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Las aventuras de Jeremiah Johnson

Aventuras. Western Después de desertar de la guerra entre Estados Unidos y México y hastiado de la civilización, el soldado Jeremías Johnson decide dejarlo todo y establecerse en las inhóspitas Montañas Rocosas. Se establece en un territorio dominado por los violentos indios Crow, donde, con la ayuda de un viejo trampero, aprenderá a sobrevivir en durísimas condiciones. (FILMAFFINITY)
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Críticas 80
Críticas ordenadas por utilidad
29 de agosto de 2005
45 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es Jeremiah Johnson, muy a su pesar de hombre solitario y apartado del mundo, un héroe; y la historia que nos narra entrañablemente y con sencillez Sydney Pollack es en realidad una maravilla épica ante la cual se quedarían cortos Frodo, Gandalf, Aragorn y toda la compañía del anillo.

Robert Redford realiza una de las mejores y más expresivas actuaciones de su carrera en una película en la que sólo encuentra un compañero de reparto que le va a la zaga: las Montañas Rocosas. En este caso, mérito de la fotografía de Callaghan y de la planificación del propio Pollack; además, claro, de la belleza del propio entorno natural donde se realiza el rodaje.

“Las aventuras de Jeremiah Jonson” es un atípico western que ha pasado inmerecidamente casi desapercibido y que probablemente pueda codearse con los mejores. Y no sólo con los mejores del género del Far West, sino con las mejores películas de aventuras, como la inmensa “Dersu Uzala” de Kurosawa: historias donde el hombre se funde con la naturaleza y el mundo salvaje para dar todo de sí mismo y aprender a escucharse en el silencio.

Para la antología del cine queda ese hermoso plano congelado de Jeremiah con la mano en alto devolviendo el saludo al jefe indio. Es el triunfo del héroe. Teseo ha vencido al minotauro –aquí representado al mismo tiempo por el mundo de las dos culturas que zarandean al protagonista: la salvaje y la civilizada– y se ha convertido en un ser respetado por los dioses. Sólo que en este caso, nuestro protagonista no regresará a Atenas... Porque ya ha ganado su sitio. Y cada vez que algún excursionista se interne por los senderos de los parques naturales de las Rocosas, bajo las cumbres nevadas, entre álamos y grandes abetos, aún hoy creerá ver a lo lejos la silueta del trampero con su rifle y el abrigo de pieles.

“The way that you wander
is the way that you choose.
The day that you tarry
is the day that you lose.”
Pedro
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28 de julio de 2006
25 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y recurro al título popero y ochentero no porque Mecano tenga nada que ver, sino porque se trata de los marcos superior e inferior en que se desenvuelve de menos a más el protagonista de la historia. Una historia de tramperos y cazadores, de montaña y senderos ocultos, de indios y de colonos. Una de ésas historias que, aunque como dice la canción de la película, "no es la historia que uno se había estado imaginando", sigue llegando muy profundo. Es, probablemente, el mejor western con la naturaleza como protagonista, y, de excusa, la historia de un hombre que sale en busca de la montaña y de sí mismo.
Pocas veces he visto películas donde el diálogo quede relegado a magras conversaciones: porque, de hecho, diálogo hay, pero no demasiado. Se quiere que el espectador entienda qué es eso de estar en la montaña, en mitad de la nada y, sin embargo, en mitad de todo. Es lo que le pasa a un inexperto Jeremiah. Diría que, a raíz de esa película, Redford guardó un vivo interés en los exteriores paisajísticos de grandes planos generales, y que luego ha utilizado prolijamente en las películas que ha dirigido él mismo desde "El hombre que susurraba a los caballos". Y eso, desde luego, no tiene nada de malo: es un regalo para la vista.
Esa canción que se oye de vez en cuándo es una especie de "leiv motiv" y de epitafio a la vez, con el estribillo diciendo algo así como "el camino por el que vas errante es el camino que eliges; el día que te demoras es el día que pierdes". La canción (no sé quién la canta, casi creí una vez que era el propio Redford) resume los por qués, los qués y los quiénes de esta historia. No se busca al héroe, pero éste acaba por serlo para quienes menos cabía imaginar:para los indios. Hablando de indios: Delle Bolton, que interpreta el papel de "Cisne", está espléndida, como todos los demás. Pero, en este caso, me refiero a algo más que su papel, que desempeña con holgura.
Si tuviese que escoger un par de escenas, y, dado que alguno de mis predecesores ha elegido ya la del final, con el gesto de triunfo de Jeremiah ante el indio crow cuando se saludan, serían estas dos: la del hallazgo del cazador muerto con el rifle del 50 que Jeremiah buscaba y la de la mujer loca, cuando él se da cuenta de que tendrá que hacerse cargo del niño personalmente.
En resumen: una película para palomitas y para pensar, pero antes lo segundo que lo primero. Una fotografía impecable, un soplo de aire fresco (de la montaña, seguro) aún más de treinta años después de estrenarse. Impresionante, imprescindible, inolvidable.
Marco Antonio Rodríguez Porcel
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25 de octubre de 2007
22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la línea de las películas que se hacían en los primeros setenta en usamérica. Sin edulcorantes, retrata la dura vida de la conquista de lo salvaje por parte del hombre blanco. Imágenes poderosas, una muy buena interpretación de Brubacker, y una historia sencilla pero que engancha.
Para mi, la mejor de Pollack, o de las tres mejores. Tiene un sutil trasfondo ecologista, y de la pequeñez de un hombre ante la naturaleza más salvaje.
Lo mejor: Redford y su personaje, los parajes y los indios.
Lo peor: La comida de su mujer india.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Feldon
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20 de octubre de 2007
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco puedo añadir o revelar de esta cinta, es más, a la hora de leer el resto de críticas me he dado cuenta que casi todas las personas que han escrito sobre ella lo han hecho con el corazón, ya que esta película te ataca directamente a ese punto.

