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Faraón

Drama Imperio Nuevo. Egipto se encuentra en una difícil coyuntura. Por una parte, los asirios amenazan con invadir el país y, por otra, el empobrecimiento del pueblo es cada vez mayor. Una vez proclamado faraón, el joven Ramsés XIII (que nunca existió) decide poner remedio a esta situación sirviéndose de las riquezas de la casta sacerdotal, que concentra en sus manos el poder económico, religioso y, de hecho, también el político. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 29
Críticas ordenadas por utilidad
29 de marzo de 2010
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si en los años cincuenta y sesenta los péplums y superproducciones manufacturadas en EEUU pero rodadas, en su mayoría, en España e Italia, la entonces oculta cinematografía del Este (países bajo protectorado soviético) no repararon en gastos para rodar films de índole épico aunque algo modestos pero no ausentes de un subliminal mensaje socialista y orientado al pueblo.

Una gran película, metódica, abstracta y poéticamente marciana. Tomen nota en el plano inicial de los escarabajos peloteros, y en que claramente resume el estado de sumisión del pueblo por una minoría privilegiada, y que se traduce en la desfachatez de éstos pocos al ignorar, por ejemplo, las inútiles súplicas de un anciano para que no le destruyan el canal por dónde debría pasar agua y que ha construido durante años con sus propias manos.

“Faraón” es el ejemplo más claro de lo que Jerzy Kawalerowicz sugirió a los cinéfilos occidentales que ya empezaban a cansarse con discursos y moralinas pseudoreligiosas “made in Hollywood” ofrecidas en las estampitas retrógadas aunque bien logradas y convincentes “Quo vadis” (1951) de Mervyn Leroy, “Ben-Hur” de William Wyler (1959) o “La Historia más Grande Jamás Contada” (1966) de George Stevens. La película de Kawalerowicz también podría anteponerse a la colosal “Cleopatra” (1963) de Joseph L. Mankiewicz en cuanto a exposición de espectáculo. Y queda a años luz, obsoleto. Pero aún así el director polaco juega con la ventaja de enriquecernos con un discurso de contenido social intachable. La película nos introduce en las arenas ardientes de Egipto y Uzbekistán (exteriores rodados) así como los fríos y claustrofóbicos decorados que escenifican el palacio y el laberinto ya rodados en Polonia, una áustera alegoría sobre la lucha de poderes en contra de las convicciones de un pueblo (representado por un fictício Ramsés XIII que representa la esperanza de las masas) frente a los Sumos Sacerdotes de Osiris que custodian un Tesoro que podría salvar al pueblo egipcio de la hambruna y a punto de decaer en las garras de los enemigos sirios.
Natxo Borràs
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28 de julio de 2008
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fué hace más de 20 años, siendo yo muy joven, cuando vi este filme la primera vez.
La semana pasada me atreví de nuevo a su visionado para verificar la honda impresión que había dejado en mi retina y en mi mente.
Desde luego, mi ojo cinéfilo ha madurado mucho en 20 años.
Puedo entrever los defectos de montaje, la enorme probidad de medios, pero también percibo la mano firme de un realizador que ha dado una joya a la historia del cine.
Desde la primera escena conque arranca la película hasta la escena final es todo una lección de cine, porque no hay ni una línea de diálogo en varios minutos, no hay costosas cámaras que "vuelen" sobre el escenario ni ningún otro alarde técnico, pero la fuerza de la imagen nos lo dice todo y mucho sobre la época y sobre las personas, y nos toca la mente y el corazón.
Actores desconocidos, pero excelentes (qué tal el sumo sacerdote supremo, ¿no se os parece con Kevin Spacey? xD!! si son calcados...), paisajes escasos pero en escenarios reales (una maravilla eso sí), y en verdad la mejor película verosímil y creíble que se ha hecho sobre el Egipto faraónico superando el falso glamour y la fantasmería del poderoso Holywood. Recomendada y recomendable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Flaterik
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13 de enero de 2009
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película, en mi opinión, muy real, con el ritmo pausado que debía caracterizar la vida en aquellos tiempos. Al ver esta película debemos huir de este insidioso ritmo de vida que nos da el siglo XXI.

Sí, es cierto, el faraón protagonista (Ramsés XII) no existió pero seguro que las vivencias y anhelos que se transmiten en la película debieron sentirlas muchos faraones mirando atrás al gran esplendor de Ramsés II, el grande entre los grandes.

