Proyecto Brainstorm

Un grupo de científicos de Carolina del Norte encabezados por Michael Brace (Christopher Walken) y la doctora Lillian Reynolds (Louise Fletcher) han ingeniado en su laboratorio de robótica un experimento de lo más revolucionario: a través de un casco insertado en la cabeza se pueden transmitir los sentimientos y emociones de otras personas. Una série de exitosas pruebas le suponen a Mike regresar al lado de su esposa Karen (Natalie Wood), que también trabaja de diseñadora en el proyecto. Cuando el equipo recibe el visto bueno del director Jefe Alex Terson (Cliff Robertson), éste les proporciona una nuevo ayudante, alguien implicado en el Ejército y dispuesto a ir más allá, para llevar a cabo el experimento con fines militares.

A Douglas Trumbull se le ha acreditado en un sinfín de películas de Ciencia-Ficción. Ya en “”2001, una Odisea del Espacio” (1968) de Stanley Kubrick fue su pasaporte a Hollywood que lo consolidó como uno de los mejores expertos en el diseño de efectos especiales. En 1973 dirigió la película de Ciencia-Ficción con mensaje ecologista “Silent Running”, interpretada por Bruce Dern y con música de Joan Baez.

“Proyecto Brainstorm” es un film técnicamente visionario y científico desgranado en un thriller de intereses. Propone la realidad virtual como futuro eslabón en los avances de la Ciencia. Fue la última película que interpretó Natalie Wood que moriría ahogada durante uno de los descansos del rodaje por lo que tuvo que ser substituida por una doble.

Después de su buen debut como director en "Naves misteriosas" (1972), el especialista en efectos especiales Douglas Trumbull volvió a dirigir la claqueta con otro interesante desvarío, aunque sería el último.

"Proyecto Brainstorm" se clasifica dentro de la vertiente más "científica" del género, la de investigadores, laboratorios y pruebas para dar forma a una idea, hoy en día cada vez menos descabellada: una máquina capaz de grabar sensaciones y experiencias sensoriales con el fin de que cualquier persona pueda sentir lo mismo que quien disfrutó de esas experiencias. El motivo es crear un instrumento capaz de interconectar mentes y, por tanto, leer los pensamientos. Incluso se muestra el desarrollo estético del producto para que sea más ergonómico y ocupe el espacio que ocuparía un par de cascos para escuchar música. Pero claro, un aparato con semejantes posibilidades no puede ser pasado por alto por las siempre inoportunas fuerzas militares...

El filme no llega a alcanzar la efectividad de "Naves misteriosas" ni resulta tan evocador, pero su desarrollo y su planteamiento más o menos realista mantienen el interés gracias al ritmo constante que imprime Trumbull.

Cabe destacar la siempre agradecida presencia de Christopher Walken, cuyo papel avanza hasta alcanzar un máximo nivel de importancia, desde el comienzo como artífice de la máquina, hasta el final como descubridor de una revelación tan bucólica como sorprendente.

En cuanto a efectos especiales, talento profesional por excelencia de Trumbull, el filme cuenta con momentos notables sobre todo hacia el final.

Lástima que fuera la última obra de Trumbull tras las cámaras, pues su escaso bagaje ha sido, si bien no brillante, sí de concepciones novedosas e interesantes para una ciencia-ficción con más ciencia que ficción.

Todo un clásico de la ciencia ficción que ha soportado bastante bien los casi 40 años que tiene la cinta, tanto en lo relativo al guión, que arranca de una forma muy atractiva aunque pierde potencia en el último tercio del metraje, como en el aspecto visual donde queda claro que Douglas Trumbull fue un visionario en muchos aspectos, de hecho se puede considerar que esta es la primera película que explora la denominada "realidad virtual". La reedición de esta película se ha hecho con gran calidad y hace muy disfrutable toda la parafernalia científica de la película, incluso puede llegar a sorprender la actualidad de algunos mensajes secundarios de contenido político y social.

Lo mejor: A diferencia de otras películas de la época mantiene ese encanto de las películas ochenteras, además de una sorprendente calidad de los efectos visuales, que lucen muy bien en HD.

Lo peor: Algunas líneas argumentales de los protagonistas pueden chirriar en el último tercio de la película, desinflando en parte el desenlace de la película.

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El brainstorming no surgió de la nada. La idea es interesante y las dos terceras partes de la película también, planteando posibles aplicaciones del "invento". Al principio, cuando Cliff Robertson muestra los resultados del proyecto, con una maquinita ochentera de la que salen unos cables conectados a los cascos de unos diez promotores y que controla las emociones de todos ellos a la vez como borregos, desde la adrenalina de la altura o situaciones de riesgo, hasta sonrisas bobas por la visión de tías buenorras, me parecía estar teniendo una visión también: la del presente uniformado. Visionario, evidentemente.

Tenemos que el brainstorm sirve para corregir matrimonios, ya que te metes en la cabeza del otro y puedes resolver los problemas, tiene pues aplicaciones románticas, y otras no tanto: es mejor que el porno. Tendrás visiones sexuales y un orgasmo continuado que durará toda la noche, así sí se puede morir uno. Pero su lado negativo llega, como todo, y sus aplicaciones siniestras como una especie de arma de defensa psicológica destructiva, con psicóticos esquizofrénicos y visiones aterradoras. Contra ello lucharán nuestros protagonistas.

También tienen visiones post mortem y experiencias espirituales-cósmicas que es donde la imaginería ochentera de la película da un bajón, tirando a lo cursilón. El último tercio de boicoteo a los malos es lo peor, la película no sabe cómo terminar.

Conocida en España con el nombre de "Proyecto Brainstorm" esta extraña cinta protagonizada por un jovencísimo Cristopher Walken resulta más interesante desde un punto de vista histórico-cinematográfico que no por la propia historia en sí. La premisa que presenta, la de grabar y reproducir memorias, se adelanta en el tiempo a Desafío Total (1990) o Días Extraños (1995), si bien estoy convencido que ya había novelas de ciencia ficción anteriores que lo trataban. Lo interesante es que lo presenta desde el punto de vista de los científicos que lo desarrollan, con tecnología totalmente 80s (veréis cintas magnéticas, conexiones a redes a través del auricular telefónico, mucho panel con botones luminosos, etc.). Un "gimmick" interesante es que los tramos reales se ven en un formato pequeño mientras que las memorias reproducidas aparecen en gran formato. Imagino que en su día sería un buen reclamo en el cine.

La película presenta la clásica trama de como las corporaciones y los militares se apoderan de un proyecto científico y de como éstos, a su manera, se revelan. Hay otras subtramas más vinculadas a la relaciones personales. La película es ligeramente oscura, sin exagerar. Personalmente le falta un poco de mal rollo para que hubiera sido memorable.

La segunda parte de la cinta es un pequeño desastre, ya que la venganza de los científicos resulta infantil y desentona con la película; quedaría bien en una peli de Bud Spencer y Terence Hill, pero no aquí. Merecería mayor puntuación si no fuera por esto. La parte final es, nuevamente, una concesión metafísica a los fans de 2001, bastante irregular y desmerecedora del buen comienzo. Christopher Walken cumple en su papel y resulta chocante verle en un papel expresivo (¡sonríe! ¡llora! ¡no tiene cara de palo todo el tiempo!).

En resumen, si queréis re-experimentar los 80s en todo su esplendor, y con todos sus defectos, entonces Brainstorm es una muy buena opción.