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El hundimiento

Drama. Bélico Berlín, abril de 1945. La guerra está sentenciada, pero en las calles de la capital del Reich todavía se libra una encarnizada batalla. Adolf Hitler (Bruno Ganz) y sus fieles se han atrincherado en un búnker. Entre ellos se encuentra Traudl Junge (Alexandra Maria Lara), la secretaria personal del Führer. En el exterior, la situación se recrudece. A pesar de que Berlín ya no puede resistir más, Hitler se niega a abandonar la ciudad y, ... [+]
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Críticas 181
Críticas ordenadas por utilidad
22 de julio de 2006
184 de 226 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hundimiento nos habla:

- Sobre la humanidad de lo deshumanizado (sí señor@s, Hitler era una persona, con todo lo horripilante que ello implica), así como la deshumanización de la humanidad.
- Sobre la decadencia y el fracaso de lo insostenible.
- Sobre la incapacidad de reconocer los propios errores.
- Sobre la irracionalidad humana.
- Sobre la desconcienciación de grandes sectores de la juventud y otros colectivos de la sociedad.
- Sobre las distintas formas de afrontar un cambio de estas características: luchar por la vida; dejarse morir disfrutando de tus últimos instantes; suicidarse apáticamente; morir matando.
- Sobre lo absurdo de sobrevalorar sentimientos como el honor, la patria o el orgullo.
- Sobre el sinsentido del comportamiento humano.

Sobre una película brillante que muestra todas estas cosas con sencillez, contundencia y buen oficio.
art7
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5 de febrero de 2010
156 de 187 usuarios han encontrado esta crítica útil
La SGM no la perdieron los alemanes en el Alamein, ni en Stalingrado, ni en Normandía ni en ninguna otra batalla de ingrato recuerdo para ellos, la perdieron en la construcción de su propia casa. Para edificar un edifico sano, robusto, perdurable, es necesario ladrillos y pilares consistentes que sean de fiar, y desde el primer momento Hitler estuvo rodeado de traidores, arribistas, advenedizos y falsos aduladores. ¿Cómo puedes pensar en ganar la guerra si el jefe de los servicios de inteligencia (la Abwehr) el almirante Canaris le decía a Franco en secreto que no entrara en el conflicto porque Alemania no podría ganar jamás, todo ello a finales del 41? Y suma y sigue con Rudolf Hess, Goering, Rommel, Himmler… El árbol nazi tenía tantas manzanas podridas que a la menor posibilidad optaron por jugársela al Führer. Aunque toda regla tiene su excepción: Goebbels, un hombre de una lealtad en política que pocas veces se ven, y mucho más cuando las cosas se han puesto tan feas.

Tal y como dice en “El hundimiento” Bruno Ganz en su papel de Hitler, debería haber hecho como Stalin y haber fusilado a todos muchos antes. En contra de lo que se piensa, Hitler fue un hombre demasiado confiado con su entorno cercano, mucho más que cualquier dictador que se nos venga a la mente. Tenía un sentido de la camaradería, casi familiar. Esto me recuerda que cuando al psiquiatra Carl Jung le encargaron analizar la escritura de Hitler, concluyó que predominaba en él un instinto claramente femenino. Eso explica que podía ser una “madre” con los suyos, con gran sensibilidad (recordar que prohibió que el marisco fuera cocido a fuego lento para que no sufriera), mientras que fuera de ese núcleo familiar (que sería el pangermanismo) se mostraría duro e impertérrito.

Anécdotas al margen, la película de Oliver Hirschbiegel es uno de los mejores filmes europeos de la década, postulándose como un ejemplo de lo que debe ser abordar un tema histórico moralmente complejo pero con objetividad científica. Esto ya no se ve. Desde hace mucho hay que subrayar quién es quién para que todo sea políticamente correcto.

