Los falsificadores

Que una película trate el holocausto desde una nueva perspectiva le da nueva vida al subgénero. Que yo sepa, prisioneros judíos falsificando dinero a punta de pistola aún no estaba tocado en el cine, con lo cual se abre un amplio abanico para ver algo distinto dentro de tan mascado asunto.
Sin embargo Los falsificadores lo desaprovecha. Navega por la nada. Ni te gusta especialmente ni te deja de gustar. Ni te marca ni te duerme. Ni te complace ni te molesta. Es aún peor que una mala película; es olvidable.

Y es que el cine centro europeo debería estar obligado a tratar el nazismo de otra forma. Las florituras a las que nos tiene acostumbrado hollywood quedan innecesarias cuando de primera mano se tiene poderío para saber cómo encoger el corazón con una simple frase o mirada. Es cierto que Los falsificadores no tiene el adorno visual que da hollywood, pero tampoco se luce en la esencia. No consiguió que me apiadara de nadie en especial; y con lo que tenían entre manos deberían de haberlo conseguido.

No vi asesinos y víctimas. Vi actores de uniforme y actores con harapos. Y la mayor parte del tiempo no me transmitieron nada; ni ellos, ni sus vidas.

Berlín, 1936. Sorowitsch es el rey de los falsificadores de moneda. Pronto es arrestado por los nazis y llevado a un campo de concentración donde es obligado a trabajar para ellos junto a otro grupo de falsificadores. Esto les supone un dilema moral ya que cooperar con sus verdugos prolongará la guerra y podría significar la victoria para los alemanes.
Con el Oscar bajo el brazo llega Los falsificadores, otra película más sobre el Holocausto, austriaca, basada en hechos reales -en la novela autobiográfica The Devil’s Workshop, de Adolf Burger-, sobre la Operación Bernhard. La lista de Schindler, El pianista, Valkyria... El tema del Holocausto ha dado grandes obras maestras, pero sobre todo, con corazón.
98 minutos que no se hacen cortos, que no son una lección de historia -según el propio director- , sino "cuestiones universales para un público contemporáneo". No hay grandes horrores, todo es sobrio y el acercamiento, respetuoso, buscando mostrar más matices más allá del blanco y el negro. El dilema, si merece la pena intentar salvarse uno mismo a toda costa echando por tierra todos tus principios o perder la vida cuando las oportunidades de sobrevivir son prácticamente nulas. Cuando la supervivencia es la clave, no hay ideales ni personalidad que valgan.
Stefan Ruzowitzky (con Tempo, Los herederos, Anatomía 1 y 2 (!!), All the Queen´s Men a sus espaldas) nos da una visión cercana y directa, y lejos de la grandiosidad hollywoodiense, se centra en los conflictos de los personajes, a costa de sacrificar una buena estructura narrativa, que en este caso queda un poco endeble, y de ganar previsibilidad. Mucha cámara en movimiento, primeros planos y zooms, en vez de los planos descriptivos y tranquilitos propios del género.
Lo mejor, las interpretaciones del semihéroe Sorowitsch (Karl Markovics) y de sus compañeros, aun teniendo personajes bastante desdibujados; y esa gran banda sonora, con las viejas grabaciones de ópera de Deutsche Grammphon, esa habanera, y los tangos a la armónica.
Al final, todo se reduce a sobrevivir. "No se consigue nada tratando a los seres humanos como si fuesen mierda, no es productivo. Es mucho más práctico tratar a la mierda como si fuesen seres humanos". De qué va Los falsificadores, de cómo el poder absoluto y absurdo sobre otro ser humano y el tenerlo a su merced hace sacar lo peor del verdugo... y de cómo el papel de víctima impotente deshumaniza la dignidad del hombre. De lo terrible que es hacer de la supervivencia un negocio.

Me sorprendo escribiendo esta crítica, ya que, aunque aprecio en Los falsificadores un trabajo interesante, no me ha cautivado en absoluto. Adoleciendo de un retrato personajes algo vago, sin complicarse demasiado en ahondar más en ellos, considero, no obstante, que sirve para dar a conocer todo el entramado de la Operación Bernhard, y que aporta una pieza más a ese inmenso y hediondo puzzle que fue la actuación nazi durante el pasado siglo.

