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Historia del último crisantemo

Drama. Romance En el Tokio de 1885, Kikunosuke Onoue, hijo de un prestigioso actor, descubre desolado que es aplaudido únicamente por ser el heredero de su padre y que, en realidad, el público se mofa de sus interpretaciones. La única persona que se atreve a ser sincera con él es Otoku, la niñera de los hijos de su hermano. Pero precisamente por ello es despedida, y a Kikunosuke le prohiben verla por temor a los rumores que se desatarían por su ... [+]
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Críticas 29
Críticas ordenadas por utilidad
10 de marzo de 2014
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hablaré del aspecto técnico de esta obra de Mizoguchi, simplemente porque me parece un atrevimiento. Por lo tanto, hablando de la historia en sí, puede parecer la típica historia entre una persona de buena reputación que se enamora de otra que simplemente es una sirvienta, pero no es así. Desde el principio el guión esta encajado de forma milimétrica, por una parte está en juego el futuro profesional de Kikunosuke por insistir en ver a la persona que ama, una sirvienta de su familia, lo que es una deshonra para la misma, y por otra la felicidad al lado de Otoku frenada por ella para que no haya confrontaciones familiares. El desahucio paternofilial es irremediable y entonces es cuando ellos emprenden una aventura donde Kikunosuke empieza a aprovechar las malas críticas para mejorar como actor y poder volver a Tokio con la cabeza alta, con las dificultades y sacrificios que se avecinan para ambos para poder alcanzar sus objetivos.
Es una película absolutamente conmovedora, pero lo que más me impresiona de ésta es que la envuelve un romanticismo absoluto, toda la película está empapada por el amor de los protagonistas, pero sin ser empalagosa, es más, puede que sea una de las mejores películas románticas que he visto sin ver ni un solo beso entre los protagonistas ya que casi no hay contacto físico entre ellos. Es el amor en estado más puro.
PABLO
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6 de julio de 2018
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para entender esta película hay que entender la época en la que está basada, el significado e importancia del teatro kabuki de la época y la estúpida cultura del autosacrificio.

Historia del último crisantemo está basada a comienzos de la Era Meiji, aún muy cercana al final de la Era Tokugawa en la que expiró la clase samurái al ser derrocado el Shogun Tokugawa. Si a día de hoy en Japón aún existe esa peculiar cultura del sacrificio imagínense en 1888 cuando está basada esta historia. Hay que tener en cuenta datos importantes como la importancia de la clase social y el apellido de la época, que los hombres interpretaban el papel de mujeres porque éstas no tenían derecho a trabajar como actrices o la cultura machista de la época.

Kikunosuke es un actor kabuki aclamado por su apellido. Tiene un talento que no desarrolla por la constante inercia de todo su entorno de aclamarle como gran actor cuando realmente es un auténtico desastre y todos lo hablan a sus espaldas. Este joven vive como un gran actor derrochando el dinero en juegas y con geishas hasta que un día se da cuenta de que la gente no le dice lo que realmente piensa y esa misma noche la niñera de su hermano le abre los ojos con toda la sinceridad del mundo. Otoku, la niñera, pasa a ser el pilar imprescindible de Kikunosuke y se consagra en cuerpo y alma al joven actor para que éste llegue al estrellato.

Aquí entran en conflicto las ganas y el autosacrificio de Otoku y la desidia y la tendencia a rendirse de Kikunosuke, el ser hombre y ser mujer, el ser de la clase social más baja y el tener un apellido importante. Mizoguchi plantea un drama social de dos extremos absurdos, de la dependencia del ser humano cuando uno no se quiere a sí mismo. Ambos personajes no son nada el uno sin el otro. El sacrificio de Otoku la convierte en una gran mujer para un pequeño hombre como Kikunosuke, pero deja en evidencia que Otoku no es un ser humano completo y eso también es debido a la falta de libertad de las mujeres de la época. Así que se puede decir que esta es la historia de dos seres incompletos que necesitan del sacrificio de uno para hacer un único ser completo.

Como siempre, Mizoguchi hace un buen trabajo artístico con buenos planos e iluminación pero los personajes se me hacen muy planos y carentes de una constante evolución. Otoku no cambia en absoluto a lo largo de la película, algo que puede comprenderse debido a su devoción y firme intención de hacer que Kikunosuke triunfe como único propósito en la vida pero Kikunosuke nunca da muestras de avolución hasta bien entrado el final, donde tan sólo los aplausos y la ausencia de Otoku hacen modificar su conducta.

Aunque tiene una buena historia entre manos y buenos motivos y maneras para desarrollarla, esta película no me parece la obra maestra que se dice que es. Creo que si su director no fuese Kenji Mizuguchi le restaría algún punto siendo exactamente la misma película. Tiene buena fotografía pero no excelsa, buenos diálogos pero no excelsos, buenas actuaciones pero no excelsas, buenos personajes pero no inolvidables. ¿Qué la hace ser una obra de culto?. Que su autor se llame Kenji Mizoguchi con toda su trayectoria como cineasta y la costumbre de elevar a los cielos lo que antes se desterraba a los infiernos. Es una buena película, pero no excelsa. Hay escenas que se me hacen forzadas como la repentina explosión de Kikunosuke cuando es actor itinerante y por unos aplausos se le sube a la cabeza la "fama" y decide salir por la noche y agrede a Otoku. El fin de esta secuencia es demostrar que Otoku le sujeta siempre y permanecerá a su lado pase lo que pase a pesar del dolor que Kikunosuke la cause. El problema es que se ahonda poco en este tipo de secuencias y las escenas teatrales ocupan mucha parte del metraje, quitándole profundidad y tiempo de desarrollo a los personajes y a escenas que nos ayuden a comprender mejor el sentir de los mismos. Sé que no hay que ser muy inteligente para comprenderlos pero en mi opinión a esta película le falta esa chispa que le daba Akira Kurosawa a sus mejores dramas sociales y que las elevaba a la categoría de obra maestra.

