Tormenta blanca

Cuando la ví de estreno en el cine, ya ha llovido desde entonces, fuí sencillamente a verla porque era de Scott y su protagonista era Bridges... Mi decepción fue colosal, aquello me pareció el capitán pescanova y su barritas de pescado rebozado. Accidentalmente la he vuelto a ver en televisión y tampoco le he sacado jugo alguno... En fin, perdonen mi necedad, pero es que no le veo sustancia.

Sólo hay que ver los créditos iniciales para descubrir que en "Tormenta blanca" late, aunque amortiguado y contenido por el paso de los años, el verdadero Ridley Scott. Es más, ni siquiera tenemos que esperar tanto. Con ver el fotograma que ilustra la película en la página web de la cadena o bien el propio cartel promocional hubiéramos llegado a la misma conclusión. Ese gusto por la estética elegante, a veces parece que estamos visionando un anuncio de colonias, era uno de las señas de identidad más apreciadas de este director hasta que decidiera darle la vuelta como un calcetín a su estilo cinematográfico para nuestra desgracia, creo que a partir de "Gladiator" (2000).

Lástima que "Tormenta blanca" no tenga una historia más llamativa, por muy basada en hechos reales que esté o que todo lo relacionado con la navegación, el mar y los barcos, sobre todo de vela, sea bellísimo. Muchos inciden en el parecido con "El club de los poetas muertos" (1989) y si bien lo tiene, yo lo primero que he pensado es en "Top Gun" (1986) pero ubicada en al agua en vez del aire. En todo caso a la trama, aunque está bien elaborada, le falta mordiente y en conjunto fuerza demasiado los antagonismos como las lealtades, no muy bien justificadas. De todos modos, película correctísima en todas las facetas, especialmente en la visual, lo que la que la hace grata de ver.

Los años 90 no le sentaron demasiado bien a Ridley Scott, pues salvo 'Thelma y Louise' el resto de sus obras fueron fracasos tanto artísticos como de taquilla, hasta la merecida resurrección a comienzos del nuevo milenio con la estupenda 'Gladiator'.

'Tormenta blanca' se enmarca dentro de esa época en la que el director sufría de cierta sequía creativa, y a pesar de ser una de sus películas menos logradas y más prescindibles dentro de su filmografía, merece la pena echarle al menos un vistazo en alguna tarde sin nada mejor que hacer.

Porque si la intención es visionar esta ''obra menor'', Scott logra atesorar en su film virtudes como su habitual poder visual, que se pone de todo su manifiesto en las escenas de acción marinas (incluyendo unos notablísimos efectos especiales) y en algunos momentos impactantes que consiguen quedarse grabados dentro de la retina del espectador. La colorida fotografía es también partícipe del viaje hacia la madurez de estos chavales, con escenas filmadas de una manera bella y altamente clásica.

Claro está, que también nos encontraremos con los habituales tópicos entre los numerosos personajes (capitán chusquero con buen corazón, chico rebelde, chico tímido, chico asustadizo, chico héroe...), algunos momentos en la dirección y en el guión bastante efectistas y en general el conjunto adolece de previsible en su mayoría.

Virtudes y defectos de un film destinado a ser ignorado y olvidado por la mayoría del público, que no aporta casi nada a la filmografía de su consagrado director pero cuyo visionado se hace satisfactorio en una tarde en la que se desee contemplar otra historia sobre el paso a la madurez de unos niñatos rebeldes. Aun así yo me sigo quedando con 'Cuenta conmigo' y su cercanía para casi cualquier persona existente.

·LO MEJOR: algunos momentos dramáticos que permanecen en la memoria. La fotografía. Los efectos especiales.

·LO PEOR: sus predecibles tópicos. Cierto efectismo tanto en el guión como en la dirección. La parte judicial aburre de previsible como se torna.

Se vuelve a confirmar que Ridley Scott es capaz de tocar el cielo y el infierno en una película capitaneada (y nunca mejor dicho) por Jeff Bridges. Basada en hechos reales, lo que yo me pensaba que iba a ser una cinta de corte catastrofista, no es más que un conglomerado de sensiblería barata de manos de un grupo de adolescentes en un navío escuela llamado Albatros.

Un quiero y no puedo de Scott, el cual parece que dota a sus chicos el mismo rollo cursi de superación que se vio en 'El club de los poetas muertos', aunque aquí con menos talante y más olor a refrito. Fuera de Jeff Bridges, el cual ni tan siquiera destaca, el resto de chavales tampoco consigue despegar ni un ápice de interés en el espectador: chicos guapos y ricos sacados de la catequesis de cualquier parroquia protestante. Hay escenas que quizá levanten interés (como la del pobre delfín), pero el resto resulta muy plano. Una hora y media en la que no se avanza ni cuenta nada. Cuando luego llega la gran tormenta, el acontecimiento que da pie y pone nombre a la cinta, ya es demasiado tarde. El suceso además no está rodado con la espectacularidad ni emotividad que se le hubiese exigido al mismísimo Ridley Scott. Por último llega en espectáculo circense en los juzgados, en el que las americanadas de turno y el a ver quién la tiene más larga son los elementos imperantes.

Un cuatro porque es de Scott y está basada en hechos reales, pero lamentablemente me ha aburrido bastante.

Obra menor del gran Ridley Scott basada en un hecho real acaecido en un barco escuela donde los padres pudientes enviaban a sus hijos un tanto descarriados a que adquirieran carácter y de paso aprobaran sus asignaturas pendientes, tanto en la vida como en sus estudios.

Preciosos y entrañables paisajes marinos. Una aventura para ver con toda la familia donde Scott aprovecha los hechos acaecidos para dar una lección de vida, de disciplina, de realidad sobre la amistad, la conducta humana, la adversidad y la lealtad.

Preciosa y notable película que recomiendo encarecidamente.´

Mi nota, un 8.