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El abogado del diablo

Thriller. Drama Jennifer Haines, una atractiva y brillante abogada, tiene que defender a David Greenhill, un playboy acusado del brutal asesinato de su millonaria esposa. Al principio Jennifer es seducida por el refinado encanto de David, pero pronto descubre los secretos de su cliente. (FILMAFFINITY)
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
31 de octubre de 2010
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mal llamada película “El abogado del diablo” nombre que hace alusión al filme donde aparece Pacino. Es un thriller menor. Agujerado y predecible. Don Johnson desperdiciado y Rebecca inflada.
Después de ver esta película se antoja platicar con Rebeca en un acogedor bar y plantearle que en el cine hay ocasiones en que hay que asesorarse para elegir papeles.
No huyas Rebecca, que el mundo no se acaba; y a veces de los errores se aprende.
RAMON ROCEL
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7 de diciembre de 2011
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una atractiva y exitosa abogada (de Mornay) acepta como cliente a un gigolo acusado de haber asesinado a su mujer. Pronto se dará cuenta de las aviesas intenciones del homicida...
Pésimo thriller entre judicial y psicológico, que engrosa el topicismo y hastío del thriller USA de los 90 y que es un ejemplo de cómo hasta cineastas prestigiosos como Lumet caen en semejantes productos sin poner el más mínimo empeño en la empresa, salvo el onanismo comercial. La película tenía algunas posibilidades de corte malicioso (una abogada actuando en contra de su cliente, aportando pruebas que demuestran su culpabilidad) pero el horroroso guión de Larry Cohen (del que Lumet no se sale lo más mínimo: ¿dónde está la personalidad del verdadero autor de la película?) y la no menos mala interpretación de la pareja protagonista (fruto de una mala elección de él, muy concretamente: no se puede escoger a un actorcillo como Johnson, otro más a la innumerable cantidad de guapos-horribles actores: Rourke, Reeves, Lamas, Cruise, para un personaje de presumible complejidad dónde hay que matizar constantemente) la hacen una película olvidable, simplona, de trama evidente hecha inverosímil gracias al guión de Cohen y a la realización de Lumet.
kafka
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21 de junio de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de decidirme a hacer esta crítica, he leído las de los demás usuarios de esta web, y quiero decir que no estoy muy de acuerdo con lo que dicen, o sea, que no es un mal film como la mayoría opinan, aunque también es cierto que podía haber sido una gran película como sólo el gran y difunto Sidney Lumet sabía rodar.

Bueno, el caso es que yo tan sólo he visto esta película una vez, y digo una porque como ya nos hemos dado cuenta este film tiene ya más de 20 años, y yo no hace ni uno que lo he visto, pero la verdad es que me lo he pasado bastante bien disfrutando de esta película que aunque, sí, es verdad, no es de las mejores de toda la carrera de Lumet, pero no por eso hay que pasar de ella hasta el punto de no verla ni tan siquiera una sola vez.

Puede que la próxima vez que vuelva a ver esta película no me parezca tan buena como cuando la vi la anterior primera vez, pero lo que si sé es que este film es guay, y si a algún fan del mencionado Sidney Lumet no lo ha visto aún, pues que lo haga ya, porque seguro que llega a gustarle, seguramente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gryzor
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19 de abril de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película de 1993, protagonizada por dos auténticos guaperas en su momento, y la portada y título original son sugerentes. Con estos elementos, “El abogado del diablo” podría parecer que es una de las muchas “hijas” del éxito del film con Michael Douglas y Sharon Stone. Pues bien, la realidad es bien distinta. El que quiera ver algo así con Rebecca De Mornay, que vea “Nunca hables con extraños” (con Antonio Banderas).
Aquí comparte reparto con Don Johnson, un actor que siempre fue más reconocido por su famosa de televisión que por los trabajos que ha hecho en el cine.
Esto no es ni más ni menos que un thriller judicial muy justito, con algo de juego de engaño y una peculiar relación entre la abogada y el cliente. La trama, desde luego, no es para tirar cohetes.
Sus personajes están encantados de haberse conocido y parecen dignos de tener en su casa el espejo de la mala de Blancanieves, pero el argumento no tiene demasiado que ofrecer.
Si no fuera por el gancho de esta actriz, tan famosa en los 80 y 90, la película podría pasar por un mero telefilm. Ni siquiera llega a ser demasiado sorprendente el final.
Al menos, para ser de juicios, no es exageradamente aburrida o pesada. Yo por lo menos soy capaz de verla sin cansarme demasiado, a pesar de que el género se preste a ello, y no se molesten en hacer muchas escenas fuera de los pasillos y salas de los juzgados.
Mediocre, pero para mi gusto, logra quedarse por los pelos por encima de la línea del bodrio.
Como curiosidad, podemos ver aquí al malo de “Avatar” con muchos años menos y un aspecto bastante poco reconocible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
i42poloj
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2 de enero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ella le pregunta: "¿Por qué...por qué te quitaste los guantes antes de matarla?". Él le responde: "Sentía más placer. Matar con los guantes sería...como joder con condón".
El momento decisivo de esta trama cuyo suspense circula entre juicios que nos viene a indicar que esta abogada tan sagaz e inteligente ha cometido un grave error...defender a un gran pedazo de cabrón.

