La historia interminable

Cuando uno ve "La historia interminable" tiene la sensación de estar ante una película distinta y muy pero que muy particular. Porque esta creación de Petersen huele a algo extraño con tintes cercanos a la obra de teatro y que es en sí misma una fábula con gran moraleja a sus espaldas. Es un cuento que se nos narra como si fuéramos unos niños a los que se quiere conquistar con una gran dosis de imaginación en la que todo nos sabe a deliciosa fantasía y donde los personajes, las criaturas más variopintas y los paisajes más extraños desfilan ante nuestros ojos sin prejuicios ni ataduras. Es como atizarle a una piñata y dejar que todos los espumillones, caramelos, confetis y demás sorpresas de su interior caigan sobre nosotros para conquistar nuestros sentidos. Porque esta peli está pensada precisamente para eso, para que no perdamos ese lado infantil que nos permite soñar ingenuamente con la parte más fantástica de nuestra imaginación.

Nada de tener los pies en el suelo como dice el padre de Bastian. Aquí se nos ha invitado a tirar a la basura el aburrido vicio de normalizarlo todo para evitar caer en un mundo de rutina exenta de magia y esperanza. Quizá ese sea por desgracia el ciclo normal de la vida de una persona. Nacemos en un mundo que al principio nos resulta desconocido y extraño a todos los niveles y que nos invita a explorar cada rincón y fantasear con cada cosa que descubrimos. Pero por desgracia esta parte de nosotros se va perdiendo conforme crecemos y cada vez hay menos cosas que nos puedan sorprender o conquistar para acabar cayendo en un agujero de conformismo y vulgaridad, en una Nada que se acaba tragando el sentido que tuvieron tiempo atrás nuestros héroes, nuestras ilusiones, nuestros mundos y nuestros deseos. Joder, ¿quién no soñó de pequeño con ser algo increíble de mayor, con viajar a determinado paraíso o con conocer algo o a alguien maravilloso? Es triste cumplir años y darse por vencido o dejar de tener sueños que nos remuevan por dentro. Quizá cuando hayamos alcanzado ese punto de difícil retorno sea el momento ideal para apoyarse en un niño que nos haga recuperar nuestras ingenuas inquietudes y nos haga sentir realmente vivos por dentro. Alguien que nos retorne a la infancia y que nos devuelva las ganas de vivir de verdad. En definitiva, una Historia Interminable de fantasías renovables que se pierden con cada niño que se convierte en adulto y que renacen con cada nuevo niño que viene al mundo.

Hoy en día esta película se puede percibir anticuada porque sus efectos especiales y su parte visual han envejecido bastante mal y por ello es fácil que a la gente joven no le guste. Todo se percibe muy artificial, con personajes fantásticos de cartón piedra sin una gran animación que les permita rebosar expresividad a raudales y con escenarios más propios de una tarima de teatro. Pero si nos dejamos llevar por lo que cuenta y obviamos esta parte técnico-artística, la película no puede ser más bonita y cautivadora. Sencilla en la forma y compleja en el fondo, te hará sentir un niño más, o lo que es lo mismo, te hará sentir un héroe más.

La película en sí es una adaptación libre de una homónima novela de Michael Ende. Aunque en realidad, de acuerdo a quienes leyeron el libro, la película sólo narra la primera parte; además, cuenta con muchas licencias artísticas. Todo ello hizo que Michael Ende terminara renegando del filme.
Antes de ver cualquier película es necesario saber claramente qué tipo de filme vamos a ver o a qué género o subgénero pertenece; de este modo podemos saber o bien, tener alguna idea de lo que debemos y no debemos esperar. La película está destinada al público infantil, aunque también hay ciertos simbolismos difíciles de entender para un infante. Es una historia amena, la que cumple el principal objetivo del cine: entretener. Sin dudas, es la mejor de la trilogía.
Con respecto a las abundantes licencias artísticas y las diferencias con el libro, quienes lo hayan leído son libres de opinar como lo estimen pertinente.

Vi esta película en las navidades de hace unos 15 años, entonces yo tenía 10, era muy inocente y me gustaban las películas que daban pie a imaginar mucho; pero, por desgracia, hae quince años yo no tenía internet y probablemente esta página web tampoco existía.

Volví a visionar la película en DVD y me parecio aburridilla, pasaba demasiado rápida por los detalles. Debo decir que, entre mis dos visionados, leí el libro y éste si que me gustó bastante.

Le doy el 5 porque es un clásico, porque hay que verla ya que todo el mundo tiene que ver ciertas películas, pero hay que verla de chico o, si tienes hijos, con ellos, para que sepan transmitirte lo buena que es la cinta.

Cuando era pequeño, solía ser una de mis visiones preferidas por antonomasia. Me encantaba Fújur, ese perro volador de color rosa y que siempre salvaba la vida a Atreyu. Me fascinaba esa Torre de Marfil y esa Emperatriz Infantil que, a la postre, tan importante es en la película. El mundo que aquí se ve, era para mí de una riqueza visual sin igual.

Llegó el verano de 2006. La que era mi chica por aquel entonces me dejó el libro, y yo tan contento porque por fín iba a conocer los secretos de una de mis películas preferidas. Pues a medida que el libro se acababa, más me daba cuenta de que se había cometido una verdadera brutalidad con esta película. El libro, una pasada. Y la película, un destrozo. Bien es cierto que luego se hicieron varias partes de la misma, pero la cantidad de invenciones y de cosas inconexas con el libro que se muestran en este film, es inaudita.

Por tanto, si no has leído el libro, te encantará. Pero si lo has leído, pensarás que es basura integral.

Vivimos en un mundo mucho más cercano al imaginado por la mente enfermiza y temerosa de Kafka, a la previsora de Orwell o Huxley, que a la maravillosa e ideal que se esconde detrás de un muro con puerta verde de H.G. Wells.
Bastian (Barret Oliver) aborrece la escuela (en especial las matemáticas) y a tres de sus compañeros quiénes siempre lo persiguen para golpearlo, extraña a su madre fallecida y resiste al frío trato de su padre, ocupado en llevar adelante la casa y su propia vida. De esta manera, Bastian suele refugiarse en la fantasía de los libros, que proponen ficciones si bien no siempre puras y luminosas, más interesantes que los absurdos acontecimientos de la vida ordinaria. Hay reminiscencias en este film de mitología nórdica, como Gmork, que nos recuerda a Fenrir, el terrible lobo del Ragnarok; o "la nada", esa suerte de nihilismo, que barrerá al mundo, algo similar a los tres inviernos consecutivos que devastarán al mundo arrancando árboles, arrojando montañas por los aires y apagando las estrellas, y sumiendo al mundo en las tinieblas, según las Eddas.
Termino abajo.