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Alma mater

Drama Oum Yazan, madre de tres hijos, atrapada dentro de su casa en una ciudad sitiada en Oriente Medio, ha convertido su apartamento en un puerto seguro para su familia y vecinos, tratando de protegerlos de la guerra. Cuando las bombas amenazan con destruir el edificio, los francotiradores convierten los patios en zonas mortales, y los ladrones entran a reclamar sus terribles recompensas, mantener el equilibrio de la rutina dentro de las ... [+]
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
16 de abril de 2018
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Salir al mundo es, a la fuerza, una empresa mortal, abandonar el seno materno nos escupe a un universo lleno de peligros y desdichas donde las lágrimas se mezclan con la sangre, la esperanza con el desconsuelo, la ilusión con el desencanto. Sacar adelante una familia – en un sentido amplio e inclusivo – es tarea titánica, tanto más si nos encontramos inmersos en una guerra donde lo de menos es triunfar y lo que en realidad se persigue es aniquilar al prójimo, destruyendo su autoestima o segando su vida. Matar por matar, humillar por venganza, deshonrar por prepotencia, destruir por vanidad… El catálogo de torturas y exterminios es infinito pero todo se reduce a lo mismo: cercenar al adversario, ya sea física o anímicamente. ¿Para sentirse superiores? Quizás, pero en realidad para creer que hemos alcanzado la condición de un semidiós y hemos vencido a la fugacidad de la vida y nos hemos convertido en demiurgos, donde dictamos las tablas de la ley por las que se han de regir todos.

Película desoladora, inquietante, tristísima y funesta. Pero también rebosante de amor, respeto, nobleza y solidaridad. Se me ha quedado grabada una imagen inmóvil y amarga en su mudo grito de auxilio. Un anciano – el patriarca reservado, el abuelo privado de dignidad y galones – se sienta frente a una aburguesada librería repleta de libros silentes. No vemos si añora o maldice, no sabemos si lamenta o agradece. Pero tuve que pensar en al austriaco Stefan Zweig y en su exilio suicida: cuando callan los libros, cuando prohíben las palabras, sólo nos queda el estruendo de las bombas y el pandemónium del juicio final… en la tierra. Nada de lo que puedas hacer va a cambiar nada, sólo nos queda apartarnos del mundanal estrépito y empuñar la melancolía.

Con elementos mínimos y un magistral uso del fuera de campo (todo lo peor se nos hurta a la vista, permaneciendo en un inquietante limbo visual), con un excelente uso del sonido y un soberbio uso del travelling que nos oprime y recluye a un espacio apenas salubre, apenas alumbrado, donde se quiere representar la fantasía de la normalidad y la esperanza de la superación en medio del caos y la infamia. Con unos actores excelentes – entro los que descuellan una grandiosa Hiam Abbass, cuyo desolado rostro nos infunde tanta compasión como rabia, así como una etérea e ilusa Diamand Bou Abboud, cuya toma de tierra en medio del cenagal de la carne nos llena de furia y desamparo – y con un metraje modélico, alcanza así casi la perfección: hablar de la quimera de la vida en medio del laberinto de la muerte.

Sin lugar a dudas excelente. No se la pierdan.
antonalva
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30 de enero de 2018
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director belga, Philippe Van Leeuw, conocido también por “El día en el que dios se fue de viaje” sobre el genocidio de Ruanda, es un director de cine comprometido que intenta dar a conocer cómo afectan los conflictos a los civiles que se ven envueltos en ellos. Escenifica el día a día, sin caer en lo macabro, solamente mostrando con pinceladas la crudeza de la guerra.

Alma Mater muestra el transcurso de un día en la vida de una familia que vive encerrada en un piso en Damasco, en plena guerra civil de Siria. Nueve personas atrapadas en un piso, en un ambiente que si no fuera por la luz que entra por las ventanas a las que apenas osan asomarse, sería sumamente claustrofóbico.

No pueden salir de casa, pues los francotiradores disparan a todo aquél que transita por las calles; los alimentos son escasos, la mayoría de las veces no hay agua corriente, y continuamente se oye el estruendo de las bombas y los disparos de los francotiradores.

Al comienzo del día, la criada (Juliette Navis) será testigo involuntario del disparo de un francotirador; horrorizada, se lo contará a la matriarca (Hiam Abbass) de la casa, que, velando por la seguridad de los que están bajo su techo, tomará la decisión de no hacer nada y seguir adelante.

