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A vida o muerte

Drama. Romance. Fantástico. Comedia El aviador británico Peter Carter, en su avión en llamas y a punto de estrellarse se enamora de la voz femenina que contesta a su mensaje de socorro. Parece que se ha salvado milagrosamente y encuentra a su interlocutora. Pero un enviado del más allá le notifica que está entre la vida y la muerte y que si quiere sobrevivir, tendrá que defender su caso ante un tribunal celestial. Simultaneamente a esta situación sobrenatural, un equipo ... [+]
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
16 de enero de 2008
33 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Narra la historia de un hombre que sufre un accidente y ve llegar su muerte. Su salvación dependerá de un juicio en el más allá...
Filme extraño, sugestivo, sobrecargado de planteamientos extremos, como gran parte de la obra de Powell y Pressburger.

Desgraciadamente, en A vida o muerte, los directores no consiguen conjugar su apasionado estilo con una narración mínimamente cohesionada o interesante. El intento de reflejar una disquisición abstracta sobre la vida y la muerte fracasa, se queda en una superficie pictórica y sólo logra que el tedio aflore por momentos ante la pedantería de la propuesta y ante su falta de ritmo.

Pobre, insulsa, carente de cualquier profundidad sólo llama la atención por su atractivo visual (inherente a sus realizadores) y por la inicial sorpresa que su planteamiento proporciona.
opera 0
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28 de agosto de 2020
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Michael Powell (1905-1990) y Emeric Pressburger (1902-1988), bajo el paraguas de su compañía de producción “The Archers” (Los arqueros), crearon algunas de las películas más innovadoras y creativas de los años 40 y 50.
La quinta de sus producciones es este maravilloso clásico, fantasía a caballo entre la vida y la muerte, rodada en color para las escenas de la vida terrenal y en blanco y negro para el supuesto cielo.

Tras un misterioso prólogo que nos muestra el universo, la película se inicia en mayo de 1945, con una escena extremadamente dramática que concluye con la muerte del protagonista -o no-, original comienzo de esta sorprendente película. Peter Carter es un poeta y piloto británico que vuelve de un bombardeo en Alemania. Su avión está averiado, su tripulación muerta y no tiene paracaídas. Por radio consigue hablar con June, una joven americana que trabaja para las Fuerzas Aéreas del Ejército de los Estados Unidos, en unos instantes mágicos que conmueven a ambos. Finalmente se estrella, pero se despierta en la playa. Aparentemente ha sobrevivido, pero en realidad todo ha sido un error de cálculo del cielo. En el momento en el que el cielo lo reclama Peter y June se han conocido y se han enamorado. Esto lo cambia todo, y como no fue culpa suya - “me he enamorado por culpa de su error”- piensa que el cielo le debe una segunda oportunidad. El cielo accederá a un juicio para decidir su destino.

Tanto la dirección artística de Alfred Junge –el habitual colaborador de los arqueros- como el trabajo de fotografía de Jack Cardiff son muy destacados, con una atractiva y original visión del cielo, muy influida por el constructivismo de William Cameron Menzies, con la famosa y fascinante escalera infinita hacia el cielo.

Powell y Pressburger se esfuerzan una vez más –es impresionante el número de obras maestras de los años 40 de este genial dúo- con una vuelta de tuerca argumental en esta original, atrevida, divertida e inteligente película, pura delicia para los finos paladares. que habla del poder del amor más allá de la muerte. Es sin duda la más romántica, en un sentido optimista del término–junto a “Narciso negro” (1947) que sería su versión más sombría- de todas sus películas y si en muchas de ellas dialogan pasado y presente con inaudita naturalidad, aquí vida y muerte dialogan con igual naturalidad.

La película es también un buen ejemplo del espíritu de colaboración británico americano durante la guerra también reflejado en su cine –ella es americana, él inglés-. Nunca David Niven estuvo más romántico que en esta película, que cuenta con habituales colaboradores de la cuadra de los arqueros como Roger Livesey -en el papel de doctor y luego abogado del reo-, un imponente Raymond Massey como fiscal del cielo, Kathleen Byron como secretaria del cielo y, como curiosidad, hasta una pequeñísima aparición de Richard Attemborough.

Como en todas las películas de Powell y Pressburger hay unas cuantas escenas para el recuerdo: además del hipnótico prologo y la escena del accidente ya citada, destaquemos la escena del descacharrante juicio. Por supuesto, como en todo su cine, la película está plagada de pequeños e infinitos detalles, que se enriquecen con un nuevo visionado –como que el juez del cielo sea quien opere al protagonista- y muchos otros detalles deliciosos.