Dicho esto, debo decir que es de justicia reconocerle algunos méritos y escenas.
Me llamó muy gratamente la atención, el modo en que estaba filmada, con un color de película muy similar al de los documentales; y una atractiva fotografía, que creo proporcionaba un mayor realismo.

Pero sobre todo, recordaré lo que, para mí, más de verdad tiene; y que se relaciona con esa apariencia de "jaula dorada" que vemos. Debido a que esto puede revelar partes de la trama, lo explicaré separadamente.

No quiero concluir, sin hacer una mención especial a la rotunda presencia de una actriz, hasta ahora para mí desconocida, de nombre Dolores Chaplin, y que en los títulos de crédito aparece como "Mädchen in Casino". Nacida en 1979, espero que la podamos disfrutar más a menudo, y se vaya abriendo camino poco a poco

Un compatriota del director, austríaco pero también judío, llamado Viktor Frankl, uno de los psiquiatras más afamados del siglo XX tuvo la desgracia de pasar unos años de su vida en un campo de concentración de los nazis. Sus desdichadas experiencias las relata en ese estremecedor libro que lleva por título “El hombre en busca de sentido”.

En esas páginas el prestigioso neurólogo ya fallecido, nos recuerda en varias ocasiones lo esencial que debe hacer un prisionero en tales circunstancias: Mantenerse con vida, a toda costa añado yo.

Eso es lo que tan magníficamente nos cuenta Stefan Ruzowitzky en su aclamada y premiada película “Los falsificadores”, unos hombres que independientemente de sus convicciones y de la ética de su desempeño en prisión, no dudaron de salvar sus vidas como fueran, aunque eso pudiera perjudicar la vida de otros judíos y el devenir de la guerra.

Además tiene también su trasfondo histórico de calado, ya que la intrahistoria, estupenda, forma parte de una mayor que fue la Operación Berhard –aunque yo siempre en España la he conocido como Krüger, el nombre del Coronel alemán que la encabezaba-. Con los billetes que salieron de aquel campo de exterminio pagaron entre otros al famoso Cicerón en Estambul.

La lucha por la supervivencia es un arte al que no estamos del todo acostumbrados, demasiadas comodidades en nuestras casas, pero que llegado el caso, y que nadie descarte que pueda llegar, podría ponerle a prueba a usted y a muchos idealistas.

“Los falsificadores” es una de las grandes películas europeas del 2007, merecida ganadora en los Oscar -mucho mejor que “Mongol” desde luego-, y que además demuestra que siempre hay oportunidad para la redención, ya que después de ver las películas de “Anatomía” de Stefan Ruzowitzky, no me esperaba gran cosa ya de este director. Esperemos que no se vaya a Estados Unidos y nos ofrezca otro regalo como este pero en casa.

Nota: 7,4.

El austriaco Stefan Ruzowitzky ha conseguido colocar su film "Die falscher" entre las 5 nominadas al Oscar de habla no inglesa de este 2008. Más conocido por sus dos partes de "Anatomía", unas películas más cerca de la línea puramente comercial, vuelve ahora a los tiempos de "Die Siebtelbauern" la película que lo dió a conocer en los circuitos festivaleros allá por el 98. Vuelve en parte, porque si bien "Die falscher" tiene elementos suficientes para ser una película de autor, al mismo tiempo acusa una cierta reiteración reciente en las distintas variantes o reinterpretaciones del Holocausto. Plantea eso sí un dilema moral importante al recrear cómo un grupo de judios especialistas en imprenta y en falsificaciones ve mejorar sus condiciones de vida en los campos de concentración cuando se dedican bajo órdenes nazis a falsificar moneda inglesa y americana, hecho por el cual pueden salvar sus vidas aunque eso les hace ganar puntos en la batalla a los alemanes. El punto de vista del realizador es opresivo, muy cercano, el rostro y la gestualidad de Markovics ayuda mucho a transmitir los choques éticos internos de los personajes y la fotografía es acertada. En cambio no llega a traspasar todo lo que cabría esperar la piel emocional del espectador y viene a mostrar algo que según se mire puede sonar terrible, hay un exceso de films sobre el Holocausto con elementos muy similares, si no innovamos corremos el riesgo de estancarnos, y en un tema así, sería una auténtica lástima.