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Faraón

Drama Imperio Nuevo. Egipto se encuentra en una difícil coyuntura. Por una parte, los asirios amenazan con invadir el país y, por otra, el empobrecimiento del pueblo es cada vez mayor. Una vez proclamado faraón, el joven Ramsés XIII (que nunca existió) decide poner remedio a esta situación sirviéndose de las riquezas de la casta sacerdotal, que concentra en sus manos el poder económico, religioso y, de hecho, también el político. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 29
Críticas ordenadas por utilidad
7 de marzo de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque este faraón nunca existió, por la numeración y por la amenaza asiria, se puede llegar a la conclusión de que el Egipto representado es el decadente del Tercer Periodo Intermedio, que abarca, más o menos, el primer tercio del primer milenio a. de C. (grosso modo, del -1.000 al -650). Pasados los esplendores del Imperio Nuevo, en el que Egipto alcanzó su mayor expansión territorial, todavía le quedaba por delante un milenio de historia que se caracterizó por la decadencia y las dominaciones extranjeras.
El joven e inexperto faraón quiere revivir tiempos mejores para los egipcios, pero se enfrenta a las inercias de la casta sacerdotal (un oligopolio como cualquier otro), que es la que, de facto, detenta el poder. Su rebelión y sus conspiraciones tienen escasas posibilidades ante los omnímodos recursos de sus oponentes.
La situación podría equipararse con la de esos países de la Europa del este que, tras la IIGM quedarón bajo la influencia de la URSS. Sujetos a directrices impuestas desde fuera, sus gobiernos eran títeres y cualquier intento por cambiar este statu quo era violentamente reprimido. En estas circunstancias, las críticas hacia este estado de cosas que puediera hacer un país como Polonia, tuvieron que ser muy sesgadas. Más que nada, por sortear la censura y las más que probables represalias.
Aparte de esa denuncia, la película tambien atesora una gran calidad estética. La movilidad de la cámara, el uso narrativo del punto de vista, la belleza de los encuadres, la vistosa dirección artística son sus bazas principales. Un hermoso espectáculo visual, muy alejado del canon hollywoodiense, que denuncia el apego del poder al dogma y al inmovilismo. Elocuentísimo plano final.
iñaki
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22 de junio de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Faraón” es una de las obras cumbre del cine polaco que en aquel año 1966, atravesaba su momento de máximo esplendor, asentado sobre la firmeza del apoyo gubernamental, el propio director, Jerzy Kawalerowicz dedicó cuatro de su vida para hacer realidad esta ambiciosa producción histórica. El proyecto tenía como base una novela de Boleslaw Prus, adquiriendo un sesgo intemporal, en la medida que refleja el eterno conflicto entre el poder civil y el poder religioso, entre el idealismo renovador y la tradición, dentro de esa lucha fratricida se inscribe esta convincente recreación fílmica del Antiguo Egipto.

Una película de tensiones introspectivas que, por el contrario, explica con claridad meridiana la situación en la que estos conflictos se dirimen. El argumento presenta a un Egipto que se encuentra en una difícil coyuntura debido a la presión exterior de los asirios y la pobreza de la mayoría del pueblo. El joven faraón Ramsés XIII decide aliviar la situación valiéndose de las riquezas del tesoro del templo, hasta ahora controlado por el clero. El enfrentamiento con el poder sacerdotal se hace inevitable en el empeño de cambiar las cosas. Ni que decir tiene, que el film se posiciona a favor del faraón, pero el retrato de los personajes es muy matizado, el trabajo interpretativo es notable, huyendo del maniqueísmo fácil.