Encantadora y delicada, romántica y divertida, esta era la película favorita de Michael Powell.

Un clásico eterno e inatacable.
Gould
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15 de marzo de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
80/13(10/03/21) Imaginativo y sugerente producción británica producida, dirigida y escrita a la limón por una mítica pareja de cineastas creadores de la compañía The Archers, el inglés Michael Powell y el húngaro Emeric Pressburger, para una historia que mezcla género bélico, fantasía y romanticismo, creando para la cinta un universo paralelo para los no vivos, que resulta lo más llamativo de la historia, fruto de una homérica dirección artística del germano Alfred Junge (“Ivanhoe” o “Narciso Negro”), creando un sub mundo grandioso en sus ampulosos decorados, ello en miscelánea con una primorosa cinematografía de Jack Cardiff (“La Reina de África”), que crea cromáticamente los dos mundos, el real en colores vivos (ejemplo es el rojo centelleante de los labios de June), y el celestial (nunca se dice sea el Cielo, de hecho no hay referencia alguna religiosa, en este sentido es aséptica, lo más cerca es un rol de piloto encarnado por Richard Attemborough que pregunta si es el Cielo y no obtiene respuesta), esto entrelazado en muchos momentos a unos eficaces efectos visuales (los congelados de personas; la escalera al cielo; la secuencia en que arranca en la sala del juicio; o esa visión en primera persona de la cerrada de párpados).

La película comenzó como un proyecto expresamente propagandista, Jack Beddington, director de cine del Ministerio de Información, preguntó a Powell y Pressburger durante el almuerzo, "No pueden ustedes dos pensar en una buena idea para mejorar las relaciones angloamericanas?", aunque el modo de hilar este tema resulta bastante cogido por los pelos, pues no nos enteramos de que aborda esto hasta muy avanzada la trama, durante el climático juicio celestial. Todo esto para un relato que sobre todo habla del poder irracional del Amor (sutilmente enfrentándolo al poder destructivo de los enfrentamientos bélicos), regando de algunas escenas conmovedoras el metraje

Tras un misterioso prólogo que nos muestra el universo, la película se inicia en mayo de 1945, con una escena dramática que concluye con la muerte del protagonista -o no-. Peter Carter (David Niven) es un poeta y piloto británico que vuelve de un bombardeo en Alemania. Su avión está averiado, su tripulación muerta y no tiene paracaídas. Por radio consigue hablar con June (Kim Hunter), una joven americana que trabaja para las Fuerzas Aéreas del Ejército de los Estados Unidos, trabando en pocos segundos, en medio de la tensión, una entrañable química. Finalmente se estrella, pero se despierta en la playa. Aparentemente ha sobrevivido, pero en realidad todo ha sido un error de cálculo del Cielo. En el momento en el que el cielo lo reclama Peter y June se han conocido y se han enamorado. Esto lo cambia todo, y como no fue culpa suya - “me he enamorado por culpa de su error”- piensa que el cielo le debe una segunda oportunidad. El cielo accederá a un juicio para decidir su destino.

Tiene visualmente un comienzo atractivo, con una secuencia que arranca en el vasto cosmos (los directores consultaron a Arthur C. Clarke sobre el diseño de este espacio), entre nebulosas y estrellas en el universo. Llegamos a la Tierra, es noche del 2 de mayo de 1945, una incursión de mil bombarderos ha dejado una ciudad alemana en llamas y pilotos británicos han regresado a casa. La niebla cubre la pantalla, en la radio suenan voces de Hitler y Churchill. "Escuche", dice el narrador, haciéndose eco de una línea de Caliban en ‘La tempestad’, "escucha todos los ruidos en el aire". Hay un corte a una sala de control iluminada en rojo, en ella una joven operadora de radio estadounidense llamado June (Kim Hunter) que está tratando de hablar con el piloto de un Lancaster dañado mientras a duras penas planea dañado por el Canal de la Mancha. El bombardero está en llamas, su fuselaje se abre, los instrumentos en ruinas traquetean detrás de Peter Carter (David Niven) mientras recita en las líneas etéreas de la poesía de Raleigh y Marvell. Toda su tripulación ha muerto; el tren de aterrizaje del avión ha desaparecido y, con él, cualquier esperanza de aterrizar con seguridad. Está Peter abocado a saltar del aparato, pero hay un problema: "No tengo paracaídas (dice el piloto)". El intercambio que sigue entre la operadora de Boston y el ‘desgraciado’ aviador inglés es desgarradoramente entrañable, "Eres mi vida, June, y te dejo!", ello visualmente reforzado por la forma de filmar a los dos con primero planos fulgentes de los dos, como si no hubiera nada más en el mundo. Peter salta, pero lo que parece una muerte segura no lo es, pues vemos al piloto caído sobre la playa, y se levanta sin lesión alguna, ve a una joven en bici y la llama, resulta que es June, y el amor se genera entre los dos. Pero los problemas no acaban, y es que Peter estaba destinado a morir y un error lo ha impedido. Se envía a un Emisario Celestial, el 71 (Gran Maurice Goring) para intentar subsanar el fallo, pero Peter argumenta que ahora está enamorado en el impasse, lo que provoca un juicio para dirimir su situación.

