objetivo: la Casa Blanca". Son dos vertientes muy dispares, que duda cabe, pero ambas tienen una cosa en común: la efectividad de Fuqua como realizador. El mayor inconveniente de "Objetivo: la Casa Blanca" son las dudas del cineasta a la hora de determinar en que liga ha de jugar el film, dudas que el espectador intuyo no tendrá. Para jugar en la liga del entretenimiento puro y duro la película se toma demasiado en serio a sí misma, y ahí se atasca. Teniendo una trama tan, llamémosla estereotipada, y un desarrollo tan, llamémoslo excesivo, a la obra le vendría de maravillas mucha menos trascendencia y bastante más camaradería. Pero Fuqua opta por la magnanimidad, para desgracia del lote. "Objetivo: la Casa Blanca" es una cinta que recuerda, irremediablemente, a "La jungla de cristal" (John McTiernan, 1988); un referente dentro de este tipo de propuestas. Pero Antoine Fuqua no termina de entregarse a ese modelo, quedándose a las puertas. A Gerard Butler también le queda mucho para alcanzar el nivel de socarronería y carisma de Bruce Willis, pero eso es otra historia.
"Objetivo: la Casa Blanca" también sufre de un villano tan poco carismático que hace que no podamos tener en cuenta todas sus maldades. Parece mentira que un film con un casting tan interesante, sobretodo en los secundarios, haya descuidado tanto la elección del malo de la función.
En resumidas cuentas, "Objetivo: la Casa Blanca" es un actioner entretenido y bien filmado al que las constantes dudas en el tono le condenan más que su poca originalidad o lo desmesurado de la propuesta.

El ímpetu nacionalista "americano" se aprovecha de los totalitarismos para afianzar un argumento. El argumento es el siguiente: nosotros somos buenos contra los malos del mundo, y la Patria somos nosotros. En realidad ese argumento es un argumento populista, cierto cine estadounidense es populista y conservador a la vez (en el caso de que hubiese alguna división entre esos dos conceptos, que no la hay). Si la vemos como una película de acción para hacer gala de nuestro ocio, se deja ver. Particularmente, si sabía de qué se trataba antes de verla, hubiera elegido otra película.

El cine de los '90 nos dejó ya una buena ración de cine de acción palomitero cuyo único propósito era hacérselo pasar lo mejor posible al espectador y desconectar durante dos horas. Películas de consumo rápido y fácilmente olvidables. Desde que llegó la era digital parecía que el cine de acción había entrado en crisis hasta ¿la agradecida? recuperación de las viejas estrellas por parte de Stallone en "Los mercenarios".

Quizás sea disfrutable y apetecible el intento por recuperar este cine en "Objetivo: La Casa Blanca", el problema es que bebe de unas fuentes tan reconocibles que nos chafa el experimento desde el principio. ¿Cómo no recordar durante el visionado las películas del otrora incombustible John Mcclain, o aquella frikada del presidente de los EEUU con metralleta en mado de "Air Force One"? Todo lo hemos visto ya, y posiblemente mejor hecho. Aquello que hace 20 años nos llamaba la atención y nos parecía incluso novedoso, hoy en día no aguanta la más mínima comparación.

La única novedad que nos puede ofrecer un film como este es presentarnos a los terroristas, su rocambolesco plan de ataque y demás reivindicaciones, porque el resto copia a veces sin pudor plano por plano su referente más inmediato, "Jungla de cristal". Mientras que en ésta de ahora un guión imposible avanza a trompicones con unas ganas enormes de que se resuelva todo y muestra una acción atropellada, en aquélla de Bruce Willis se planteaba una historia sólida, un guión algo más elaborado, una presentación más interesante de los personajes, se desificaba una acción más creíble hasta el clímax final y conseguía mantener el interés en de todas aquellas circunstancias que acontecían durante toda una noche.

Algunos creerán que los espectadores no tenemos memoria y pensarán que las salas de cine sólo la llenan adolescentes ávidos de adrenalina que olvidarán fácilmente. Pues no. Tenemos memoria, ya no somos adolescentes y queremos productos de calidad. Antoine Fuqua ya dirigió buen cien de acción, como "Trainig Day" y una que pasó bastante desapercibida, "El tirador", para mí, superior a ésta que nos ocupa. Incluso "El rey Arturo" me parece una joya comparada con "Objetivo: La Casa Blanca". Pese a todo, la película no engaña a nadie, uno ya sabe lo que va a ver y como puro divertimento sin plantearse demasiadas cosas es soportable.

La película tiene acción, explosiones y actores conocidos que, sumados a un guión algo genérico pero efectivo, la hacen ideal para verla cualquier día que necesites algo "ligero", para pasar el rato. El "pero" que no le hace alcanzar una buena nota son las incongruencias del guión y la (a veces excesiva) simpleza del mismo. Bueno, y de los personajes, claro... ¡que son muy estadounidenses!

En definitiva, recomiendo su visionado a cualquier persona aburrida que disfrute el cine de acción y quiera entretenerse durante un rato. Es la típica película en la que nadie comenta los fallos del guión porque se dan por hecho en su categoría. Al usuario medio de Filmaffinity no se la recomiendo a no ser que algún macho lleno de testosterona como los que se ven en la película le haya quitado sus gafas de pasta de un guantazo, quizás merecido: solo en ese caso podrá apartar por un segundo las películas iraníes sobre la cría de cabras y aventurarse en algo menos complejo.