La madre, sobreponiéndose a su preocupación y su miedo, aun en medio de una guerra, intentará llevar una vida lo más normal posible, limpiando la casa, cuidando del bienestar de todos, y vigilando que nadie abra la fortificada puerta para que no penetren en la casa fuerzas hostiles que deambulan por la ciudad, arrasando, violando y matando.

Constantemente se oyen disparos, bombas, explosiones. Por las ventanas entra un sol radiante, pero tienen las cortinas corridas, como si estas pudieran defenderlos de los ataques, y casi no se atreven a mirar el ambiente de muerte y destrucción que hay fuera.

Cada vez que una bomba cae cerca, la matriarca ordenará a todos atrincherarse en la cocina, que está más alejada de las ventanas. Allí, tras un recorrido agónico de nueve personas hasta llegar a una cocina estrecha, la familia pasará horas escondida en un silencio tenso hasta que momentáneamente los ataques den un respiro.

Viven encerrados, enterrados en vida; los niños casi no han conocido otra cosa, piensan que ese modo de vida es normal. Temen morir en la calle, de un disparo de un francotirador, de un bombardeo, pero también tienen muchísimo miedo de que alguien entre en la casa, y ese momento llegará…

Philippe Van Leeuw, que también es el guionista de Alma Mater, intenta mostrarnos en esta película que solamente cuenta la historia de un día en la vida de una familia siria encerrada en un piso, la dureza de las condiciones de vida en que vive la gente en una ciudad sitiada por la guerra.

Alma mater está rodada con muy pocos medios técnicos en Beirut, con cámara portátil, que consigue una atmósfera intimista, haciendo penetrar al espectador en la vida doméstica de unas personas corrientes. En su desesperación y su tormento. Como fondo, tenemos el retumbar de los bombardeos.

La luz juega un factor importante. Entra el sol a raudales por unas ventanas a las que no se pueden asomar, es como si fuera el mundo exterior inalcanzable, mientras que el interior del piso, donde viven encerrados, es oscuro y silencioso como su vida.

Aunque el hilo conductor lo lleva la madre en la película, todos los personajes son importantes y necesarios para la obra, y se nota la complicidad de los actores entre ellos, consiguiendo un resultado más que aceptable en el trabajo final.

Con esta película, atisbamos ligeramente la vida en una ciudad sitiada. Sin apenas imágenes explícitas, sin sangre, solo con el sufrimiento y tensión de los personajes y el claustrofóbico entorno en el que viven. Pero nos hacemos perfectamente a la idea del horror en el que viven las familias sirias víctimas del asedio.

A la familia protagonista no la vemos preocupada por la política. Siria se ha transformado en un tablero maldito donde intervienen muchos intereses, y se ha convertido también en una ratonera donde civiles, familias, y niños se han visto atrapados, masacrados. Las mujeres son violadas a la mínima de cambio, los edificios se derrumban atrapando a la gente dentro. Los hospitales han sido destruidos, no hay médicos para asistir a la población.

Asimismo, aquí no se habla de bandos de la guerra. Los disparos matan, los bombardeos matan, no importa de qué bando vengan. Cuando no hay agua o faltan víveres, da igual que facción corte el suministro. Se pasa sed, hay suciedad, y no hay comida. Es una guerra y eso lo dice todo.

Es una guerra televisada, que asalta al resto del mundo cuando están en su salón y salen las imágenes en los telediarios. Imágenes durísimas que por desgracia ya casi no hieren las retinas de los televidentes. La gente se horroriza unos segundos, y después pasa a ver noticias más amenas. Todo esto pasa muy lejos de su zona de confort, a ellos no les afecta. Están seguros viendo la guerra por televisión.

Siria es un polvorín con tantos contendientes, que ya no se sabe casi ni quién ni porqué empezó la guerra. Pero son ya seis largos años de guerra, miles de muertos. No hay sitio ya para tanta tumba. Hay niños que no han conocido otro modo de vida, piensa que eso que viven es la normalidad. No hay otra vida para ellos, y el futuro es incierto, muy incierto.

Alma mater es una película muy recomendable que nos ofrece la oportunidad de conocer cómo se sobrevive en una ciudad sitiada, como es vivir bajo el miedo y el fuego cruzado, y, de alguna manera, seguir adelante con las tareas cotidianas. Veremos cómo la gente vive realmente en una ciudad aniquilada por la guerra, y que no son unas simples cifras citadas en las noticias. Son personas. Tienen corazón, y las esperanzas perdidas.

