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Río salvaje

Drama América, años treinta. Chuck Glover (Montgomery Clift) es un funcionario del Gobierno del Valle del Tennessee, encargado de expropiar las tierras ribereñas, cuyos habitantes sufren con frecuencia los devastadores desbordamientos del río. El objetivo es, además de evitar catástrofes, construir una presa hidroeléctrica que garantice el progreso de la región. Pero ese proyecto exige la demolición de las viviendas de una pequeña población y ... [+]
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
19 de febrero de 2008
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran película que aunque se adentra en el comportamiento de la cultura norteamericana, también tiene un sentido común, en ese profundo sentimiento de luchar por lo que nos ha costado tanto conseguir, en el caso de Ella Garth, cada trozo de tierra y cada piedra luchando con su esposo durante toda una vida, y verlo destruir para darle paso al "progreso". Gran dirección de Elia Kazan, memorables actuaciones y un gran guión. En el caso de Montgomery Clift con una extraña y muy buena actuación talvez afectada por su turbulenta vida y este papel quizás le tocaba ciertas fibras de su vida.
En medio, una bella y vibrante historia de amor, no solo como un amor idealizado sino real, con las responsabilidades que se tiene al amar a una persona, los hijos, el trabajo, las diferencias sociales. Un salvaje río o salvaje la destrucción del hombre de su entorno natural. No debería mejor el hombre adaptarse a la naturaleza y no la naturaleza al hombre?

"Supongo que eso es
lo que Ud. considera progreso, ¿no?
Yo no, señor.
Arrancar el alma de las gentes
para convertirla en electricidad
no es progreso.
No en mi opinión.
No arrancamos almas, al revés,
damos la oportunidad de tenerlas.
Y no será sólo este pantano,
será uno, otro y otro más...
Pues a mí me gusta lo salvaje,
como la naturaleza dispuso."

"mi marido
bajó por este río
en un pequeño bote,
cuando no era
más que un niño.
Entonces, por aquí,
no había ni caminos.
Buscaba una isla.
Y se quedó con ésta.
Ese campo de ahí
estaba repleto de árboles.
Aquel otro de allí abajo
no era más que un pantano.
Él lo limpió.
Secó la tierra,
arrancó la vegetación,
taló los árboles.
Trabajó hasta morir
por esta tierra.
Y me dijo que nunca la dejase.
Y no lo haré."
Juan_Diego_GP
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2 de abril de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imposible moverse de la butaca en la hora y cuarenta y cinco minutos que dura. La Gran Depresión, racismo, caciquismo, salvajismo de los poderosos (y cuando pueden, también de los pobres), el mundo de antes que desaparece bajp el nuevo que lo inunda. Las mejores películas de Lee Remick son en B/N (días de vino y rosas, Anatomía de un asesinato, Chantaje contra una mujer), pero en esta por fin podemos ver el color de sus ojos y como estos dejan noqueado a Montomery Clift, que queda a su merced desde el primer fotograma en que aparece Ella. Elia Kazan firma una estupenda película.
Antonio José
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10 de julio de 2018
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tratando de ser breve, creo que el error de la película es querer abarcar demasiados temas sin concentrarse en uno. Lo más importante y, por lo tanto, sobre lo que más debería ahondar la película es la relación entre el personaje de Clift y el de van Fleet. Una relación de lo más interesante, de dos personas inteligentes pero con intereses completamente opuestos, que se molestan cada uno en el camino del otro y a la vez se percibe cierta admiración.

Pero todas las pequeñas "mini-historias" que se abren son realmente flojas. Como el romance entre Clift y Remick. Si juzgara la película por esa "historia de amor", mi nota sería mucho menor. Completamente a las apuradas, inverosímil e incapaz de provocar ninguna empatía. De hecho, el personaje que le dan a Remick es insoportable y estúpido, no tiene ningún sentido. Y se supone que debe caernos bien.

Cada tanto se amaga a opinar o tocar el tema de la esclavitud en varios aspectos, odio total, trato desigual, trato ¿bueno? pero apartado, etc... Pero en nada se ahonda. Mismo el personaje del prometido de Remick, aparece una vez, luego no aparece nunca más hasta que de pronto vuelve...

