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Alma mater

Drama Oum Yazan, madre de tres hijos, atrapada dentro de su casa en una ciudad sitiada en Oriente Medio, ha convertido su apartamento en un puerto seguro para su familia y vecinos, tratando de protegerlos de la guerra. Cuando las bombas amenazan con destruir el edificio, los francotiradores convierten los patios en zonas mortales, y los ladrones entran a reclamar sus terribles recompensas, mantener el equilibrio de la rutina dentro de las ... [+]
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
10 de septiembre de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin aliento, sin apenas resuello. Así se queda el espectador tras la medida, escueta, perfecta en su sencillez, película que nos regala el belga Van Leeuw. Plano a plano, secuencia a secuencia, con silencios largos y miradas inteligentes, con una suave música que aparece solo cuando se necesita, el director construye una película que es casi una obra de teatro, en el que el exterior es solo una amenaza que se escucha, que se intuye tras los visillos de un piso en el que una madre de familia se desvive controlando a los suyos y a los que vienen desde fuera y que también acoge. Todo esto no se imagina sin la presencia magnética, inconmensurable, de la gran Hiam Abbas, aquella que hace ya 10 años nos enamorara como actriz y como mujer, plena en su madurez artística y femenina, en la gran LOS LIMONEROS, otro film que nos habla de un conflicto, más soterrado que el que aquí se muestra, pero tan terrible y limitante como cualquier guerra. Porque de esto se trata, de mostrar el miedo, el coraje, el conformismo ante la fatalidad de unos y de otros. El ser humano expuesto a todas sus miserias. Una mención especial para Juliette Navis, una actriz secundaria de mucho empaque que ya me gustó mucho en la serie franco-británica EL TUNEL. Una película necesaria y que hay que ver.
melchorin
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23 de abril de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
supongo que el sentido final del cine es algo parecido a ésto... dejarte tan impactado que cuando la película termina uno se queda paralizado en la silla y sin capacidad de reacción hasta que pasan unos cuantos minutos.
Soberbias interpretaciones sobre un guion inteligente, sin una pizca de concesión a la mediocridad. Brutal este cine que nos llega de Bélgica y que vuelve a poner encima de la mesa una realidad tan cruda como ineludible. Y todavía hay gente que habla de legalidad y de papeles... qué sabrán ellos de burocracia cuando tu vida está inmensa en esta barbaridad.
rafa
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22 de abril de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película parte de un planteamiento sencillo que podía ser una obra de teatro, narra un día de una familia en la guerra de Siria. En realidad podría ser cualquier guerra y cualquier familia. El guionista no ha querido contar una historia con nudo y desenlace porque todavía no se vislumbra un desenlace próximo, así que siguiendo a la madre protagonista de una película coral, espléndidamente interpretada por Hiam Abbass, muestra el quehacer diario de una familia con las bombas, el miedo, la angustia, pero también con la rutina del paso de las horas dentro de una casa sitiada.
El director nos transmite perfectamente la angustia y la desazón de unas personas azotadas por el horror de una guerra y lo hace tan bien que sufres y estas incómodo todo el relato y hasta asustado.
Quizá le sobra la exposición de la violencia explícita en la escena central más cruda que se podría haber contado de otra manera, sin necesidad de exponerlo con ese destello tan hiriente sin deslucir el mensaje. Pero es una película tan necesaria como dura y esclarecedora que lamentablemente se puede trasladar a cualquier guerra y época.
Maria de las Mercedes
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10 de noviembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ninguna cinta de terror me ha hecho pasar más miedo y vergüenza de pertenecer a una especie tan despiadada consigo misma que las únicas dos películas de este belga de 64 años y quizás alguna de Lars von Trier. Del horror que es capaz de infligir el ser humano ya dio buena cuenta sin ningún tapujo en la brillante y espeluznante "El día en que Dios se fue de viaje" (2009) sobre el genocidio ruandés. Ahora le toca a Siria. Es igual, cualquiera de las dos cintas se acerca con lupa al sufrimiento individual, a la tragedia personal e imborrable de cada una de las victimas de una guerra cuyo dolor queda desdibujado por las estadísticas, por la rutina diaria de constatar que periódica e incansablemente nos matamos los unos a los otros como mandan los dioses a los que invocamos para justificar la barbarie, el abuso y la saña con la que lo hacemos.

Todo transcurre en el interior de una vivienda donde están atrapados todo el espectro generacional de una familia y sus vecinos. Desde el abuelo a un bebé. Una más de las guerras de turno los confina sin escapatoria posible, los convierte en victimas propiciatorias donde descargar toda la maldad que anida acechante en el hipotálamo de cada uno, esa misma parte del cerebro que también nos ayuda a sobrevivir.

La cámara queda recluida como uno más entre habitaciones y pasillos en una atmósfera donde los hechos cotidianos son la última frontera psicológica para afrontar la violencia que revolotea en torno a ellos, detrás de la puerta que ingenuamente guardan dos listones de madera. En este caso el director diversifica el horror entre la espera de la llegada inminente del mismo y el propio hecho violento. Las interpretaciones son excelentes, medidas, con una Diamand bou abboud magnífica.

