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Relatos salvajes

Comedia. Drama La película consta de seis episodios que alternan la intriga, la comedia y la violencia. Sus personajes se verán empujados hacia el abismo y hacia el innegable placer de perder el control, cruzando la delgada línea que separa la civilización de la barbarie. (FILMAFFINITY)
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Críticas 331
Críticas ordenadas por utilidad
25 de agosto de 2014
59 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
El único género teatral inventado en Argentina, con el que nos torturaron durante el colegio secundario, es el grotesco criollo. Los ensayos lo definen como una crítica a la sociedad a través de una mirada trágica, pero a menudo condimentada con humor negro, generalmente con personajes agobiados, que por diversos factores -situación económica, despecho amoroso, corrupción, crisis familiares, etc- son llevados al patetísmo y la humillación, a menudo desembocando en una animalización y a la caída de las máscaras sociales. La exageración como vehículo narrativo para poner cosas en evidencia. En Relatos Salvajes, parece como si al grotesco clásico lo hubieran transportado hacia un carácter rocambolesco, de tono decididamente de caricatura. Si me permiten el paralelismo rebuscado, algo parecido a lo que hizo "Sin City" de Frank Miller con la novela negra.

Aquí la animalización de los personajes está hecha incluso literalmente durante los títulos de crédito, dónde cada uno es asimilado a un bicho de acuerdo a la personalidad que mostrará luego durante las historias. Damián Szifrón se asigna a sí mismo el papel del zorro coloradito como el del Mozilla: ese zorro que habita las fábulas clásicas y es sinónimo de astucia. Y el zorro pícaro hace que a sus criaturas, cual animales que se ven amenazados, se les suelte la cadena, pierdan el control, olviden las formas y dejen desnuda a la naturaleza humana más visceral.

Siempre dije que Szifrón era un buen guionista pero un director mediocre, para acá el tipo me tapó la boca. Impresionante el crecimiento en la parte visual que tuvo Damián tras este hiatus de 7 años. El manejo de la puesta en escena es de una elegancia exquisita, sobre todo en el tercer, cuarto y sexto cortometraje. Encima hace lo mejor en esto casos: presentar los cortos en orden ascendente de calidad. Sin entrar en detalles para no spoliear:

- PASTERNAK: En la historia que sirve de prólogo, vemos lo que era habitual del peor Szifrón: artificial, apresurado en la narración, y salvo Dario Grandinetti, el resto de los actores dice sus parlamentos robóticamente. Los "¡no lo puedo creer!" y "¡qué casualidad!" menos convincentes de la historia del cine. La idea es muy original pero podría haber sido mejor llevada. Los efectos especiales están muy bien.

- LAS RATAS: Julieta Zylberberg es una mina que nunca me convenció, exceptuando sus épocas de chiquilina con Lucrecia Martel. Recomiendo evitar ver las entrevistas de promoción que andan circulando por la web, ya que la muy boluda spoilea el final de su cuento (*1). Rita Cortese siempre actúa bien. La historia de ellas es uno de esos relatitos que podrían haber formado parte de "Alfred Hitchcock presenta". Una presentación demasiado abrupta, casi instantánea, de los elementos del conflicto, la tira un poco abajo.

- EL MÁS FUERTE: Leo Sbaraglia en bien conocido a ambos lados del charco. Famoso reciclador de viejas ideas como Tarantino, Szifrón arranca con una historia de carretera muy visual que recuerda a Reto a muerte (Duel, 1971) en versión "lucha de clases", pero que se desbanda hasta irse convirtiendo en un corto de terror exagerado, delirante, escatológico, brutal, casi obsceno. Si creían que la riña callejera de "They Live" era la más zarpada del cine, prepárense porque no vieron nada. Como un capítulo de "Creepshow" o "Las pesadillas de Freddy" enajenado al 1000%. Incluso culmina con un remate visual irónico que recuerda el estilo de los finales en aquellas viejas antologías. (* 2)

- BOMBITA: De nuevo, el reciclaje: “Un día de furia” con Michael Douglas. Ricardo Darín logra que nos identifiquemos todos con su personaje. Ayer fue la primera vez que escuche a toda la sala de cine aplaudir al unísono, no al final, sino en el medio de una película. Más específicamente, aplaudir una escena. Pero no aplaudían la escena cinematográfica en sí; porque fuera graciosa, ingeniosa o espectacular. Aplaudían LAS ACCIONES DEL PERSONAJE, las festejaban. Que esas acciones sean de una moralidad cuestionable, da mucha tela para cortar para los sociólogos. Damián, astuto zorrito, imagina luego una secuencia simpática que anticipaba esa reacción real del público en el cine. Pillo. (*3)