Escrito por Luz Nogués
https://cinemagavia.es/alma-mater-pelicula-critica/
Cinemagavia
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11 de enero de 2018
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama real, situando la acción en un piso donde sus ocupantes oyen y sienten la guerra en sus carnes.
Muy conseguida, con gran veracidady donde la claustrobofia se vive de forma desgarradora.
Película tan dura como necesaria.
No había leído nada sobre este film, pero después de su visión lo he hecho y compruebo que tiene tres premios del público. Para mí, son los premios en los que más me fijo, por estar concedidos sin las presiones de los jurados.
floro
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16 de abril de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película en toda regla, no en vano ha ganado el premio del público en el Festival de Berlín (Sección Panorama), en el Festival de Copenhague y en el Festival de Sevilla. Premios del público, sí, porque al fin es el espectador el que no engaña, el que podría considerarse como principal garante de premios y reconocimientos. Y es que, cualquiera que vaya a una sala de cine a visionar esta cinta se dará cuenta casi de manera inmediata que es sobrecogedora, que mantiene en vilo al espectador viendo como una mujer que no quiere el recurso de la huida, tiene que mantener encerrada a su familia en su modesto apartamento, y desde esa restringida área no salimos en los 87 minutos que dura el metraje. Escasos metros cuadrados para un drama de dimensiones homéricas.

El director y guionista, el belga Philippe Van Leeuw, hace una reflexión sobre la cobardía de huir, de dejar atrás a los tuyos, y sobre las situaciones límite en las que apenas caben la solidaridad o el heroísmo. La situación es tan difícil que existen pocas decisiones razonadas, si acaso algún impulso heroico irracional. Pues bien, en esta localización irrespirable y limitada, Van Leeuw es capaz de lograr una puesta en escena ágil, sin afectaciones ni sacudidas de cámara. Así, en unos pocos metros cuadrados de habitáculo, recorriendo la casa, consigue construir el centro universal más peliagudo y espinoso del comportamiento humano.

Alma mater está rodada con escasos medios técnicos, con una cámara portátil que consigue una atmósfera intimista y que consigue introducir al espectador en la vida familiar y arriesgada de unas personas corrientes.

Tiene la película una música meritoria de Jean-Luc Fafchamps que cubre el drama unida a sonidos de helicópteros de bajo vuelo, disparos y proyectiles explosivos. La iluminación de Virginie Surdej da un brillo misterioso al apartamento y esta esta excelente fotografía de Surdej se desplaza por los espacios de la casa con la tensión a cuestas, a modo de acta notarial angustiosa que se da de bruces con dramas poderosos.

En cuanto al reparto, el trabajo de los actores está encabezado por la grande y descomunal actriz palestina Hiam Abbass que está sencillamente apabullante y con una descomunal vis dramática. Y aunque la vertebración del film corra de parte de la madre, todos los personajes son substanciales y precisos para la obra.

La película es, en cierto modo, un ejercicio de juego macabro donde fuera está la guerra y dentro una familia atravesada por la tensa sensación de una muerte que acechay en esa agonía y falta de sentido, una mujer incalificable que se mueve por los escenarios restringidos del film con la certeza de que hay infinitud de precipicios que necesariamente hay que saltar.

Película desasosegante y terrible, pero tomada de situaciones reales que están ocurriendo, escenarios y situaciones que vemos cada día en noticiarios televisados, en prensa escrita u online, realidades a las que ya nos hemos habituado y por las cuales hemos perdido sensibilidad. Pero quienes vean esta cinta no podrán dejar de empatizar con sus protagonistas. Es una manera de interiorizarnos de un conflicto que respiramos a diario y al que hacemos oídos sordos. Por eso esta película puede servir para despertar conciencias. De hecho, Van Leeuw ha declarado que esta película ‘proviene de un sentimiento de injusticia’.
Kikivall
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7 de septiembre de 2018
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hiam Abbass, actriz que como la mayoría no conocíamos, realiza una soberbia construcción del personaje.

Su director llega al espectador describiendo con exactitud ciertos matices, que son capaces de conmovernos a lo largo de su recorrido; al tiempo que se entrega dotada de una complejidad que va desdibujándose a medida que la trama avanza.

Montaje competente para una intriga claustrofóbica.
MIRADA MILENARIA
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