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España España · Málaga
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8
Drama Imperio Nuevo. Egipto se encuentra en una difícil coyuntura. Por una parte, los asirios amenazan con invadir el país y, por otra, el empobrecimiento del pueblo es cada vez mayor. Una vez proclamado faraón, el joven Ramsés XIII (que nunca existió) decide poner remedio a esta situación sirviéndose de las riquezas de la casta sacerdotal, que concentra en sus manos el poder económico, religioso y, de hecho, también el político. (FILMAFFINITY) [+]
6 de febrero de 2010
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corrí el riesgo de asistir a un ladrillo pese a lo bien que me habló un profesor de Historia Antigua acerca de “Pharaón”; yo por entonces prescindí de la idea de que el buen cine histórico lo podemos encontrar cuando menos lo esperamos, sin tener que provenir de Hollywood (que más de un batacazo ha dado en este género), no obstante, quizás fue ese inquietante magnetismo que la civilización del Nilo ejerce constantemente lo que me embarcó en esta sensacional historia.

La idea del guión resulta convincente y sobre todo efectiva, ya que el pulso entre este faraón ficticio y el clero está perfectamente planteado, y no viene a ser más que una desviación del enfrentamiento que sostuvo Amenofis IV, si bien este último fue un faraón pacífico y muy creyente en el Sol, mientras que el Ramsés XIII del filme es un soberano belicista, mujeriego y poco atento a los asuntos religiosos.

La película cuenta con una verosimilitud histórica bastante considerable aun siendo del año 66 (véase lo magníficamente interpretados que están los sacerdotes). Sin embargo, la escena del eclipse podría haber estado más trabajada, y el maquillaje resulta torpe, al contrario de la destreza exhibida en los vestuarios.
Kawalerowicz consigue reflejar con innegable buen oficio el espíritu hierático y sacro de la cultura egipcia, ese cariz de solemnidad presente a lo largo de la cinta constituye un rasgo acertadísimo, haciendo gala de una puesta en escena hábil y majestuosa, y mostrando eficacia en el uso de la música (especialmente los cantos de los sacerdotes, que resuenan escalofriantes por las galerías de aquellos colosales templos) y de los escenarios, tanto decorados como localizaciones reales. A esa notable dirección artística habríamos de sumarle un sobresaliente trabajo de fotografía, que saca el máximo provecho moviéndose inteligentemente entre las ruinas arqueológicas del otrora Imperio, bien conservadas y grandiosas.

Y es precisamente de grandiosidad de lo que no carece esta película, ya que Kawalerowicz consigue que nos metamos de lleno en el Egipto Antiguo, bien sea rodando con esmero los rituales religiosos o adentrándose cámara en mano en medio de un batallón de lanceros egipcios. Película para disfrutar una tarde bien tranquilo, que a pesar de su metraje se pasa en un visto y no visto y, sobre todo, amantes de la Historia, no se la pierdan.
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