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¿Qué fue de Baby Jane?

Drama Las hermanas Jane y Blanche Hudson fueron estrellas infantiles de Hollywood, pero sus carreras siguieron trayectorias muy distintas. Mientras que Jane, al crecer, fue olvidada por el público, Blanche se convirtió en una actriz de éxito. Tras un misterioso accidente de coche, Blanche quedó postrada en una silla de ruedas al cuidado de su hermana Jane, que disfruta atormentándola. (FILMAFFINITY)
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Críticas 117
Críticas ordenadas por utilidad
3 de julio de 2018
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupenda Joan Crawford, y estupendo retrato de la América de los 60, donde la grandeza de Hollywood ha quedado en un pasado que no volverá. Muy interesante el secundario que es contratado para tocar el piano, personaje que me recuerda un poco al mismísimo Ignatius de La conjura de los necios. Un guión tramposo y cogido por los pelos en cuanto a credibilidad. La trama y la lógica de los acontecimientos es forzada, especialmente en cuestiones de coincidencia de situaciones.
Willy M Romero
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11 de abril de 2008
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca la tensión, el suspense y la angustia me habían atenazado tanto al ver una película.

Que mal se pasa y se disfruta esta excelente película, precisamente por las situaciones tan macabras y rocambolescas a las que nos obliga el espectador a vivir, gracias a unas intrepretaciones brillantes como pocas que la dotan de un (su?)realismo que te va atrapando. No tiene nada que envidiar al mejor Hitchcock.
Una similar y que me impactó igual fue Misery.
Muy recomendable.
Jimi
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19 de diciembre de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra de esas películas, que nos recuerda lo efímera que es la fama, lo cual, no me gusta. Por lo que se de cine, que no es poco, estas dos no se podían ver. La única ocasión en la que Davis y Crawford coincidieron, fue como rivales en este film, yo lo llamo casualidad poética. Ambas actrices desbordan de talento la pantalla, Joan interpreta a una sobria y seria actriz retirada por culpa de un incidente de coche. Bette, interpreta a la hermana corroída por la envidia hacia el permanente éxito de Joan. Un argumento muy adecuado para estas dos estrellas rivales. Aunque hay que decir, que Davis parte con desventaja en este duelo, en fin, es lo que le toca por hacer de mala.

VEDLA Y DISFRUTAD DEL ARTE DEL CINE
JohnKa
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8 de noviembre de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
330/41(30/09/20) Impactante film de terror psicológico producido y dirigido con intenso pulso narrativo por Robert Aldrich, teniendo entre sus potentes bazas el binomio homérico Bette Davis y Joan Crawford, dos actrices enemistadas en la vida real que llevan sus cuitas a lo meta-fílmico, y dio publicidad extra a la película que obtuvo gran éxito comercial y crítico, nominada a 5 Oscar, gana uno al Diseño de Vestuario en b/n. El guión de Lukas Heller (“Doce del patíbulo”) basado en la novela homónima de 1960 de Henry Farrell, la trama sigue a una antigua actriz que mantiene cautiva a su hermana parapléjica ex estrella de cine en una vieja mansión de Hollywood, tiene en su fase final un ingenioso giro de argumento que hace ver la historia desde otro prisma. Trata temas como la no asunción del fracaso que lleva a ser juguetes rotos, el síndrome de Peter Pan, la decadencia, los celos, el peso lapidario del tiempo, la envidia, la penitencia, y todo en un cóctel que nos lleva a la locura. Un desarrollo in crescente de pesadilla muy malsana, con intriga, actos malsanos, sadismo, suspense, asesinatos atroces, delirios de grandeza, surcando una atmósfera malsana con odios cruzados, en una película ecos claros a “Sunset Boulevard” (1950) y a “Psycho” (1960).

Tiene la película dos prólogos. El primero en 1917, nos presenta a la estrella infantil Baby Jane Hudson y su padre vendedor ambulante, interpretan un acto de vodevil popular, cuando acaban vemos que Baby Jane es una niña caprichosa y malcriada (cual raíz de lo que es en el presente), mientras la hermana de Jane, Blanche, se mueve entre bastidores. “Algún día serás tú quien reciba toda la atención”, le dice su madre a Blanche, y cuando nos ponemos al día con la pareja en 1935, tiene razón. Sus fortunas se han invertido, Blanche es una gran estrella de cine, y aunque Jane también está en el cine, es solo porque su empleo continuo es parte del contrato de estudio de su exitosa hermana. Pero luego hay un horrible accidente automovilístico en la mansión familiar, que deja a Blanche confinada a una silla de ruedas.

Son dos mujeres que viven en un mundo de recuerdos, ancladas en el pasado. Comenzando con una Blanche que disfruta con sus viejos laureles en cine, pero esto provoca los celos fulgentes de la hermana. La cinta se sumerge en un ambiente claustrofóbico cuasi teatral en su frugalidad de escenario, donde las escaleras forman una grieta cuasi-sangrante física y mental para Blanche. El principal marco es la residencia de las hermanas, donde la angustia y la zozobra se van elevando gradualmente mediante las acciones de Baby Jane sobre la inválida Blanche, desde requisarle la correspondencia, quitarle el teléfono, prepararle platos de comida macabra, encerrarla, y más y más. Donde Blanche intenta combatir su calvario con recursos que Aldrich despliega con gran tensión como la nota que lanza por la ventana, o la tensa bajada pos las escaleras para telefonear.