Mi conclusión es que me parece lenta y le falta contundencia, le sobran minutos de algunas escenas que no dicen mucho y que no tienen la fuerza y el desgarro de otras tomas como cuando Otoku vuelve a su casa o la escena final. Aún así es una buena película de un grandísimo director que nos ofrece una filmografía espectacular.
Jab
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23 de agosto de 2007
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver una película como esta, para los que no estamos familiarizados con con el cine de Mizoguchi (es la primera que veo), es todo un reto. Son casi dos horas y media de cine japones rodado hace setenta años y con un ritmo muy pausado y contemplativo. Reconozco que en un principio la idea de verla me asustó un poco. Pero no hay nada como una historia de amor preciosa narrada con un gusto exquisito para dejarse llevar de forma casi incondicional. Y digo casi porque dos horas y media no deja de ser mucho tiempo.
La historia es de una sencillez aplastante, vista en muchas otras películas, en diferentes épocas y lugares. Un joven actor de escaso talento y nulo reconocimiento se enamora de una criada. Esto le lleva a alejarse de la vida familiar y profesional que tenía. Solo el amor incondicional de esa mujer le llevara, con el paso de los años, al éxito y reconocimiento profesional.
Kenji Mizoguchi narra la historia con una sutileza y una transparencia mas que notables. El lamentable estado de la imagen me impidió disfrutar más de una puesta en escena elegante y suntuosa dentro de un perfecto minimalismo.
Esta es una de esas ocasiones en que la expresión "darlo todo por amor" se queda corta. Mizoguchi se encarga de demostrarlo con la modestia de la que solo los maestros pueden hacer gala.
ernesto
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25 de noviembre de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Va para 80 años el día que Kenji Mizoguchi se puso a rodar una historia que él mismo sitúa a finales del siglo XIX y cuando la vemos hoy, aunque hayan pasado 130 años desde el arranque de lo que se nos quiere contar, nos congratula, o entristece, el hecho de que los sentimientos de los seres humanos no hayan variado. La hipocresía, la envidia y la iniquidad siguen imperando, pero el acto supremo de dar la vida por amor es el que sigue dignificando la condición humana y convierte en única verdad histórica las relaciones entre seres inteligentes; al margen de modas, culturas y convencionalismos.

Por eso los personajes de esta película son clásicos; y tanto el actor Kikunosuke, su ilustre familia y los seres que pululaban por el Tokio de 1885 y sus aledaños, no son si no figurantes de este gran retablo universal que titula todas sus obras como: "vida, amor y muerte" y en el que, efectivamente, todos somos títeres en manos del destino, la suerte o la casualidad, y donde dejaremos de ser de madera cuando nos rebelemos contra lo injustamente establecido y seamos capaces, como la niñera Otoku, de mantener nuestros pálpitos hasta el final y luchar por ellos.

Siempre me ha sorprendido de los creadores japoneses, que por lo general se dirigen a un pueblo muy domesticado y paciente, que pongan siempre el acento en la diferencia, y en la rebeldía, estableciendo allí la conducta ejemplar. Quizás esa sea la labor del artista, que casi siempre contradice la versión de la mayoría o, al menos, la de la oficialidad.
Sinhué
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20 de octubre de 2009
33 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha costado dios y ayuda terminar de ver esta película, e incluso he de reconocer que en los últimos diez minutos he apretado un poco el botón de "forward"... porque ya no podía más. Y que conste que he llegado hasta el final porque he parado la reproducción en repetidas ocasiones, a fin de estirar las piernas, recuperar el flujo sanguíneo, contemplar el cielo azul, jugar con el perro, admirar la sonrisa de un niño y, en general, acumular fuerza vital que me permitiese afrontar otra media hora de "Historia del último crisantemo".

Como buen demócrata-de-toda-la-vida creo en la presunción de inocencia, y por tanto no pondré en duda que los dieces a esta película son sinceros. Lo único que pediría es que, por favor, las personas que hayan derrochado tales puntuaciones a los pies del maestro Mizoguchi me envíen un mensaje privado explicándome sus razones de tú a tú. Porque, ojo: yo no pongo en duda que Mizoguchi fuese un maestro del cine, y por eso estoy viendo sus trabajos; de hecho, tengo el libro de Antonio Santos y es una auténtica delicia leer sus análisis después de ver las películas. Es sorprendente la atención al detalle de Mizoguchi, y los múltiples recursos cinematográficos que utiliza subliminalmente (especialmente el simbolismo de sus planos). Pero, claro, eso son cosas que sólo se pueden apreciar "a posteriori".

Una persona normal que se sienta en su butaca a tragarse las dos horas y veinte de "Historia del último crisantemo", ¿qué se va a encontrar? Una historia fofa sobre un actor de kabuki que quiere prosperar, un romance más frío que un carámbano, un personaje femenino más débil que un colibrí, escenas de teatro kabuki (que ya sabemos que muy divertidas no son), planos de gente moribunda hablando con vocecilla entrecortada que duran la friolera de cinco minutos... A diferencia de "Hermanas de Gion" (la que vi anteriormente), en ésta no hay casi nada que me haya resultado interesante. Pero dura casi una hora más.

{Ciclo de Kenji Mizoguchi, #2; ¿sobreviviré? No se pierdan el nuevo reality show, "Mizoguchi Survival Horror": doce personas normales son encerradas en una casa a ver toda la filmografía de Mizoguchi en bucle; la última que quede en pie gana. El que supere las pruebas semanales ganará un termo de café y dos metanfetaminas.}
KesheR
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