22 balas (El inmortal)

Sin duda es la frase que simplifica todo el argumento de esta historia. Porque realmente jamás la venganza ha solucionado ningún problema, es más, es la gasolina necesaria para que el odio siga funcionando.

Richard Berry juega con la redención de un asesino-mafioso, que quiere dejar atrás esa vida y disfrutar, viendo crecer a sus dos hijos. Esa nueva posición le hace bajar la guardia, y en una emboscada en un garaje es acribillado literalmente a balazos, dejándole dentro de su cuerpo la nada despreciable cifra que dicta el título...22 balas. La escena es de lo más impactante que haya visto en televisión, en cuanto a violencia y sangre. Te hace estar viéndola y aún sabiendo que va a sobrevivir, que llegues a pensar...de esta no escapa. A partir de ese momento se abren tres frentes. Por un lado el afán del personaje de Reno de averiguar quien son los responsables y vengarse. La policía descubrir porque tanto suceso violento de forma sucesiva. Y por último el plan de defensa de los responsables de tan cobarde acción.

Para mi gusto hay varios conceptos dentro de la película que la hacen amena y entretenida. En especial me gusta que hayan varios que ejerzan de malos, porque así te aseguran más metralla en la pantalla y sobretodo, que estos te hagan sentir que son tíos sin escrúpulos, capaces de matar tanto a una mujer como a un niño. La escena del secuestro del niño es una señal clara de lo que indico. El guión me ha llenado personalmente, pues el hecho de ir poco a poco a por sus asesinos, se acelera cuando matan a su buen amigo. Esto enciende el interruptor del asesino que estaba invernando.

El temple de Jean Reno en este tipo de películas es admirable, porque cuando ejerce de comediante te hace partirte de risa, pero cuando le cae un papel de estos, transmite el respeto y el miedo que le otorga su personaje. Me ha ganado su honestidad a la hora de advertir a sus asesinos de su futuro cometido, y no actuando como lo haría cualquier otro en su lugar. No es que nos vayamos a encontrar escenas de acción a raudales, pero las que hay valen la pena.

Película recomendable para los amantes del cine de entretenimiento sin grandes pretensiones.

Capo mafioso acribillado que sobrevive a un intento de asesinato tras extraerle 22 balas del cuerpo, y tras verse acosado cuando en su convalecencia contemporizaba, emprende brutal venganza contra todos y cada uno de sus enemigos; teniendo en cuenta que ese sobreviviente vengador es Jean Reno, que la película pretende ser un thriller serio (adaptación de una novela inspirada al parecer en una historia real), que su director es Richard Berry (un peso pesado del cine francés, que como actor de cine de tipos duros sabe un rato), y que está rodada y ambientada en esa ciudad que tan bien luce en este tipo de historias llamada Marsella, a mi juicio se deja ver y resulta en algunos tramos entretenida (buenas escenas de acción y pasable interés dramático sobre viejas amistades rompiendo códigos de honor, y defensa de hijo en peligro), pero dista bastante de ser el buen thriller que se podía uno esperar con tales mimbres; pese a lo cual, aunque solo sea por lo siempre interesante de ver a Jean Reno en plan justiciero vengador (primero hierático, luego fuertemente afectado, y finalmente furioso y redentor), merece un visionado por parte del aficionado del buen thriller francés, que aunque no quedara ni mucho menos satisfecho, supongo pasara un rato entretenido (quizá algo menos de esos 107 minutos de metraje la hubieran venido bien) dejandose llevar por lo que hay (el ultimo tramo es de largo lo mejor de la función)

Hubo un tiempo en que le tenía pánico al cine francés, evitaba sus películas y, si no quedaba más remedio que verlas, me sentaba en el sofá con el mismo entusiasmo que los reos se dirigían al potro de tortura. Pero todo ha cambiado y ahora le concedo el beneficio de la duda sin pensarlo porque sé que me puedo encontrar con conceptos atrevidos como por ejemplo que un coche se tire una introducción de diez minutos con un automóvil recorriendo kilómetros y kilómetros de la Costa Azul al son de Verdi, como un anuncio de coche caro, y luego, sin solución de continuidad, presenciar como seis pistoleros ejecutan a un mafioso con más de veinte balazos a quemarropa (como el asesinato de de Julio César, pero en moderno).