No sabemos si desear que Van Leeuw no tarde tanto en ejercer de notario de la barbarie con su cine ejemplar. El último plano sobre el rostro plagado de arrugas del abuelo nos confirma que  su vuelta será inevitable.

cineziete.wordpress.com 
ELZIETE
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21 de abril de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Insyriated, el acertado título original del film que ha sido titulado en nuestro país como Alma Mater ha llegado al fin a nuestros cines, tras ganar en el 2017 el Premio del Público en la sección Panorama de la Berlinale y en el Festival de Sevilla, y recientemente batir un récord en los Premios Magritte (el equivalente a nuestros Premios Goya en Bélgica), alzándose con los 6 premios a los que optaba, entre ellos el de Mejor película, Mejor Dirección y Mejor Guión.

Alma Mater es un film muy reivindicable en los tiempos que corren por todo lo que conlleva. Y lo es porque nos introduce de lleno en la actual Siria en guerra, pero lo hace desde una perspectiva muy cinematográfica: exclusivamente desde el interior de una vivienda en medio de la guerra. Apenas llegamos a ver nunca el exterior, más allá de lo que pueden ver los propios personajes desde sus ventanas -con planos subjetivos-. Y por ello, cobra una inmensa fuerza el fuera de campo, que nos sugiere constantemente el horror que se vive allí desde hace ya demasiados años.

En dicha vivienda, a modo de piso franco, conviven distintas personas que se han juntado y que son los últimos inquilinos que quedan en el edificio. Sobreviven como pueden, con recursos reducidos. La puerta, siempre queda blindada, para protegerse de los saqueadores que surgen siempre en toda situación inestable -forma parte de la condición humana, por desgracia-. A lo largo del metraje hay bastantes planos secuencia que siguen a los personajes por la casa, realizando acciones que pretenden ser cotidianas -en una realidad que no debería serlo, pero que para ellos ya casi lo es-.

A la familia protagonista no la vemos preocupada por la política. Siria se ha transformado en un tablero maldito donde intervienen muchos intereses.

“La guerra acabará pronto…” dice uno de los personajes. Pero ya sumamos más de 8 años de conflicto bélico.

En el exterior suenan de fondo los desagradables ruidos de la guerra: disparos de francotiradores, bombas explotando, helicópteros, etc. El sonido es un protagonista más, y el tratamiento que le han dado resulta muy acertado. Su presencia, y como lidian con él los personajes, resulta escalofriante a momentos, y emotivo en otros, como cuándo los niños se ponen a cantar durante un bombardeo para combatir el miedo.

Uno de los conflictos que trata el film, es precisamente el de una pareja que discute sobre si irse de Siria o no, y convertirse en un par de refugiados más de los que nadie quiere saber nada. Toda su vida está enraízada en Siria (o en lo que queda de ella); parecen ser de clase media acomodada. Y este matiz es importante por el triste hecho de que en general las personas no logran solidarizar y empatizar con un conflicto lejano y que desconoce.

A modo de pequeña disertación, la imagen que suelen tener muchos sobre los refugiados, es el de gente pobre que huye de un lugar en busca de una vida mejor en nuestros países que son más prósperos. Pero de Siria, llevan años huyendo todo tipo de personas: también abogados, médicos, militares, profesores, etc. Porque tantos años de guerra y destrucción, hacen la vida imposible para todos. ¿Alguien piensa en esos miles de niños que llevan 8 años sin poder ir a la escuela, por ejemplo? Muchos ni siquiera conocen lo que es una vida normal, sin guerra.

Imaginad por un momento que en vuestra ciudad de pronto, estallara una guerra, y en la cual encima se involucran países ajenos que empezaran a bombardearla durante años. ¿Que hariáis? Tener el valor de dejar toda tu vida atrás, todas tus pertenencias, y huir a otro país desconocido en busca de un futuro, requiere de muchísimo valor. ¿Y cómo hemos tratado en Europa a estos millones de refugiados? Muchos deberían reflexionar al respecto, y considero que este film es una herramienta muy importante para ello, que podrá hacer que muchos empaticen al fin con los refugiados -aunque por desgracia llegue ya un poco tarde-.

El director belga, partió precisamente de esta idea, haciéndose a si mismo las preguntas: “¿y si eso me ocurriera a mí? ¿Cuáles serían mis mecanismos de defensa? ¿Cómo lo resistiría? Para responder a estas preguntas no es necesario ir a preguntar a Siria ni documentarse ni leer testimonios. Lo importante es ahondar en lo humano.

Por todo ello, creo que Alma Mater es una película imprescindible de ver, porque trasciende más allá de la pantalla, y nos muestra de primera mano un conflicto que está sucediendo ahora mismo en bastantes rincones del mundo (no solo Siria, no nos olvidemos de Yemen, por citar otro ejemplo). No es fácil empatizar con lo que es vivir bajo el miedo y el fuego cruzado, en una ciudad sitiada, cuando los del mundo privilegiado nunca lo hemos sufrido. Los que lo están sufriendo, son personas, personas con esperanzas perdidas. Y también con corazón. No perdamos nosotros el nuestro.

Publicado originalmente en Caméra-Stylo:
https://www.ecib.es/camerastylo/2018/04/21/alma-mater-de-philippe-van-leeuw/
Bouns
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