Maravillosa, bella... Inolvidable.

La película de Pollack es un ejemplo modélico de hacer cine de aventuras, o mejor dicho de hacer cine, ya que sus imágenes (con esos paisajes que coloca al espectador al lado de Redford) se calan en tu retina y no se vuelven a marchar nunca más.

Es la historia de un hombre (o mejor dicho leyenda), en el que descubrirá su destino, la belleza y el sentido de tener una familia, y por último la soledad.
Es ahí donde acierta Pollack, ya que solo muestra nuestros temores naturales, los miedos que atormentan a cualquier ser humano, en esta cinta pasamos de un júbilo y tranquilidad que encandila a cualquiera, a una situación desesperada y trágica que logra arrancar las lágrimas del espectador más duro como consecuencia de los miedos a los que me refería antes (perder a tus seres queridos), pasando de la paz a la violencia, de la violencia a la soledad, y de la soledad a la leyenda.

Un milagro de guión que tiene muy pocos puntos muertos, lleno de referencias cinematográficas que rinden pleitesía a maestros como Ford o Kurosawa, y en definitiva uno de los western más bellos de la historia del cine.

MAGESTUOSO REDFORD.
SEXY CRITICO
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30 de agosto de 2007
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Jeremiah Johnson" es una película muy especial, y lo es, en buena medida, porque es la historia de una montaña, algo poco habitual en el cine. Pollack nos muestra las Rocosas en Utah de un modo absolutamente magistral, con esos planos generales llenos de belleza. No hay duda de que estamos ante una película muy física pero, al mismo tiempo, llena de tintes poéticos, donde el director recupera el sentido del paisaje como obra maestra de la naturaleza.

En este contexto, Pollack nos narra la vida de Jeremiah Johnson, que decide abandonar el valle para irse a vivir a la montaña. "Todo lo que has aprendido en el valle, de nada sirve aquí arriba", le dice el viejo cazador de osos con el que se encuentra, previniéndole de que la vida en la montaña es extremadamente dura y no todos sobreviven.

La película puede dividirse en tres partes. La primera, de un cine poderosamente narrativo en el que suceden muchas cosas, termina tras la magnífica secuencia en el cementerio Crowe, y la película se convierte en obsesiva, neurótica, casi de terror, con Johnson cegado por la idea de venganza. La parte final es un resumen, una revisitación de los lugares donde el personaje de Redford ha vivido.

La película, apoyada en un espléndido guión de John Milius (Apocalypse Now) y Edward Anhalt, puede considerarse una película de silencios en la que hay diálogos y frases verdaderamente geniales ("vienen a la montaña buscando algo que ellos no llevan dentro" le dice el viejo cazador a Redford).

Con estos ingredientes, Pollack construye una película preciosa, llena de belleza, sentimiento y poesía. Sin duda, a la altura de su talento como cineasta.
Miguel M
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