Para el que se conozca el cine del americano Sidney Lumet ya sabrá de sobra que el inmiscuirse en dramas y "thrillers" desarrollados entre juicios y juzgados siempre ha formado parte de su filmografía, desde el inicio de ésta, cuando se estrenó con el clásico "Doce Hombres sin Piedad", y ha permanecido a lo largo de los años como una de sus grandes obsesiones, demostrando el hombre su habilidad para el género con títulos tan sobresalientes como "Veredicto Final" o "La Noche cae sobre Manhattan".
Con "El Abogado del Diablo", ya contando 69 tacos sobre sus hombros, este veterano todoterreno decide ponerse al frente de una producción escrita por el guionista/director Larry Cohen, especialista de la serie "B", sobre todo en los géneros de terror y ciencia-ficción (contando en su haber con la fascinante trilogía de "Maniac Cop"), que navega a medio camino entre el drama judicial más clásico y ese "thriller" de toque oscuro y ambiguo que tanto pegaba en la década de los '90 a raíz del tremendo éxito que generó el "Instinto Básico" de Verhoeven.

Empezando con unos créditos iniciales muy "hitchcockianos", Lumet desarrolla una trama bien construida, pese a su aspecto de formato televisivo de sobremesa, cimentada sobre el obvio magnetismo de la pareja protagonista, donde tenemos un suspense que se va incrementando en tanto en cuanto esa peligrosa relación abogada-acusado que establece el personaje de Greenhill por su propia cuenta va estrechándose, haciéndose cada vez más amenazante para Jennifer.
En mitad de este juego de seducción donde el papel del clásico casanova se desmitifica, e incluso se transforma en una parodia del mismo, y en el que la mujer queda convencida de la mala decisión que ha tomado por culpa de su ambición, Lumet, como de costumbre, aprovecha para plantar una crítica al erróneo proceder de ese sistema judicial estadounidense tan injusto e hipócrita, aunque esta vez dicha crítica le sale más mordaz que amarga. No encontré realmente ninguna queja en este intrigante film tan vapuleado en su momento hasta que llegaron los dos fallos que me hicieron comprenderlo todo; no es la primera vez que vemos cómo una obra de suspense de desarrollo perfecto se ha ido al traste por culpa de malos giros en el argumento.

La ambición por querer salir siempre victorioso puede acarrear consecuencias sumamente trágicas, y precisamente ese es el punto débil de Jennifer Haines, una atractiva y siempre resolutiva defensora de la ley que no para hasta ganar un caso. Mientras ella asiste a sus juicios permanece ignorante de que un misterioso individuo siempre está observándola, y por giros del destino este hombre llamado David Greenhill, un atractivo y auténtico caradura cuyo oficio, en sus propias palabras, es vivir de las mujeres, se mete de forma inesperada en la vida de la abogada cuando es acusado falsamente del asesinato de su esposa.
De primeras ella, atenta a que no se le escapen buenas oportunidades cuando se le presentan, decide defender a ese donjuán enamorado de sí mismo; el que sea inocente o culpable está en el aire, pero los problemas empiezan cuando él intenta seducirla con sus armas de galán empedernido. No puede abandonarle, se consideraría una grave negligencia. Jennifer está atada de pies y manos, así que debe atender a su deber protegiendo a Greenhill de todas las acusaciones...aunque la sospecha de su culpabilidad se convierta en una certeza cada vez más plausible.

"El Abogado del Diablo" cuenta, efectivamente, con dos vueltas de tuerca en su guión que joden totalmente la historia: la primera cuando queda desvelada la duda de si Greenhill es o no culpable mucho antes de que acabe la película, y la segunda ese final tan fácil, precipitado, absurdo e increíble que convierte a un film hasta ese momento casi perfecto en un producto previsible y desaprovechado.
Al eternamente carismático Don Johnson el papel de seductor caradura y golfo le viene como anillo al dedo, llevándose frases verdaderamente impagables y compartiendo pantalla con la eficaz Rebecca de Mornay, que una vez más me sorprende con su actuación. Howard Shore brinda su buen hacer en la banda sonora y Andrzej Bartkowiak en la fotografía, y si tras la cámara no estuviera alguien de la experiencia del director la película no poseería la misma fuerza que tan bien sabe imprimirle éste. Lástima el final...un ilustre patinazo para Lumet.

A todo esto, véanla en idioma original, porque el doblaje de los dos protagonistas es nauseabundo a más no poder (luego se quejan del de "El Resplandor"). El personaje de Johnson pierde ese toque amenazante y a Rebecca de Mornay le ponen una voz aguda y chirriante que es de lo más detestable.
Chris Jiménez
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