En fin, para mi la película debería ser de 4 horas para abarcar todo lo que quiere abarcar, o dejar de lado las historias secundarias y concentrarse más en su tema principal que es más que interesante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Nico
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5 de diciembre de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas de Kazan son intensas, persuasivas, algo solemnes y siempre con un trasfondo de amargura y resentimiento. En este caso además de la temática propia está el contexto de odio racial que subyace en toda la cinta. Estamos en Tennessee en 1933, los problemas racionales se suman a los que generan la modernidad, el cambio de era, de edad, de tiempo. Un mundo cambiante que se lleva consigo además una forma de vida, una forma de vivir, de ser americano. Una forma tan buena como cualquier otra, y los americanos respetan mucho cómo vive la gente, cómo cada americano es capaz de representar él sólo a toda la sociedad. Cada americano en su casa es un rey, y, como tal, debe ser honrado y respetado. Protegido y respaldado por el Gobierno y por tribunales.
Hay otros debates no expresamente mostrados. La esclavitud latente en el uso de mano de obra negra, las relaciones sexuales en una América todavía mojigata y pazguata, la gran depresión y sus terribles consecuencias -no es Las uvas de la ira, pero tiene un aire- y la intervención gubernamental en la vida de los ciudadanos, con sus normas, reglas y, por supuesto, con sus impuestos.
Aquí lo que se debate es si el ciudadano puede vivir como Americano al margen de la sociedad, sin pedirle nada pero sin darle nada. Como un ser libra, como un salvaje.
Una de las 17 películas de Montgomery Clift, y es la última suya que me quedaba por ver. Una guapa aunque algo apocada Lee Remick acompañan a la verdadera alma de la cinta, una Jo Van Fleet maravillosa en su papel. Salvaje, fuerte, de convicciones brutales y muy determinada en sus creencias. Actriz de pocas películas me ha parecido una brillante personalidad, intensa y sombría, de la que he visto más de las que creía.
La escenografía está muy cuidada, un guión inteligente y una forma de caminar en el desarrollo de la historia más que oportuno. Hay algo en la toma de decisiones que necesariamente asunta. A no todos por igual. Unos se justifican en unos motivos, otros en otros, naturalmente. Todos distintos, pero el miedo es similar.
Me ha gustado mucho. En realidad no hay película de Kazan que no me guste. No hay, en realidad, película de Kazan que no me parezca cercana a una obra maestra. Algunas lo son, otras se le acercan. Un director estupendo.
ÁAD
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13 de febrero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Para que Aragón sea grande, / hacer presas y pantanos". Son estrofas de una jota que se cantaba precisamente cuando Kazan estrenaba su película. Y suerte a aquellos embalses que se levantaron en España los años 50 y 60, no sé qué pasaría ahora con esta "pertinaz sequía".
Pero los pantanos anegan tierras, casas y pueblos que desaparecen. Y gentes que emigran contra su voluntad. "Escúpele al pantano" cantaba también unos años después Labordeta.
Alguno llevará al máximo la resistencia, como hará a anciana Ella Garth (Van Fleet) en su viejo rancho junto al río Tennessee cuando en los años 30 se construya una presa aguas arriba para regular las avenidas. Ella sola se enfrentará a las autoridades estatales con la exigua ayuda de unos hijos escasamente despiertos, su nieta Carol (Remick), joven viuda con dos hijos y un puñado de jornaleros negros.
Más poder del que parece en una nación que considera al individuo como el auténtico señor de su casa. De ahí que las autoridades traten por todos los medios de evitar un desalojo violento como propugnan los propios vecinos de la zona, "Déjelos que se ahoguen".
Y para resolver por las buenas el problema mandan a Chuck Glover (Clift).
Drama que aborda a la vez muchas cuestiones, demasiadas, lo que redunda en un guion zigzagueante que pasa de un asunto a otro dejando las cosas a medio resolver. Tenemos matriarcado, racismo, esclavitud, violencia, romance, ecología ...
Lo mejor el duelo que mantienen forastero y anciana. Sobre todo Ella, una mujer dominadora, telúrica, que es tierra, su isla en medio del río donde tiene dispuesta la sepultura con su lápida a la que solo falta la fecha de su muerte.
Enfrente un funcionario que poco a poco empieza a comprender las razones de la otra parte. A medida que transcurre la cinta vemos al personaje meterse dentro del actor, cómo Chuck empieza a parecerse a Clift: dubitativo, indeciso, atormentado. Es curioso, las dos veces que es golpeado por el salvaje gasolinero tiene las reacciones más afortunadas. Primero cuando acude borracho a conferenciar con la anciana despojado ya de su aire oficial de negociador, más humanizado. Al final, en medio del barro, se aclaran sus ideas en el plano sentimental y toma por fin una decisión.
En medio una viuda tremendamente bella enamorada a las primeras de cambio, pese a tener un pretendiente oficial en el pueblo. También cuentan las ganas que tiene de salir de allí. La parte sentimental, sin duda lo más flojo de toda la trama por su escasa consistencia.
Excelente la ambientación, colorido, paisajes, música. ¿Y la fotografía? Magníficos los retratos que nos deja sobre todo de esos "rostros impenetrables" de los peones negros.
Soberbia la interpretación de Van Fleet, muy por encima de los otros dos protagonistas.
Notable película muy recomendable que toca de refilón el tema de los pantanos, tan polémicos como imprescindibles.
Lafuente Estefanía
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