Hay una cosa que no me gusta de la película. No soporto la introducción de la anciana Traudl Junge dando explicaciones y excusas. Si los alemanes hubieran ganado la guerra hubiera aparecido en un documental diciendo lo orgullosa que estaba de aquellos años, los mejores de su vida. ¿Cómo no vas a aceptar un trabajo de secretaria del Führer? Y de señora de la limpieza también. El arrepentimiento –si es que viniera al caso, que no veo por qué, es una administrativa ni el doctor Menguele- sólo tiene valor en tanto en cuanto la situación de privilegio se mantenga, una vez las tornas han cambiado y lo que era bueno pasa a ser malo, denota únicamente capacidad de adaptación y ganas de sobrevivir, lo mismo que han hecho las ratas toda la vida, pero no implica ningún mérito moral en cuanto al discernimiento.
vircenguetorix
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11 de julio de 2006
100 de 111 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es la mejor película de guerra que he visto, pero el mejor Hitler que he visto. Y que no se me malinterprete: me refiero al trabajo que hace Bruno Ganz. Por expreso deseo, esperé a ver la película hasta que se estrenó en DVD, para poder escucharla en alemán, con subtítulos, y no me arrepentí. El doblaje en castellano no es que esté mal, pero sí muy lejos de llevar la sensación de fiera acorralada que el actor alemán imprime a Hitler. Por decirlo de otra manera: Bruno Ganz, en esta película, ES Hitler, y, hasta donde sé por lo que he leído, no lo es porque le imite sin más, lo que lo hace aún más meritorio. Si en los Oscar de ese año hubo una película capaz de hacerle sombra a la representación española, fue esa.
Como tengo la suerte de conocer a un berlinés cuya madre vivió en la capital prusiana toda su vida, he podido contrastar con él lo que sucedió en aquel inmenso campo de ruinas. La gigantesca morgue berlinesa, realmente, existió, tal y como aparece la ciudad en la película. Los rusos hicieron muy bien su trabajo, que no era otro que vengarse, y es lo que se refleja aquí. Eso sí, no aparece nada en la película sobre las cientos de miles de alemanas violadas; sólo muertos y heridos por doquier, pero ilustra bastante bien lo que fue uno de los episodios de más espantoso sufrimiento de la población civil durante la guerra que terminó en el 45.
Los persoonajes que acompañan a Hitler también están a la altura, desde la secretaria a la propia Eva Braun (me parece la segunda interpretación más notable de la película, y eso que el papel es secundario). El sonido es impresionante, y no podía serlo menos cuando apenas hay un par de minutos sin escuchar explosiones o tiros. Esa mezcla de orgía, muerte y locura que representan muchos SS da el toque surrealista ideal para aquel deleznable régimen de opereta. Es cine europeo, con un director europeo, pero con las trazas de una superproducción norteamericana. Genial, terrible, imprescindible.
Marco Antonio Rodríguez Porcel
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23 de diciembre de 2006
63 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impresionante película sobre los días finales de Hitler y de su imperio militarista. El papel que hace Bruno Ganz es enorme, nadie como este actor había logrado nunca interpretar a Hitler con tal perfección, pero de igual manera está genialmente conseguido el realismo de todos los personales, su idiosincrasia y del ambiente en torno al Führer, etc. Película de gran calidad que si hubiese sido hecha en EE.UU., contaría sin duda alguna con tres, cuatro o más oscar concedidos por la Academia de Hollywood.

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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16 de marzo de 2009
43 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy rara vez Hollywood ha brindado algún retrato creíble de Hitler o de cualquier otra figura destacada de la Alemania nazi, si es que lo ha hecho alguna vez. La cinematografía de los Estados Unidos siempre optó por una postura absolutamente maniquea, mostrando a las tropas de su país como los héroes y a los alemanes como los monstruos que se regodeaban en la maldad. Olvidan (o no les importa) que manzanas podridas hay en cualquier bando, y que los malos, por lo general, no se aceptan como tales. Esta película, que no procede de Estados Unidos sino, precisamente, de Alemania, muestra al Führer y a sus colaboradores desde ese ángulo tan poco explorado. No es que se nieguen los crímenes cometidos en ese período tan tenebroso de la Historia, no es que Hitler y su entorno se vuelvan queribles. Sencillamente, uno entiende, aunque no comparta ni justifique, qué motivos los impulsaron. Hitler no se veía a sí mismo como un monstruo. Al contrario, iba a llevar a Alemania a la grandeza y al mundo a una nueva Era Dorada. El nacionalsocialismo era el sueño que se derrumbaba para angustia de quienes querían ese futuro para su país. Viendo a Hitler y al matrimonio Göbbels sufrir por ese sueño tan acariciado que se desvanece, uno no puede menos que lamentar que no hayan luchado, y más exitosamente, por una mejor causa. Porque uno, a priori, no le desea dolor a nadie, pero hay cosas inadmisibles. Y no obstante, uno se lamenta igual, y no sólo por el Führer y sus incondicionales, sino también por esta maldita Humanidad que tan poco acierto demuestra a la hora de hacer elecciones. Decididamente, un enfoque distinto.
EKELEDUDU
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