Después de su buen debut como director en "Naves misteriosas" (1972), el especialista en efectos especiales Douglas Trumbull volvió a dirigir la claqueta con otro interesante desvarío, aunque sería el último.

"Proyecto Brainstorm" se clasifica dentro de la vertiente más "científica" del género, la de investigadores, laboratorios y pruebas para dar forma a una idea, hoy en día cada vez menos descabellada: una máquina capaz de grabar sensaciones y experiencias sensoriales con el fin de que cualquier persona pueda sentir lo mismo que quien disfrutó de esas experiencias. El motivo es crear un instrumento capaz de interconectar mentes y, por tanto, leer los pensamientos. Incluso se muestra el desarrollo estético del producto para que sea más ergonómico y ocupe el espacio que ocuparía un par de cascos para escuchar música. Pero claro, un aparato con semejantes posibilidades no puede ser pasado por alto por las siempre inoportunas fuerzas militares...

El filme no llega a alcanzar la efectividad de "Naves misteriosas" ni resulta tan evocador, pero su desarrollo y su planteamiento más o menos realista mantienen el interés gracias al ritmo constante que imprime Trumbull.

Cabe destacar la siempre agradecida presencia de Christopher Walken, cuyo papel avanza hasta alcanzar un máximo nivel de importancia, desde el comienzo como artífice de la máquina, hasta el final como descubridor de una revelación tan bucólica como sorprendente.

En cuanto a efectos especiales, talento profesional por excelencia de Trumbull, el filme cuenta con momentos notables sobre todo hacia el final.

Lástima que fuera la última obra de Trumbull tras las cámaras, pues su escaso bagaje ha sido, si bien no brillante, sí de concepciones novedosas e interesantes para una ciencia-ficción con más ciencia que ficción.