Película poseída toda por el color terroso del polvo del desierto, renunciando al fasto visual para introducirse en la mente y el cuerpo de los personajes. La puesta en escena es impecable, la ambientación apabullante pero alejada del “colosalísmo” americano, a pesar de su épica siempre mantiene un tono intimista e introspectivo. Las batallas están muy bien rodadas, a menudo con la cámara infiltrándose entre los contendientes con abundantes primeros planos para sentir una tensión diferente en el furor de la batalla. Pese a la presencia de anacronismos e inexactitudes (el dracma y el talento, por ejemplo, fueron monedas griegas, jamás egipcias), estamos ante la que seguramente es la más convincente recreación del Antiguo Egipto, estéticamente inspirada en los murales y relieves legados por aquella cultura milenaria y situada en las antípodas de las producciones históricas hollywoodienses.
Antonio Morales
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16 de diciembre de 2015
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi perra ladra cuando tiene algo que decir, no es de esos perros que ladran al tuntún porque están aburridos o por molestar cuando uno desea fervientemente estar tranquilo. Ella habla cuando ladra, y si no hay nada que decir no ladra. Digo esto porque hay que concretar antes de explicar que mi perra se ha tirado toda la película ladrándole al protagonista. Era aparecer en pantalla el hijo del faraón y matarse a ladrarle y gruñirle. A mí la verdad es que también me resulta muy desagradable, no sólo su cara, también su voz. Pero era hacerle un primer plano y la perra matarse a ladrar. Y mi perra no ladra con cualquier cosa de la tele. Todas las semanas ve Cuarto Milenio y ni una vez se le ha ocurrido decirle ni mú a Iker o a Paloma Navarrete. En casa es poco de ladrar a gente. Ladra alguna vez si tiene hambre o quiere que le abran la puerta para ir a desfogar, pero nada más. Miento, le ladra al de la pizza. Es a la única persona a la que ha ladrado más que al hijo del faraón, pero es que este chaval tiene una moto muy escandalosa y creo que a mi perra le molesta; eso y que le gusta la pizza como a todos los perros de buen estómago.
Hubo una escena en la que yo también ladré, esa en la que el tipo está metido en una especie de habitación-cueva y empiezan a tocarle la espalda unas manos, y hay un sonido raro e inquietante, empecé a ladrar y apareció detrás de él la sacerdotisa lo que sea, que le dijo que no quería ser su novia porque no podía y a él no le pareció una respuesta adecuada. Pero ya no ladré más. Tenía fiebre y me dormí. Me despertaron los ladridos de mi perra, pero ladraba en polaco y ella no es muy de ladrar en lenguas centroeuropeas, hasta me asusté. Dí un repullo y dije "mierda nos vienen a robar", pero era la tele, había saltado al Gran Hermano. Tampoco le gusta Mercedes Milá. A mí me molesta su tono de voz. Tengo fiebre, ahí te dejo al faraón, Mercedes, disfrútalo pero no le ladres, es muy sensible, trátalo con cariño y búscale una novia que él no es capaz.
SunshineReactor
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3 de abril de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminando de ver “Faraon” (1966) de Jerzy Kawalerowicz con Jerzy Zelnik, Andrzej Girtler, Krystyna Mikolajewska, Piotr Pawlowski, Leszek Herdegen, Stanislaw Milski, entre otros.

Drama polaco basado en la novela homónima de 1895, siendo la 4° y última novela del escritor polaco, Bolesław Prus; que es un estudio del poder político y del destino de las naciones, ambientado en el antiguo Egipto, en la caída de la XX Dinastía y El Nuevo Reino.

La acción se emplaza en el siglo XI a.C., una época de decadencia para Egipto porque se encuentra en una difícil coyuntura:

Por una parte, los asirios amenazan con invadir el país, y por otra, el empobrecimiento del pueblo es cada vez mayor.

Así, una vez proclamado Faraón, el joven Ramsés XIII decide poner remedio a esta situación, sirviéndose de las riquezas de la casta sacerdotal, que concentra en sus manos el poder económico, religioso y de hecho también el político.

Boleslaw Prus, el autor, fue un partidario del positivismo, un movimiento sociocultural que privilegia la razón sobre la emoción y la progresividad sobre la tradición; de hecho, los positivistas polacos apoyaron la obtención de la igualdad de derechos para los campesinos y las mujeres, y vieron a la sociedad como un “organismo social” de ahí que algunas de sus ideas se derivan de las obras del filósofo Herbert Spencer; y sus creencias políticas influyeron en una obra profundamente política.

