Quemar después de leer

He leído en algunas críticas que esta película posee un humor inteligente. Personalmente, no he visto este humor inteligente por ninguna parte, sinó una película bastante simplona y absurda. Eso sí, la pretensión de los Cohen era esa, crear un argumento inteligente, audaz, cínico, con un humor ácido, y con ánimos de crítica hacia el servicio de inteligencia estadounidense, siempre partiendo de lo absurdo. Pero se queda en eso, una simple pretensión. Ni siquiera se convierte en una película absurda, llena de enredos, divertida...en algunos momentos aburre y el guión muestra unos vacíos considerables. Brad Pitt está puntualmente divertido, hace lo que puede. Los demás personajes no tienen ninguna consistencia, y George Clooney me parece pasado de roscas, sobreactuado. Creo que para hacer comedia no es necesario poner caras raras o comportamientos exagerados. En fin, que me sigo quedando con Fargo.

Espero que sea una de esas pelis que te gustan más la segunda vez que las ves.
Esas que te hacen más gracia cuanto más las ves, y que no importa que ya te la sepas, porque las situaciones son increiblemente graciosas y cojonudas y los personajes sencillamente únicos (véase El Gran Lebowski).
Porque cuando se acaba y tú intentas sacar cosas buenas de la peli tales como:
- Si bueno las situaciones algo de gracia tenían.
- Oye pues actúan bien.
- Se nota que está bien dirigida.
- ...
Pero tu te has aburrido como un mono, esperando esa chispa que no tiene y te quedas diciendo:
- ¿Pero que coño... es esto?... si me han timado...
SINOPSIS: Gente no muy lista promiscua, y poquico más.

"Quemar después de leer" es a "El gran Lebowski" lo que "No es país para viejos" fue a "Fargo", es decir, un buen intento, una aproximación a lo que fue una magnífica obra. Los Coen intentan recuperar el espíritu de "El Nota" en esta graciosa propuesta, pero no llegan. Una vez más se han quedado a mitad de camino, una mitad de trayecto que ya quisieran alcanzar otros.

En esta comedia dramática predomina la comedia, gracias en parte a Chad (Brad Pitt), un gracioso monitor de gimnasia, y a Osbourne Cox (John Malkovich), un ex agente de la CIA al que sin pretenderlo Chad y Linda Litzke (Frances McDormand) intentan timar. Estos son los tres mejores personajes, pero hay más protagonistas que entran en juego provocando un caos terrible por culpa de unas sencillas e inofensivas memorias que Osborne perdió.

Harry Pfarrer (George Clooney), casado con una famosa escritora, se acuesta con la mujer de Osborne Katie Cox (Tilda Swinton), pero también con Linda Litzke. Todo se complica como una clásica comedia de enredos, pero con el toque negro de los Coen.

"El gran Lebowski" es el referente al que hay que agarrarse para comparar esta película con alguna anterior de su filmografía, ya que es la que más puntos en común tiene. Sin duda "Quemar después de leer" está lejos de aquella gran obra, pero siempre es de agradecer que los Coen te hagan reír, aunque yo lo he hecho mucho menos de lo que me esperaba.

Le cuesta arrancar a la última de las Coen, como si la mayor tara fuese desprenderse de los cuatro Oscars de “No es país para viejos”. ¿Carpetazo con una comedia? En algunos momentos no parece ni siquiera de dicho género y si lo es, ¿no es demasiado negra?
Los rojos (hardbodies con sus polos… rojos) contra los intereses americanos y por supuesto el dinero por medio. No importa que tu compañero de trabajo, amigo y socio desaparezca, que el que podría ser el amor de tu vida y estaba ante tus ojos e ignorabas se sacrifique, que desperdicies la oportunidad de acostarte todas las noches con George Clonney. Lo importante es quitarte culo y tripa y ponerte tetas. ¡Viva el consumismo egoísta!

No hacía falta hablar de la CIA sino de Gran Hermano o los personajes que protagonizan la nutrida prensa rosa española aunque entiendo que el afán es construir una comedia menor sobre asuntos mayores.
Tiene destellos pero no deslumbra aunque la elaboración del gag más brillante merece un visionado: la silla de "tortura" placentera de Clooney quedará como un punto y aparte de una comedia a ratos funcional y a otros escasamente eréctil.

Los personajes mienten, espían, elaboran una falsa verdad de la que son presos. La CIA no sabe ni lo que hace pero lo hace. Los muertos se amontonan, nadie sabe ni qué país extradita o no extradita. La cosa es ganar pasta. Podría ser una parodia de “El buen pastor” pero se queda en una revisión poco ácida de una de espías y el vacío existencial de una sociedad que recurre a meetings, gimnasios y relaciones extraconyugales para dar algo de sentido a unas vidas… sinsentido…

Lo mejor: los pasillos de la CIA con esas ‘diferentes’ tonalidades de sonidos sobre el vacío

Ya era hora de encontrar un producto fresco, vigorizador, inteligente, que nos metiera de lleno en una historia de esas sin sentido que te hacen sonreír ante cada nuevo paso de los personajes, llenos de deseos que flotan sobre la esperanza y la frustración. Personajes que como todo ser humano tienen su perfil cara al mundo y otro oculto, y que se cruzarán con nervio y asombro.

Los hermanos Coen tienen un secreto y es que saben tratar al personaje, al personaje corriente y al menos corriente y darlos el punto fatídico de la norma que rige la existencia. Saben aguantar el plano a pesar de la incontinencia de estulticias en las que se desenvuelven. Por favor..., ese agregado cultural soviético, qué grande, que inmenso, que impresión de secretismo entre esos pasillos de la misteriosa diplomacia.

Un triunfo incontestable porque saben que el espectador está aguardando el momento, aguardando la explicación, disfrutando, asombrado de la confusión existente y de la confusión creada. ¿Es posible todo este enredo?

Los pasillos pulimentados y brillantes nos llevan ante unas explicaciones inconexas y no deseamos más que seguir avanzando en el entuerto y disfrutar, y que no se acabe nunca, como un circuito nervioso interminable, como un bucle del que disfrutamos. Es el secreto de los hermanos Coen, cómo decisiones de "asuntos triviales" entre personas corrientes y menos corrientes tomadas desde puntos distantes pueden crear una atmósfera intrigante de imprevisibles resultados.