Camino a Guantánamo

En una combinación de ficción y documental, el film relata el azaroso viaje que cuatro jóvenes de ciudadanía británica y religión musulmana realizaron en 2001, desde Tipton (Inglaterra) a Pakistán, para asistir a la boda de uno de ellos. Por curiosidad y por simple deseo de aventura irresponsable, estos muchachos pasaron a Afganistán poco después del ataque a las Torres Gemelas, convencidos de que no correr¡an peligro. A poco de arribar, se ven envueltos en el caos y confundidos con fundamentalistas islámicos, tratados como tales y derivados a un lugar como Guantánamo, la prisión extralegal donde se aloja a los terroristas más peligrosos del mundo.

El film transita entre las declaraciones a cámara de los verdaderos protagonistas de la tragedia, imágenes de archivo y noticieros, y la reconstrucción ficcional de sus desventuras con actores no profesionales británicos de origen musulmán. Con naturalidad, la cámara los acompaña y fluye con ellos como en una road movie, hasta que el itinerario se confunde y el periplo deviene pesadilla.

Entre la reconstrucción ficcionalizada y las entrevistas a los reales protagonistas, se intercalan fragmentos de noticieros en los que Busch estigmatiza a los prisioneros en Guantánamo, definiéndolos como "gente mala, que no comparten nuestros valores". Este es otro de los ejes que también la película articula: los usos del lenguaje que acumula eufemismos para ocultar que no hay "guerras" sino "intervenciones militares" que producen "efectos colaterales", discutible figura retórica que permite alojar un interminable arco de horrores.

Cuidadosamente -es decir, sin morbosidad añadida- el film registra el proceso de permanente maltrato durante el período de cautiverio en que los jóvenes vivieron en jaulas al aire libre, "aquello era igual que un zoológico" comenta uno de los verdaderos sobrevivientes.

La puesta en escena del sufrimiento inmerecido de los inocentes del momento, conduce al conocimiento de una realidad que conoce una sola voz, donde el poder jamás responde, sino que siempre pregunta.

Nos encontramos ante un pseudo-documental donde los directores toman imágenes reales junto con la recreación de lo que ocurrió realmente, narrado a la par por sus auténticos protagonistas.
Hay que decir que la película fue censurada en Estados Unidos y no me extraña, ya que se refleja de manera muy explícita la realidad que se vive en ese "campo de concentración" llamado Guantánamo. Una cárcel donde se encuentran cientos de presos que no han sido juzgados, y a día de hoy no se sabe sin son culpables o no.
Precisamente eso es lo que les pasó a los protagonistas de la historia. Cuatro jóvenes que se encuentran el momento equivocado en el lugar menos adecuado. Tres de ellos sufrirán diversas torturas por parte de los militares norteamericanos, con tal de intentar averiguar si son terroristas islámicos o no. Debido a que no son capaces de sacar nada en limpio, deciden llevarlos a Cuba y enjaularlos como animales. Allí seguirán sufriendo numerosas torturas, mientras ellos no saben como justificar que son simples ciudadanos ingleses y que nada tienen que ver con Al-qaeda.
En fin, una película dura y cruel donde uno es testigo por primera vez de las crueldades que se viven dentro de esa cárcel. Torturas continuas que viven sus presos, a fin de que testifiquen un crimen que puede que no hayan cometido. Una cárcel antihumanitaria que uno podrá ver, gracias a los testigos de tres jóvenes; los cuales después de pasar varios años tratados como animales se atreven a narrar la experiencia que les cambiaría la vida para siempre.

Este viaje de cuatro amigos que acabó, de forma involuntaria, en el Caribe, guarda cierto paralelismo con el de otros tres, en este caso cántabros, que quisieron asistir (allá por 1981) a una Primera Comunión en Almería. Unos, los británicos, pudieron contarlo; los que cayeron en manos de la Guardia Civil, callaron para siempre.

