Sólo hay que ver los créditos iniciales para descubrir que en "Tormenta blanca" late, aunque amortiguado y contenido por el paso de los años, el verdadero Ridley Scott. Es más, ni siquiera tenemos que esperar tanto. Con ver el fotograma que ilustra la película en la página web de la cadena o bien el propio cartel promocional hubiéramos llegado a la misma conclusión. Ese gusto por la estética elegante, a veces parece que estamos visionando un anuncio de colonias, era uno de las señas de identidad más apreciadas de este director hasta que decidiera darle la vuelta como un calcetín a su estilo cinematográfico para nuestra desgracia, creo que a partir de "Gladiator" (2000).

Lástima que "Tormenta blanca" no tenga una historia más llamativa, por muy basada en hechos reales que esté o que todo lo relacionado con la navegación, el mar y los barcos, sobre todo de vela, sea bellísimo. Muchos inciden en el parecido con "El club de los poetas muertos" (1989) y si bien lo tiene, yo lo primero que he pensado es en "Top Gun" (1986) pero ubicada en al agua en vez del aire. En todo caso a la trama, aunque está bien elaborada, le falta mordiente y en conjunto fuerza demasiado los antagonismos como las lealtades, no muy bien justificadas. De todos modos, película correctísima en todas las facetas, especialmente en la visual, lo que la que la hace grata de ver.