Las conversaciones, de una virtuosidad asombrosa, con el alto clero dan momentos épicos a esta película. Te la recomiendo sinceramente, sobre todo si huyes de lo comercial y lo inmediato y buscas viajar a otro tiempo, a otra época. Y también si te gusta Egipto de verdad.
Eddy
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6 de febrero de 2010
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corrí el riesgo de asistir a un ladrillo pese a lo bien que me habló un profesor de Historia Antigua acerca de “Pharaón”; yo por entonces prescindí de la idea de que el buen cine histórico lo podemos encontrar cuando menos lo esperamos, sin tener que provenir de Hollywood (que más de un batacazo ha dado en este género), no obstante, quizás fue ese inquietante magnetismo que la civilización del Nilo ejerce constantemente lo que me embarcó en esta sensacional historia.

La idea del guión resulta convincente y sobre todo efectiva, ya que el pulso entre este faraón ficticio y el clero está perfectamente planteado, y no viene a ser más que una desviación del enfrentamiento que sostuvo Amenofis IV, si bien este último fue un faraón pacífico y muy creyente en el Sol, mientras que el Ramsés XIII del filme es un soberano belicista, mujeriego y poco atento a los asuntos religiosos.

La película cuenta con una verosimilitud histórica bastante considerable aun siendo del año 66 (véase lo magníficamente interpretados que están los sacerdotes). Sin embargo, la escena del eclipse podría haber estado más trabajada, y el maquillaje resulta torpe, al contrario de la destreza exhibida en los vestuarios.
Kawalerowicz consigue reflejar con innegable buen oficio el espíritu hierático y sacro de la cultura egipcia, ese cariz de solemnidad presente a lo largo de la cinta constituye un rasgo acertadísimo, haciendo gala de una puesta en escena hábil y majestuosa, y mostrando eficacia en el uso de la música (especialmente los cantos de los sacerdotes, que resuenan escalofriantes por las galerías de aquellos colosales templos) y de los escenarios, tanto decorados como localizaciones reales. A esa notable dirección artística habríamos de sumarle un sobresaliente trabajo de fotografía, que saca el máximo provecho moviéndose inteligentemente entre las ruinas arqueológicas del otrora Imperio, bien conservadas y grandiosas.

Y es precisamente de grandiosidad de lo que no carece esta película, ya que Kawalerowicz consigue que nos metamos de lleno en el Egipto Antiguo, bien sea rodando con esmero los rituales religiosos o adentrándose cámara en mano en medio de un batallón de lanceros egipcios. Película para disfrutar una tarde bien tranquilo, que a pesar de su metraje se pasa en un visto y no visto y, sobre todo, amantes de la Historia, no se la pierdan.
flecha
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24 de mayo de 2010
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Faraón" constituye una estupenda recreación de la civilización milenaria del antiguo Egipto. La película narra la historia de Ramsés XIII, inexistente en la vida real según fuentes históricas pero que, sin embargo, el film explora y explica con gran rigor y lujo de detalles las luchas intestinas entre los poderes fácticos. El film supone un acercamiento hacia dicha civilización por parte de la clase política, el poder sacerdotal y el militar, amén de una conjunción por el control del propio poder y, por ende, una estirpe destinada a la perpetuidad que sólo el naciente Imperio romano se encargó de someter totalmente a su libre albedrío y a sus intereses particulares.
"Faraón" constituye un colosal ejercicio de estilo, austero en sus formas pero enormemente pródigo en detalles didácticos a nivel jerárquico, social y militar. La película gana enteros debido a su proyecto ambicioso de recrearse en los exteriores naturales de Egipto, en su perfecta ambientación, en la riqueza de sus diálogos y en ornamentación y vestuario. Pero, lo que hace al film de sumo interés es la ambigüedad moral de sus personajes. Absolutamente todos buscan su propio interés personal, por lo que no existe ningún personaje por el que nos resulte fácil decantarnos o identificarnos. Sin embargo, es interesante el papel preponderante que ejerce el poder sacerdotal y su influjo. Con todo ello podemos establecer paralelismos que no han cambiado en absoluto a lo largo de los siglos: el orden piramidal continúa vigente y el control por el poder es detentado por unos pocos que guardan "sus tesoros" con gran celo.
Notable película de obligada visión para todo amante del cine en general y de la historia en particular. En suma, toda una experiencia.
Isis
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