En todas partes hay organismos institucionales que, "por nuestro bien", establecen unos protocolos con distintos niveles de acierto; pero la violación de los derechos fundamentales de las personas que, en principio, no se encuentra dentro de las ordenanzas, suele ser el primer arma que utilizan: detenciones ilegales, presunción de culpabilidad, torturas... Si además a la falta de escrupulosidad se añaden términos como terrorismo o islamismo, olvídate del habeas corpus; máxime si eres joven inconformista, no tienes un duro y tu piel tiene sospechosos tonos abetunados.

Lo de querer turistear con la excusa de una boda, aunque sea al país de tu familia, sin tener los permisos que la autoridad militar norteamericana exige, es de tal desvergüenza que merece un "justo" castigo. Los dueños del mundo, y toda su maquinaria pseudo-legal, saben que las más que probables equivocaciones se diluirán en lenguaraces argumentos, tan consistentes como: "...a quién se le ocurre con la que está cayendo, se lo merecen por tontos", "...algo habrán hecho, aunque no hayan podido demostrarlo", "...por meter la nariz donde no les llaman"... Y un ciudadano estadounidense afirmará para cerrar la cuestión: "...es que creo que les gustaban las armas y hasta se hacían fotos con un fusil"

Sí, esta crónica semi-documental de los dos directores ingleses, denuncia el matonismo de quienes se autoproclaman poseedores de la verdad absoluta, campeones de la democracia, ejemplos de humanidad, paz, libertad y tolerancia... ¿no creéis que hay razones para que sean un poco más humildes?.

Vaya por delante que simpatizo más bien poco con los islamistas radicales y que incluso no estoy demasiado en desacuerdo con algún tipo de fina tortura (nada de salvajadas, por supuesto, algo elegante y que no deje marcas, por ejemplo, la tortura psicológica) para extraerles información sobre actividades futuras y/o localización del paradero de sus secuaces. Lo cual no es óbice para que me resulte increíble que en países supuestamente civilizados como creemos que son los occidentales, se creen estructuras carcelarias del tipo de Guantánamo en las que se trata a las personas como animales sin el menor reparo. No pienso ni mucho menos que denunciar las condiciones en las que se mantiene a estas personas sea darle cuartelillo al enemigo, como algunos han insinuado por aquí. Que uno no sea simpatizante del islamismo radical no implica que tengamos que simpatizar con nuestra propia barbarie, vamos.

Por otro lado, tampoco tengo clara esa supuesta "inocencia" de los muchachos éstos, cuya visita a Afganistán por esas fechas, no dice demasiado a su favor y sí mucho en su contra, aunque no terminamos de enterarnos del todo si son una panda de subnormales profundos o unos yihadistas como la copa un pino. En cualquier caso, como documento gráfico, la peli es bastante impactante y eso no se le puede discutir.

Otra cosa ya son sus valores cinematográficos, que es lo que creo que se debe puntuar aquí, y ahí sí que pienso que deja mucho que desear. El ritmo es lentísimo y se centra demasiado en el tema de los interrogatorios, hasta el punto en que se llega a hacer cansino. Hay muchos puntos oscuros en el planteamiento de la trama que no se llegan a resolver. A pesar de lo impresionante e incluso morbosillo del tema se hace muy pesado. Confieso que llegué a dormirme y que el final me lo perdí.

En definitiva, recomendable como documento de denuncia, pero pobre y mal planteado como película. Un cuatro y va que chuta.

Winterbottom, el director que no puede estarse quieto ni un momento y que cambia todo el tiempo de estilo nos lleva ahora hasta las celdas de Guantanamo. Nos sitúa en el lado de los perdedores, los así definidos por la suprema ley norteamericana como "malos" o "asesinos" según les venga. Un punto de vista mucho más atractivo para un creador como Winterbottom. Y nos narra la historia de estos "inocentes" que tuvieron la mala idea de pasarse por Afganistan días antes de que empezaran los bombardeos. En su mayor parte es un documental poderoso, bien filmado y narrado con habilidad, no haciendo demasiado hincapié en la tortura y el dolor pero no dejándolo de lado. En cambio no siempre consigue transmitir con fuerza la historia, tal vez por el ajetreado ritmo de su director, que, en ciertos momentos mantiene al espectador demasiado distante. Merece, y mucho, la pena porque toca con acierto partes de una historia que merece ser contada pero se queda a unos metros de la gloria.