Y es que hace tiempo que el cine francés abrió la mente, y el bolsillo, hacia el cine comercial. Un buen día se sacudió los complejos y la naftalina y abandonó sus clichés de dramas intimistas, humor facial de brocha gorda y taradeces fetichistas. Mejor dicho, no es que los abandora (aún quedan restos de la vieja guardia que hacen lo mismo de siempre para delicia de sus incondicionales), pero sí empezó a hacer otras cosas: comedias gamberras, acción macarra, películas de efectos especiales sin ninguna clase de límites… de hecho, precisamente uno de los pecados de los que suele adolecer es, precisamente, de no reconocer límites materiales o económicos y plantearse películas que sobrepasan sus posibilidades.

No es el caso de “22 balas”, una historia de venganza en la que está metida la mafia buena, la mafia mala y la policía con los incombustibles Jean Reno y Kad Merad como caras más representativas. No es novedosa pero sí atrevida: poner al buenazo cómico de Merad a hacer de mafioso malo es comparable a poner a Chanquete a hacer de etarra y está rodada e interpretada con profesionalidad, con un ritmo trepidante (aunque con los tradicionales publireportajes de paisajes o ubicaciones nacionales francesas) que engancha al sofá para ver como termina la cosa. Hay mucha violencia y mucha acción a la francesa, es decir, tiroteos, patadas y puñetazos más espectaculares que realistas; con chistes malos, pero de buen corazón y una duración ligeramente superior a lo debido.

Se puede pasar un rato entretenido con ella.

Todos hemos visto cintas de este tipo, sobre todo de manufactura norteamericana, ya sabéis. El tipo duro que aparentemente muere a manos de varios antiguos colegas y durante toda la película se dedica a vengarse de todos y cada uno y sin miramientos. La premisa es más antigua de lo que parece, y este tipo de cintas gustará más o menos.
En este caso, el contar con Jean Reno a la cabeza ya supone un acierto, puesto que el actor francés destaca en estos papeles y además cuenta con la experiencia necesaria. Richard Berry tras las cámaras realiza un trabajo notable, aún siendo una cinta al uso, es decir, no encontraremos nada que llame especialmente la atención excepto la interpretación de Reno, y poco más.

Lo demás se resume en una ensalada de tiros, torturas y sangre que, a pesar de estar bien realizada, no sobresale quizá en mi caso por haberme tragado tantas de similar temática y confección. Sin embargo, sí hay que reconocerle el mérito de ser una cinta bastante lograda proviniendo del país vecino, y con algún que otro momento interesante.
Todo termina sin sorpresas y de la manera tradicional para el género al que pertenece. Los mejores momentos pertenecen a Reno y a su venganza, esa caída de ojos tan característica y pistola en mano con bala en la recámara.

Una cinta interesante que no pretende ser más que eso. La historia la hemos visto otras veces sin desmerecer a esta, que cumple lo que promete, que no es otra cosa que entretener. Y es que las historias de venganza tienen eso, que le dejan a uno buen sabor de boca, sobre todo cuando hemos agotado todas las balas en el cargador.

Desastre comienzo de una película interesante y entretenida hasta el final. No puedo comprender cual fue el momento de inspiración del guionista, ni lo que pudo ver, leer, fumar o consumir el día anterior a la locura de escribir la escena en la que como dice el título, el gran Jean Reno se convierte en un "inmortal", capaz de sobrevivir a muchas más de 22 balas (son las que le dieron). Lo increíble es que la mitad ni le rozaron a pesar de la cercanía (no se falla ni con escopeta de feria).
Dejando atrás dicha metedura de pata, 22 balas es una de esas películas con mucha acción, pequeñas sorpresas y con muchas ganas de saber como, cuando y donde va a producirse la "vendetta" de uno de los mejores y más reconocidos actores franceses de los últimos 30 años, en muchos momentos hace recordar a la peli León: el profesional, sin llegar a su nivel y por desgracia con unos 15-20 años (bien llevados) más. Si tenéis uno de esos días que no sabéis que ver, este sin duda es el momento idóneo para apostar por una película que lo más seguro no os defraudará.