Se desarrolla la trama entre dos mundos, con muchos toques de comedia, con momentos genuinos como esa entrada en el Más Allá de pilotos americanos que antes de pasar por recepción sacan coca colas de una máquina expendedora; esos tipos que ganan sus alas de ángeles y las llevan bajo el brazo a la tintorería; ese Emisario 71 que cuando llega de su mundo en blanco y negro al de la Tierra en color y dice, "Uno está hambriento de Technicolor allá arriba"; este mismo Emisario relatando de modo flemático el motivo de su muerte en la Revolución gala.

Pero sobre es estética donde la película se viene arriba, con momentos íntimos maravillosos como esa rosa que recoge una lágrima en color y se torna en b/n gradualmente; Todo con aire quizás inspirado en Shakespeare y su comedia romántica con fantasía “El sueño de una noche de verano”, referencia clara cuando vemos a soldados ensayando para hacer una función sobre la obra del Bardo de Avon, ... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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7 de junio de 2021
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que dices: aquí hay presupuesto y estamos en 1946, en apenas unos meses después de acabar la guerra, como es que hay tanto dinero para una película? No lo sé, pero así fue.

Engancha el principio por ser atípicamente diferente, una conversación muy irreal y luego se ve el cielo en blanco y negro que choca con lo que quizás todo el mundo hubiera puesto: la Tierra blanco y negro y el cielo en color, pues no, al revés.

Pero luego.... siguen las conversaciones algo difusas, incluso algo faltas de consistencia, y pierde gran interés, al menos por mi parte. Luego te vas reenganchando porque hay partes interesantes y también por el despliegue técnico tan grande.

Una película atípica, con el humor serie inglés típico. Quizás lo que más me ha llamado la atención la autocrítica que hace: nombra todos los países (algunos, ya que dice que hay más) en los que se mostrarían enfadados con Inglaterra por el pasado histórico. Y tela, marinera.
edugrn
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1 de marzo de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, voy a aclarar lo del título. Muchos que se sienten hoy día a ver ésta película que recordemos...tiene 76 años la pueden encontrar hasta ridícula, pero nada más lejos de la realidad. Lo primero que hay que matizar es que debemos verla con ojos de 1946, con la información y el adelanto que tenía aquella generación, que era más bien poco o nada.

Un mundo donde la ciencia ficción estaba al alcance de unos pocos que podían pagarse la entrada al cine o leer libros o tebeos, donde la religión te limitaba en creencias e imaginación. Donde el creer en un mundo alterno sería casi un sacrilegio. Pues A vida o muerte nos trae una historia preciosa donde se mezcla el amor, las ganas de vencer todos los obstáculos y el poder conocer lo que hay detrás de la ¿muerte? (referente a la película que quede claro).

Me ha gustado bastante como se toma todo desde un punto de vista de "total normalidad" incluso cuando la muerte está muy presente, no hay dramas, no hay escenas dantescas, ni gritos, el director no ha querido usar nada morboso que fuera en otra línea del resto de la película y eso se agradece. Porque a pesar de la temática, es una película muy divertida, aunque pueda parecer lo contrario.

Hasta el personaje que hace de vínculo entre los dos mundos es muy...festivo-divertido, y para no confundir al espectador, se cambia el color de los mundos.

Curioso la entrada y control de los diferentes difuntos según su titulación. No me extraña nada el éxito del grupo Led Zeppelin con la canción Stairway to heaven. Muy recomendable.
THE CROW
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