Un domingo maravilloso

Excelentísima película de Akira Kurosawa. Una sorprendente obra maestra que, afortunadamente, nada tiene que ver con su cercano cine propagandístico. Grandiosa en su pequeñez, como si fuera una referencia a la propia película. Poética e íntima, tiene momentos absolutamente inolvidables. Yo diría que huele ya a Tarkovski... Y es que, cuando una película es excelente, hay que ponerle un diez.

210/24(29/07/10) Entrañable trabajo del maestro nipón Akira Kurosawa. Es un film intimista y austero que se centra en una joven pareja japonesa, se encuentran el único día de la semana que pueden verse, el domingo, en esta jornada salen a la luz los problemas de dinero de él, sintiéndose afligido por este motivo, él es un tipo melancólico y tristón que contrasta con el carácter de ella, que es optimista soñadora y risueña, estas dos personalidades antagónicas se pasan todo el día con un tira y afloja, que desemboca en un concierto musical platónico final delicioso. La historia no ha perdido vigencia, es un relato universal y atemporal, muchas parejas de enamorados se reflejaran en este domingo. Posee destellos del gran Kurosawa, sobre todo en su ritmo y dinamismo, asimismo te deja unas cuantas escenas maravillosas, yo destacaría la de la carrera de los dos por la ciudad para llegar a tiempo para el concierto, desprende una enorme fuerza de ilusión y optimismo, otra es la que sucede en el mísero piso de él, cargada de dramatismo y por último la del final en el recinto musical, fascínate de ilusión en un mañana mejor. Los actores bordan sus papeles, Isao Numasaki y Chieko Nakakita traspasan la pantalla con su química, transmitiendo por momentos desesperanza y en otros son unos soñadores que creen el futuro. Recomendable a los que gusten de dramas románticos bien hechos. Fuerza y honor!!!

No puede ser otra cosa que por ley de causalidad que, en tan sólo dos días, consigo acceder a dos filmes curiosamente concatenados: “El Reloj” y “UN DOMINGO MARAVILLOSO”.

Ambos títulos tienen una traducción literal y mientras “el reloj” pareciera aludir a esa felicidad que a veces se vive contra el tiempo, hablar de “un domingo maravilloso”, en relación con la historia que nos cuenta Kurosawa, es casi una ironía. La película de Minnelli es optimista, esperanzadora, capaz de visionar lo encantador de la existencia. La obra del japonés -evidente réplica de aquella que se hiciera dos años antes, y con la cual mantiene varios nexos: dos seres comunes, primer encuentro en un lugar público, aventura lineal en el transcurso del día, encuentro con otras personas con quienes se comparte diferentes experiencias, sencillez narrativa…- es pesimista, ve el mundo con pesadumbre y con un sentimiento de que la injusticia cunde por todos lados. Así pensaba Kurosawa entonces: “El mundo es un gran campo de batalla –dijo-. Los malos viven en guerra incesantemente, sin dejar a los buenos espacio alguno para vivir o trabajar”.

Si hemos de creer al maestro japonés –y esto se lo creo- su cine es una autobiografía en código. Y prueba de ello es que intervino siempre en sus guiones, participó del montaje y eligió cuidadosamente a sus protagonistas. El resto fue su visión del mundo… y el pesimismo lo perturbó por mucho tiempo.

El lenguaje que utilizan Yuzo y Cheong, la joven pareja que sueña con formar un hogar, tener una casa y montar un pequeño negocio, da cuenta de su sentir y del mensaje explícito y desesperanzado que nos quiere dejar el director: “Sólo sé atormentarme”, “Soy un perro salvaje”, “Todos viven mal en este momento”, “No seas optimista cuando mires al futuro”…

Y es aquí, cuando se produce un contenido latente -no percibido por Kurosawa e invisible de seguro para el espectador común-, que permite validar este sombrío filme como apto apenas para una sesión psicoanalítica y/o espiritual: Son tus pensamientos los que determinan tu realidad. Joe y Alice -los personajes de Minnelli-, al aflorar la luz de sus corazones, la ternura y la solidaridad, dieron paso a la bondad del mundo y la realidad se reencajó para enseñarles todo lo bueno que nos rodea cuando se vive con amor. Pero Tung y Cheong, revestidos de escepticismo y de fracaso, de impotencia y de mal juicio hacia sus semejantes, vieron el mundo que querían ver. En esto la vida es implacable y, por supuesto, justa.

Sólo cuando cambies tu manera de pensar, de decir y de hacer, habrá de cambiar todo aquello que recibes de la vida. Porque la realidad se construye a cada instante y siempre se parece a la forma como la concibes.

Desde este punto de vista, este filme sólo es útil para mentalidades adultas.

No es la mejor película para descubrir a Kurosawa, estoy convencido que el interés de la mayoría llegados aquí es el de completar la filmografía del maestro japonés. No eran buenos tiempos para Japón, habían perdido una guerra y el país estaba en ruinas, así que vaya por delante mi admiración por aquellos que en un contexto tan negro se dedicaron a hacer cine como podían, seguramente no con los mejores medios. No creo que Kurosawa buscara ganar dinero con "Un domingo maravilloso", más bien pretendía decirle a los espectadores que pese a todo había siempre motivos para sonreír y ser optimista. Esperanza e ilusión. Es maravilloso que se hiciera cine con estas intenciones. Sin embargo, pese al nombre propio del director y pese a esa sanísima perspectiva desde la que nace la película, encuentro que el resultado es muy irregular. Incluso la renombrada escena del concierto no me ha parecido tan brillante.

El ritmo es cansino a menudo y lamento mucho decir que todo a partir de los veinte minutos se hace demasiado previsible. Tenía que verla y finalmente me ha dado lo que esperaba, un director en pañales recién llegado que apunta maneras, claro, pero muy lejos del que vendrá con el tiempo. Queda claro que Kurosawa amó el cine desde sus inicios y que aquí hizo lo que pudo, no tanto lo que quiso. Nos quedan los sueños, eso siempre...

Anticipo que no me gusta el cine de Kurosawa por dos razones fundamentales: su lentitud y su aburrimiento. Dicho esto he de añadir que "Un domingo maravilloso" me ha sorprendido favorablemente. Kurosawa, en su línea, alterna una excelente ambientación y puesta en escena (excelsa la fotografía) y una dirección magistral, con un desarrollo de la historia lentísimo que nos hace bostezar y unos personajes que multiplican por seis cada gesto cotidiano de medio segundo. Empero, ha venido bien no irme a dormir porque el final es maravilloso. Todo. Hay absoluta perfección cinematográfica. Desde la entrada al auditorio me he quedado con la boca abierta por lo que he visto: planos bellísimos, interpretaciones memorables (¡menuda pareja protagonista!), mágica atmósfera de sueños creada por un director de cine que se hace mago y que necesita menos que una chistera y un conejo. Con una pared le basta. ¿Y con un banco?... En la soledad de la estación los enamorados lloran de felicidad y enseñan al público lo que es el amor.
Si no fuera porque la primera y más importante regla del cine es "no aburrir"...