- LA PROPUESTA: Oscar Martinez es un tipo de una larguísima trayectoria, aunque más relacionada a el teatro y la TV. El episodio que lo tiene como protagonista es sin dudas el de corte más trágico y cínico. Un operativo de encubrimiento que me hizo acordar al del Lobo de Pulp Fiction, que nos habla de cómo, a veces, la corrupción es tan grande que llega a asquear incluso a un corrupto.

- HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE: A pesar de ser la única del elenco que se dio el gusto de trabajar bajo las órdenes de Francis Ford Coppola, fue la televisión la que lanzó a la popularidad a la magnífica comediante que es Érica "Maria Elena Fuseneco" Rivas. Szifrón le da una historia hecha a su medida para que se luzca. Este corto que concluye la peli es un 10, redondito, de lo mejor que ha filmado Damián. El dire, zorro astuto, se desdice del carácter pesimista al que impregnó el film , e insinúa que tras una buena catarsis de mentiras y secretos, sólo puede quedar viva la honestidad más pura y absoluta. La novia de Kill Bill un poroto.

La mejor película del 2014 hasta ahora.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Giskdan
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26 de septiembre de 2014
42 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producida en parte por El deseo, la compañía de Almodóvar, realmente se agradece que el responsable de una comedia tan mediocre como "Los amantes pasajeros" haya tenido a bien invertir dinero en un largometraje de un tío con verdadero talento para esto como es el argentino Damián Szifrón. Señor que, admito, no me había parecido nunca gran cosa a pesar de ciertos éxitos como "Tiempo para valientes". Aquí cumple con nota porque su película es sencillamente hilarante y además se apoya no únicamente en el gag sino en la potencia visual y un trabajo de producción encomiable. Se ve que hay dinero, dicho de otra forma, y cada situación está llevada al límite para que el humor funcione a varios niveles hasta llegar a una explosión tornada en carcajada sonora. Szifrón divide su obra en varias historias independientes que tienen como único denominador común la mala leche con la que se abordan los conflictos, y de esta manera, implica al espectador mediante un guión realmente notable.

El arranque ya es memorable, con una secuencia en un avión en la que varios personajes parecen conocer a la misma persona. Decir más es estropear la experiencia por lo que voy a morderme la lengua, pero vaya, pocas comedias han tenido un arranque tan salvaje y adrenalítico en los últimos años. Las historias que siguen son igualmente fantásticas, porque contra todo pronóstico se consigue el milagro de que una película de segmentos los contenga todos buenos. Es cierto que -en mi opinión- hay tres que son excelentes (el del avión, el de la autopista, y el de la boda) y los demás se quedan en ser "sólo" buenos; pero el nivel es absurdamente alto en los temas que aborda y cómo lo hace. Que sea una película fantásticamente realizada, con actores en estado de gracia y una factura excelente (algunos efectos son más dignos de una superproducción que de una comedia latina) dice bastante a favor de un film que no sólo se escuda en el gag sino que además tiene una ambición cómica en su propio lenguaje cinematográfico: cómo usa los elementos del plano para potenciarlo todo y que la cosa quede casi redonda. A poco que os guste reíros, es una parada obligatoria en vuestra 'ruta cinéfila'.
Caith_Sith
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21 de octubre de 2014
43 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gozosa muestra de humor atroz, bestia y sin concesiones, bordeando el esperpento y la caricatura más descarnada, sin por ello dejar de conseguir que nos veamos retratados en esos momentos indignos y callados en que deseamos perder los papeles pero nos refrenamos por una socialización confusa y tácita que nos embrida y apacigua, muy a nuestro pesar. ¿Qué pasaría si diéramos un paso hacia el abismo y nos saltásemos la melena y llegásemos hasta el final de nuestro impulso visceral y caótico, anegado de primitivismo atávico y ansias de venganza y destrozos? Es la locura del exceso sin remordimientos ni remilgos, sin mala conciencia ni concesiones. Es la guerra cotidiana que renunciamos a batallar por pura desidia, flojera o moralina marchita.

