El hundimiento

Aires de pesadilla que nunca parece acabar, los últimos días del reich... La interpretación de Ganz es impresionante pero ni mucho menos la única grande de la película.
Es larga pero de otra manera no sabría mantener ese ritmo que la caracteriza.
Las mismas secuencias de obstinación-desesperación fatalmente conducen hacia el desenlace. Los que orquestan la realidad, encerrados abajo, no huelen la sangre que corre fuera y su locura cada vez les repliega más sobre sí mismos.
Y un rigor que echo en falta en la mayoría de las películas históricas.

Así lo explica esta producción alemana del año 2004, El Hundimiento. Narra con todo detalle los últimos momentos del líder alemán Adolf Hitler y de su ejército, lo que trajo consigo el fin de la II Guerra Mundial.

La acción se recrea en Berlín, concretamente en el búnker de Hitler, refugiado allí para desempeñar sus planes de ataque contra el ejército aliado. Allí lo acompañan su esposa Eva Braun y varios militares, médicos y secretarias afines al régimen.

Es sorprendente ver la genialidad con que se recrea el fin del imperio alemán, pero más aún, ver como se antepone sobre cualquier recreación histórica la interpretación de Bruno Ganz. Este desconocido para nosotros actor alemán es capaz de recrear todas y cada una de las características propias del führer aleman hasta el punto de llegar a inspirar miedo al espectador y entre los propios miembros de la película, como así afirmaba Oliver Hirschbiegel, director de la misma, dada su genial transfiguración.

Una película que desde el punto de vista histórico, proporcionará muchísima información y desde el punto de vista interpretativo destacará por ese Hitler de Ganz a la par que mostrará esa vena de radicalidad y fanatismo de los seguidores del líder, interpretados por el resto del reparto, y el "incomprensible" amor de una esposa, Eva Braun (Juliane Köhler), dispuesta a defender y apoyar las ideas de un monstruo, el cual llego a ser para muchos en aquella época(y tristemente para algunos aún hoy día) un dios.

La Berlín abatida, que da sus últimas bocanadas, es un teatro esperpéntico y sus actores, un elenco postizo de resignados. El último cubil nazi se transforma en una Versalles decadente con un rey, ya descabezado, que sigue impartiendo órdenes a súbditos atónitos. Hitler ejerce con una dignidad que es metáfora.

Notable cinta de origen Alemán, para recordar que no sólo las producciones de Hollywood, pueden llegar a tal calidad, esta cinta de Hirschbiegel, vino acompañada con el cartel de polémica, por las reacciones causadas en su estreno en Alemania; sin embargo al verla se ve que dicha polémica es meramente superficial, puesto que no se pretende realzar un pro - Nacizmo ni un pro - Americanismo, sino se trata de reflejar con la mayor exactitud histórica los hechos que ocurrieron en los últimos días de vida de Hitler, a tal grado que de lo que podría ser un documental, puesto que dicha historia en los últimos 62 años es ya bastante conocida, surge una cinta plagada de espectaculares interpretaciones, crudas escenas y una ambientación que raya con la perfección.

Si bien es cierto el argumento cae en lo ya conocido y difundido por diversos medios de comunicación, es decir en Berlin de 1945, se libra una de las batallas más sangrientas y crueles de la Historia de la Humanidad, las pocas y diesmadas fuerzas alemanas que en su gran composición son civiles y en muchos casos como se advertirá en la escenas inciales son niños, tratan de detener el impetuoso avance de las tropas rusas, que las superan en armamento y numero de soldados; no obstante ello, esta película le imprime algo adicional, ello se puede obervar en diversas escenas, en las cuales se retrata con suma crudeza pero sin perder el sentido artístico: la devoción y fanatismo de los pocos defensores que aún quedan hacia su Fuhrer y su convicción de una victoria que parece por demás imposible; cerca de ahí se observa en el refugio de Hitler como se ve acechado cada vez más por las tropas sovieticas y aquí juega un rol importante tanto las actuaciones hartamente imperdibles, sobretodo la de Bruno Ganz, en el papel de Hitler, al borde de la alienación, colérico y frustrado, condenando a la desaparición al pueblo alemán, comandando ejércitos inexistentes, ante lo cual su séquito sólo atina a esperar su suicidio y por otro lado se debe de observar la ambientación que se le da al refugio, en todo momento lugubre y angustiante y es allí donde se dan las escenas más crudas de suicidios y homicidios, sobretodo la que realiza Magda y Joseph Goebbels a sus hijos y posteriormente él y su esposa.

En suma cuenta con un argumento harto ya conocido, se ha realizado una película de gran calidad, yendo más allá del simple documental, enriquecida por las actuaciones de sus intérpretes y creando un perefecto balance entre lo artístico y la crudeza producto de que se desarrolla en plena postrimería de la segunda guerra mundial.

Así acabó el Tercer Reich prisionero de su demoníaco creador, encerrado en un bunker con sus más estrechos colaboradores, agonizando y mostrando un orgullo miserable y despiadado con cualquiera que no mostrase lo que ya era una patología, aferrándose ya no a un clavo ardiendo, porque era imposible cualquier posibilidad por remota que fuese de victoria, sino a una terquedad que entraba de lleno en el más absoluto surrealismo.
Gran radiografía del director alemán Oliver Hirschbiegel, mostrando sin ningún tapujo ni escrúpulo los últimos días de la Alemania nazi.
La película tiene una perspectiva desde su secretaria personal, una joven escogida personalmente por el Führer, donde va conociendo la amargura que rodea al nazismo lo inhumano y la sinrazón de su gente en que ella se ve envuelta y desengañada, de donde ella quisiera irse...