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Chantaje en Broadway

Drama. Cine negro Burt Lancaster encarna a un famoso y ambicioso columnista que domina todo Nueva York a través de la información que habitualmente consumen sus más de 60 millones de lectores. Pero como todo el mundo tiene un punto débil: su hermana pequeña. Todo cambiará cuando ésta se enamora apasionadamente de un guitarrista de jazz y los instintos más básicos del periodista salgan a relucir. (FILMAFFINITY)
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Críticas 47
Críticas ordenadas por utilidad
10 de julio de 2009
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una verdadera sorpresa para quien escribe estas líneas. ¿Cómo es posible que una película tan buena como esta sea tan poco conocida y citada? ¿Cómo es posible que en España tenga un título tan vulgar siendo el original tan hermoso? Misterios insondables de la existencia, supongo.

MacKendrick me era conocido por "Viento en las velas" y por "El Quinteto de la muerte", dos buenas películas, sin duda, pero esta me resultaba del todo desconocida. Descubrirla ha sido un verdadero placer, un glorioso paseo por la Nueva York nocturna de garitos y bares rebosantes de personajes dudosos, cuando no abiertamente malvados o despreciables. En el trono de la abyección reina Hunsecker, interpretado por Burt Lancaster con el nervio y la solvencia requeridos; un poco por debajo, pero opositando para sucederle como rey de los abyectos, Sidney Falco, un magnífico Tony Curtis, para mí en su mejor actuación. El primero es columnista de éxito y por tanto, enormemente poderoso. El segundo es agente de noticias, esto es, quien hace el trabajo sucio, sin importarle las consecuencias. Sin embargo, Hunsecker tiene una hermana pequeña que se ha enamorado del hombre equivocado (a su juicio, claro está), y junto con Falco, desplegará toda su habilidad y abyección para evitar un compromiso.

Toda la película exhala un ambiente malsano, lleno de pequeñas, medianas y grandes componendas entre personajes interesados, que se mueven por la noche neoyorkina como depredadores nocturnos; por ello constituye uno de los mejores relatos acerca de la corrupción, entendida en su sentido más genérico, que se han hecho en el cine de todos los tiempos.

Hay que destacar el guión, con unos diálogos soberbios, llenos de ironía y dureza, que siempre mantienen el interés de la historia; una puesta en escena perfectamente trabajada, con una ambientación muy destacable, llena de nocturnidad, y por lo tanto, de night-clubs. La dirección de actores funciona muy bien, algo importante en un filme con tantos secundarios como el presente, y se ve enriquecida con la portentosa labor de los dos protagonistas.

Por todo esto, una película que hay que reivindicar y disfrutar aspirando su dulce aroma a éxito.
Quatermain80
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2 de enero de 2012
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así es como se representan las figuras de un columnista y un agente de prensa en Broadway, interpretados magníficamente por Burt Lancaster y Tony Curtis. El primero, J.J. Hunsecker, sostiene el prestigio y el reconocimiento entre sus lectores (‘veinte mil almas leen su columna cada día’) gracias a la columna “Los ojos de Broadway”, sin embargo es considerado un hombre despiadado y prepotente entre sus compañeros de oficio, capaz de manipular a cuantos sea necesario con tal de ver realizados sus deseos. Por otro lado, Falco (el agente de prensa interpretado por Tony Curtis) como lacayo de J.J., aspira a ocupar su lugar en un futuro no muy lejano; para ello emplea sin pudor ni corazón la ilusión, los sueños y los sentimientos de aquellas personas a las que necesita, persuadiéndoles para que cumplan el rol que él requiere para alcanzar sus objetivos, manejándoles como títeres en sus manos.

Con las cartas en la mesa, se nos presenta una destacable obra dentro del cine negro, que manifiesta las claves del éxito dentro del mundo de los medios de comunicación, siendo un ejemplo adecuadamente extrapolable a otros ámbitos directamente relacionados con la fama y el reconocimiento social.

McKendrick nos mantiene en tensión e implicados en la trama durante todo el film, destacando ciertas escenas memorables, en las que tanto Lancaster como Curtis exhiben sus incuestionables dotes interpretativas.

Una película que no dejará indiferente a ningún aficionado al cine negro, pues ésta se nos sirve como un buen vino de antaño, degustable en cada sorbo, en este caso, en cada detalle.
Lombo22
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23 de julio de 2008
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
187/30(21/07/08) Notable film de cine negro, pero con la particularidad de que aquí en lugar de armas lo que se utiliza son las mentiras, la falsa información, la manipulación, el poder de la prensa ...El argumento gira en torno a un agente de prensa trepa, Sidney Falco (Tony Curtis), que para poder escalar posiciones se pone al servicio de J. J. Hunsecker, este le conmina a separar la pareja que forman su insegura hermana (Susan Hrrison) un músico de jazz (Marty Milner) y para ello utilice todos los medios posibles, incluidos los más indignos, Falco no duda en mentir, ejercer de proxeneta para que una mujer se acueste con un periodista, y demás barbaridades. El guión de Ernest Lehman funciona como un reloj, un guión frenetico, cínico, con enfrentamientos dialécticos sobresalientes. Alexander MacKendrick dirige el film con pulso firme, brillantemente situando la acción en una Nueva York sombría, gótica, con una dirección de actores soberbia, consiguiendo de Curtis probablemente su mejor interpretación, mantiene una química desbordante con Lancaster, un Burt Lancaster en uno de sus grandes papeles, llenando la pantalla con su presencia, dando vida al engreido todopoderoso periodista que se creé que él puede decirle a la gente lo que debe de pensar, Burt es uno de los más grandes de la historia. Recomendable a los amantes del cine. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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5 de diciembre de 2018
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ese “Dulce olor del éxito” al que alude el título del film, sugiere una profunda reflexión sobre la influencia negativa del periodismo canallesco e inquisidor. El inquietante y corrosivo film de Mackendrick comienza entre luces de neón y el ajetreo nocturno de las calles de Manhattan, este infravalorado pero magistral cineasta nos presenta un relato intenso, seco y duro como un tema de “Hot Jazz”, cuyos dos protagonistas son dos seres detestables: un columnista de noticias mundanas, el cual presume de 60 millones de lectores en el país, J. J. Hunsecker (Burt Lancaster) al que su oficio de chismoso ha convertido en una persona temida en la noches de Broadway, y un amoral agente de prensa, Sidney Falco (Tony Curtis), arribista y codicioso que vive del engaño y las migajas del festín que J.J. se reserva para sí mismo. Basada en un relato de Ernest Lehman, (Con la muerte en los talones) y “pulida” por el dramaturgo Clifford Odetts, al parecer inspirada en un periodista real.