Por ello, El Faraón del título aprende que aquellos que desafiarían los poderes existentes son vulnerables a la cooptación, la seducción, el soborno, la difamación, la intimidación y el asesinato; y quizás la lección principal, absorbida tardíamente por Ramsés como faraón, es la importancia, para el poder, del conocimiento.

La película fue tratada como una superproducción que socavó las reglas del cine peplum de Hollywood, que algunos consideraron una desventaja, otros una ventaja; y también hubo interpretaciones que lo apuntaban como una película “con un significado anticlerical”

Y es que la creciente amenaza al poder de los faraones durante ese tiempo era el ambicioso sacerdocio; y durante el siglo XI a.C., una dinastía de sumos sacerdotes de Amón, por ejemplo, tomó el control de gran parte de Egipto; gobernaban como reyes de facto mientras que nominalmente estaban subordinados a una serie de faraones políticamente débiles.

Así, los argumentos políticos presentados todavía parecen bastante razonables:

No confíes en los sacerdotes, los políticos y especialmente en los sacerdotes políticos; eso es porque “Faraon” lanza preguntas fundamentales sobre el poder, la religión y un elemento no tan habitual en las películas, la economía.

Y desde un enfoque muy realista, rodeado de intrigas y supersticiones; lo que surge es una historia trágica de la confianza excesiva de un joven en su destreza, contra algo mucho más siniestro, engañoso y despiadado, que él alguna vez ha imaginado

Así era, muy probablemente, el mundo del Antiguo Egipto.

No es casual que haya sido hecha bajo el lente de estrictos egiptólogos, que la convirtió en una de las películas polacas más taquilleras de todos los tiempos, haciéndolo sobre todo, un análisis penetrante de un sistema de poder, basta ver la escena del eclipse, donde se muestra de forma magistral, cómo los resortes de poder han ido utilizando los avances en el campo del conocimiento para la manipulación de un populacho, ignorante y supersticioso.

Pero aun con el rigo histórico de la producción, Ramsés XIII es un personaje de ficción:

Si bien el nombre Ramsés era relativamente común para los faraones de las dinastías XIX y XX, solo había 11 faraones históricos con ese nombre:

2 de ellos eran miembros de la dinastía XIX, y 9 de la dinastía XX.

Por tanto, lo mejor viene de la impecable cinematografía con efectos visuales poderosos y ritmo lento; sin olvidar de una actuación que lleva a la audiencia a estados de angustia, incertidumbre, miedo, rabia y a menudo sensualidad, con una actuación teatral perfecta de primera clase y economía de medios.

En contraste con Hollywood, aquí la puesta en escena se caracteriza por una sobriedad que se aleja de la pompa y el cartón piedra; con una ambientación hiperrealista, destacando un vestuario parco y liviano, claramente influido por los frescos de la época, y una banda sonora que se limita a determinados cánticos rituales.

Pero sobre todo, se hizo estudios en profundidad de los trajes y objetos comunes de la vida en el antiguo Egipto; y lo mejor, como todas las epopeyas antiguas que se remontan a La Era del Cine Mudo, no hay CGI o de apariencia falsa como el cine moderno tiene todo el tiempo... de ahí que se diga que este es el mejor espectáculo de las realidades antiguas que se creó en toda la historia del cine.

“La locura es tan grande como el mar, rodeará cualquier cosa”

RECOMENDADA

http://lecturascinematograficas.blogspot.com/
Alvaro Zamora Cubillo
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8 de agosto de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
He tenido la ocasión de visualizar Faraón. Un film del que desconocía todo.Oí de hablar de él a un crítico en radio sobre películas ambientadas en esa época con sus luces y sus sombras respecto a vestuario y puesta en escena. Lo de los intérpretes pertenece a otro sector.

La parte faraónica de Los Diez Mandamientos (1956), está muy lograda. Tierra de Faraones (1955) tiene una muy buena ambientación. De echo pensaba que era la mejor en cuanto a este apartado.

Considerando que Faraón (1966) a pesar de estar rodada diez años más tarde, que en aquellos años, y creo que mucha gente no conocíamos el cine del este, por aquello de la política, ha sido una agradable sorpresa en cuanto a color, vestuario, decoradosy puesta en escena general. ¡¡¡Muy recomendable!!!
Carmela77
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