Cada uno de los seis episodios es excelente – y si bien había el riesgo de resultar algo discontinuo, fragmentario o deslavazado – el conjunto ofrece un delicioso y brutal mosaico indeleble de la violencia latente en la sociedad. Y es una brutalidad atemperada – pero no domesticada – por el humor, que revela y desmenuza el lado grotesco, bronco, simiesco y salvaje de nuestra idílica burguesía. Todos hemos sentido el indómito y liberador impulso de dar un golpe en la mesa, pegar un alarido, confrontar a los burócratas impasibles, enfrentarnos a los que nos afrentan, vengarnos de las infidelidades y de las humillaciones, aplicar la ley del talión, desquitarnos de tanta sonrisa domesticada y de tanta aquiescencia sumisa. Hemos sentido el ardor belicoso y marcial encharcando nuestro estómago, el regusto de la vendetta explotándonos en la boca, la furia asesina de exabruptos y groserías aprisionándonos como una camisa de fuerza.

Se ve con turbia satisfacción y culposa complicidad: queremos ríos de sangre, dispensadores de tortura y muerte, queremos vindicarnos por tantas afrentas y despechos soportados en dócil silencio, queremos resarcirnos de tanto inmovilismo servicial y pacato, queremos la revancha definitiva y sumaria. Tantas veces soñada como pospuesta, tantas veces deseada como rehuida. Ahí radica la potencia y el logro de esta maravillosa cinta: nos hace cómplices regocijados de nuestros instintos más sádicos, de nuestros impulsos más rastreros y deleznables. Dichoso aquelarre, hecatombe de la anodina corrección política, masacre de los buenos propósitos y de las exangües palabras de consuelo, derrumbe del espurio castillo de naipes de las tramposas convenciones sociales.

Quizás no sea una cinta para fariseos, hipócritas o mojigatos. Pero es un prodigio de mala baba y buen cine. Muy recomendable.
antonalva
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15 de octubre de 2014
42 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Michael Douglas de Un Día de Furia era una nenaza comparado con el Ricardo Darín de Relatos Salvajes.

Excelente tesis sobre el estrés, el brote transitorio, la locura perenne, la corrupción, la mala hostia, el odio, la venganza y otras virtudes humanas, todo envuelto en un halo de naturalidad de lo más cotidiana y creíble (bueno, menos lo del avión), rodado con destreza, interpretado con maestría y relatado con el más exquisito y brutal humor negro.

Un magnífico compendio de relatos, en realidad, aterradores. Un revulsivo delicioso.
VALDEMAR
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28 de septiembre de 2014
39 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque se hable de la inspiración en los “Cuentos asombrosos” de Steven Spielberg para mi fue imposible no relacionarla con “Los Mounstros” y “Los Nuevos Mounstros”. Es como la versión siglo XXI de estas dos películas italianas. Mucho más ágil, más dinámica, más violenta y más comercial. Mucho menos irónica, mucho menos hilarante y menos elegante.

Los seis relatos son dispares, algunos muy buenos otros más mediocres. Todos tratan, de alguna u otra manera, de hacer una crítica a la sociedad del siglo XXI: agresiva, violenta, corrupta, sínica y despiadada. Personajes que se ponen a sí mismos –por su propia impaciencia, stress, etc, vicios de las sociedades modernas-, en situaciones límites. Personajes que exploran las peores facetas del hombre moderno.

Los capítulos más sobresalientes es el de la autopista. Irónico, sutil y con agresividad creciente. Además con una cuota de humor sutil: “¿crimen pasional?”.

En la tabla media están el del Restaurante (énfasis en el personaje de la cocinera, excelente), el del avión (creativo episodio) y el del atropello (si bien es una historia predecible, el final no lo es tanto y está bien lograda).

Al final de la tabla pongo el de Bombita y el del Matrimonio. El primero capta muy bien la ofuscación de las personas ante un sistema corrupto y angustiante, pero la transformación en un héroe social de este icono del descontento es burda y mal trabajada. En tanto el segundo toca una temática interesante: el matrimonio de mercado, sínico, establecido, homogéneos, a conveniencia, etc, critica este molde y hace algo que todos nos hemos preguntado: ¿qué pasaría si algo sale de control en estos actos moldeados y planificados?. Pero la forma en que se estable esta crítica es demasiado recargada, personajes absurdos y mal logrados.

Como conclusión vea la película, es ágil y entretenida. Sin duda con una alta capacidad comercial, cumpliendo todos los ánones de un film hollywoodense.
Jinx_888
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