Asimismo el director maneja situaciones con gran suspense dramático, como todo lo concerniente a la criada Elvira (buena Maidie Norman), ella sospecha de Jane e intenta ayudar a Blanche, terminando todo en una cruenta escena fuera de plano, abrasante; También está la subtrama de cuando Baby Jane pretende volver a escena, y contrata a un (amanerado) pianista inglés, Edwin Flagg (notable Victor Buono), un adulador que anhela tener el trabajo, pero se encuentra con la dantesca escena del cuarto de Blanche.

Baby Jane es una mujer mayor que sufre tremendo infantilismo, tanto que se maquilla de modo estrafalario, poniéndose el rostro blanco cual marinado, con una peca falsa, lleva rizos ridículos cual Shirley Temple, y viste con vestiditos de niñita. Tan pueril es su mente que las barbaridades que hace parece en su cabeza no sean más que travesuras, una alcohólica manipuladora, tiene una envidia malsana por el éxito pasado de su hermana, a la que ‘cuida’ a su manera. Vive en una realidad paralela en la que cree que puede regresar a los teatros con números de niña. Con una actuación majestuosa de Bette Davis, mimetizándose con esta sociópata, con momentos delirantes en su turbación como cuando canta frente al espejo “I've Written A Letter To Daddy”, o cuando entona con el pianista (con un efecto hiperrealista cuando se ven los focos de un escenario teatral), para la posterioridad su rostro final en la playa, con ese baile trémulo. Davis creó su propio maquillaje para el papel de "Baby Jane" Hudson, el director Robert Aldrich dijo que coincidía estrechamente con su idea para el maquillaje grotesco del personaje, pero tenía miedo de sugerirlo para no ofender a Davis. Destaca una escena en particular. "Baby Jane" Hudson baila frente a un espejo, cantando la melodía de una canción que una vez fue famosa por cantar, "He escrito una carta a papá". No puede apartar los ojos de sí misma mientras se desliza por la pantalla, una visión de quién fue una vez; Blanche es la contraparte a la dureza y cinismo violento de Baby Jane. Una mujer que vive postrada en una silla de ruedas dependiente de su hermana para todo, dulce, comprensiva, e intenta manejar a su hermana desde el entendimiento, pero colapsará ante ello. Jane Crawford está muy bien en su rol poco agradecido ante el volcánico de la Davis, pero sabe dar réplica desde la mesura, desde una contención que habla por sí desde su rostro gradualmente ajado, ojeroso, cadavérico.

Fotografía en glorioso b/n del oscarizado (“Lo que el viento se llevó”) Ernest Haller, maneja arsenal de recursos atomizan dramatismo e intensidad, con picados, grúas, contrapicados, primeros planos abrasivos, subjetivos, planos holandeses, fueras de plano vigorosos jugando con la reacción del rostro que ve la acción, detallista, claustrofóbica en la semioscuridad de la casa, impresionante labor; Frank DeVol (“El beso mortal”) es el compositor de la música, con melodías ominosas, góticas, disonantes, crea estado de ánimo acongojante, con orquestaciones de metal y cuerdas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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11 de junio de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película fuerte. No para espíritus simples. Es sofisticada y amargante. Es muy dura. Un duelo interpretativo de altura entre dos grandes actrices que, además, no se llevaban nada bien en la realidad, se tenía celos, se pisaban papeles, hablaban mal una de la otra, etc.
A mi siempre me ha gustado más Joan Crawford que Bette Davis. Pero ambas son excepcionales.
La locura, la maledicencia, el terror, la maldad, la soledad, el fracaso. La persona es capaz de todo, de lo mejor y de lo peor. Un terror psicológico, nada de gore, nada de sustos, nada de monstruos, nada de eso. Todo está en la cabeza y en la maldad de las personas. La disección de la personalidad de las dos hermanas es perfecta. Una celosa (Jane) compulsiva que esconde sus penares y sus penurias amargándole la vida, y la comida, a su hermana (Blanche), que fue una estrella del cine de los años treinta. Jane fue una estrella infantil que brillaba con luz propia mientras que Blanche escondía su remordimiento por no ser ella la protagonistas de las atracciones infantiles que les preparaban sus padres. Las tornas cambiaron, la estrella de Jane se apagó, mientras que Blanche comenzó a brillar. Hasta que Jane atropelló a Blanche a la puerta de la casa en la que conviven solas y sin nadie.
Victor Buono es el pianista que pretende triunfar con Jane en su vuelta al teatro de variedades. Tiene algo de "El crepúsculo de los Dioses", de Wilder, aunque este personaje es más delirante, más enloquecido. Aquel era más cerebral, mucho más peligrosa, aunque menos violenta que ésta, que sí es capaz de todo en un arrebato de locura, pero no infunde tanto terror profundo.
Los celos infantiles llevados hasta la locura en la madurez. La construcción de la personalidad desde postulados poco firmes, con flexibilidades morales y éticas lleva a madureces traumáticas, distorsionadas. Mi patria es mi infancia, suelde decirse, y es verdad. Aunque no es es propósito del director, las infancias de los niños estrella, en cualqueir género, llevan a vidas problemáticas.
Aldrich es un gran director, con obra estupendas y señeras. Grandes éxitos comerciales y de crítica, ambas cosas. Un grande, definitivamente un grande.
ÁAD
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