El film oscuro, sigue los pasos de estos personajes durante una noche, un día y una nueva noche en su intento de desbaratar un noviazgo, un amor noble y romántico, el de la hermana de J. J., Suzie (Susan Harrison), con un joven músico de Jazz en un “night club”, Steve Dallas (Marty Milner), para J. J. es una forma de confirmar su poder y de satisfacer el ¿amor? posesivo que siente por su hermana, mientras que para Falco es un modo de agradar al poderoso y conseguir, de paso, que sus representados figuren en “negritas” dentro de las columnas diarias que escribe, el pérfido J. J. un tipo que se jacta de quitar y poner políticos hasta zarandearlos en la picota, utilizando amenazas veladas. Gente mezquina que vive revolcándose en el fango infecto sin mostrar ningún escrúpulo por ello.

El relato no ahorra ninguna acidez para trazar un retrato de esos seres abyectos y ese ambiente corrupto del periodismo con su poder de decidir el éxito o el fracaso en el “show business” de forma caprichosa desde la arrogancia y la soberbia. Son el escaparate de una jungla humana nocturna tras el que no hay más que vacuidad, la luz del alba pone al desnudo el artificio, la apariencia de vida, basta con que dos personajes (Suzie y Steve), se rebelen para que desaparezca el bullicio y la luz, quedando las calles desiertas, una luz triste que pone al descubierto, la zafiedad del mundo de la noche donde pululan, delincuentes de pluma avezada, lacayos que expulsan veneno por la boca, policías corruptos, prostitutas que quieren regenerarse, políticos timoratos con amantes que todos conocen excepto la esposa, y propietarios de garitos nocturnos de todo pelaje.

Resulta patético asistir a, cómo execrables personajillos pierden el culo por aparecer en “negrita” en la famosa columna, “Los ojos de Broadway” de tan indecente “juntaletras”. Y cómo los parásitos disfrazados de columnistas merodean por los clubs nocturnos en busca de carnaza para su abominable quehacer cotidiano. Todos se temen, se odian, se desprecian y se necesitan para mantener la ficción en la que viven. Son una cadena de variaciones sobre la altivez y el despotismo de J. J. Hunsecker, la abyección de Falco y el podrido mundo en el que se mueven, donde la única excepción es la joven pareja de enamorados. Todo ello con la magnífica música de Jazz de Elmer Bernstein, la soberbia fotografía (por supuesto en blanco y negro) con claroscuros de fuertes contrastes, la estética heredada del cine negro, sobre todo su fuerza dramática y el sentido del espacio. Imprescindible obra maestra.
EL ALBATROS
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2 de noviembre de 2007
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al lado de estos “señores”, nuestra prensa del corazón ó si lo prefieren prensa rosa, como la salsa, son las monjitas del convento de las Descalzas. No citaré nombres por no descalificar pero ninguno de ellos ni de ellas, y hay nombres “insignes”, alcanza los niveles de bilis amarga y desbocada de J. J. Hunsecker ni la sumisión y el clientelísmo de Sidney Falco (Burt Lancaster y Tony Curtis respectivamente, geniales ambos)

Pero la interpretación de estos dos grandes actores no es lo único genial. De geniales pueden calificarse los diálogos, el guión ó la música.

“Me gusta esta ciudad” dice Hunsecker tras observar un desagradable incidente nocturno. Frases claras, directas, lapidarias, de quien dispone del cuarto poder (¿ó es el primero?), que manipula las voluntades de los lectores, que juega a ser Dios alzando ídolos de barro ó derrumbando las torres más altas, con la mente y las ideas más retorcidas que un sacacorchos.

Y acompañando a J. J. su “alter ego”, Falco, el de las “cuarenta caras”, el que “vendería a su madre por un dólar”, “capaz de robarle un caramelo a una ancianita”, y al “que no se puede morder porque está lleno de veneno”. ¿Que les parecen estos retazos del guión?... Por haber hay hasta sugerencias de incesto, eso sí camufladas y “al gusto de la época”.

Sinceramente, poco más se puede pedir. Solo se puede reconocer y es de justicia, los méritos de un director como MacKendrick no tan conocido como otros pero francamente, muy pero que muy interesante.
FATHER CAPRIO
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