El pregón

¿Qué esperaban? ¿Una de Martin Scorsese?

La película es solo, insisto, solo una comedia. Si los hermanos Farelly dirigieran la película mucha gente vería en esta película la quintaesencia del humor. Y no nos engañemos, ni una cosa ni la otra. Correcta comedia (cinco alto le pondía, rozando el seis) protagonizada por dos muy buenos cómicos y rodeados de un fabuloso reparto.

Lo mejor es no ponerse pedante y reirse un rato con la película. Y si a alguien no le gusta, no pasa nada. A mi no me gustan los Morancos pero asumo que a otros muchos sí. Pero eso no significa que ellos sean malos, solo que tenemos tipos de humor diferentes.

Esta película la han anunciado en la champions, en El chiringuito, en Zapeando... y hasta Buenafuente ha salido con Tiparraco en youtube promocionándola. Así que por falta de esfuerzo para vendérnosla no será, que la hemos visto anunciada hasta en la sopa.

¿Cuál es el problema?, que hablando claro esta película no vale para nada. Y llega a resultar hasta ofensivo. El otro día hablaba con un amigo (no muy cinéfilo él) y me comentaba que no veía cine español, que no le gustaba, que era muy malo y que la última española que vio (y con la que se había reído mucho) fue 8 apellidos vascos.

Yo le decía (puede que inútilmente) que España tiene muchas películas buenas y muchas películas muy buenas, pero es inevitable no darse cuenta de que cómo no va a pensar eso si la película que se nos vende a bombo y platillo, la que quieren que vayamos a ver y la que tenemos en la cartelera de nuestros cines como alternativa a las americanas es El pregón.

Me parece indescriptible, además, que a estos dos tíos se les REGALE (o se regalen) una película. Se debe pensar que cualquiera vale para actor y no, no vale cualquiera. Seguramente disfrutarán con esta película los que de verdad se hayan preparado, los que de verdad sepan de actuación, los que respeten esta profesión y los que pese a ello estén trabajando de camareros.

No tengo absolutamente nada en contra de Buenafuente ni de Berto, los vi bastantes veces cuando estaban en la 3, cuando estaban en la sexta, cuando volvieron a estar en la 3, vi el programa que Berto tenía en la Paramount y hasta los escuché por la radio en Nadie sabe nada. Pero zapatero a tus zapatos amigo. Al igual que no me gustaría que pusieran un bombero a operarme o a un cirujano a salvarme de un incendio, no me gusta que estos dos se metan en un terreno para el que no valen, un sector donde no se les ha perdido nada.

¿Habéis visto actuar a Buenafuente?. No sé si es que se ha pensado que por hacer cameos en Torrente ya es actor. Y lo mismo ocurre con Berto, quien tuvo cierta gracia en 3 bodas de más pero ya está, ahí debió quedar. Escucharlos hablar, ver las escenas en las que están juntos es como ver un pedacito de uno de sus programas.
No hay más que verlos junto a Jorge Sanz, quien sin hacer absolutamente nada del otro mundo se los come.

Claro, estos dos son muy listos y no exploran campos como la construcción o la hostelería, no trabajan el alambre no, a ellos les pica el gusanillo de la actuación.

Lo peor del caso es que mañana a cualquiera de estos, y ya no hablo de Andreu o Berto si no en general, le da por escribir una novela y encontramos su libro antes que uno de Dickens o Vázquez-Figueroa.

Del guión 3/4 partes de lo mismo. Esto ya era algo esperado. No criticaría la falta de originalidad con la historia desarrollada en un pueblo mostrándonos lo paletos que son, haciendo bromas de contraste, ni con lo de las viejas glorias venidas a menos si tuvieran la gracia por algún lado. Pero es un humor tan malo, tan carente de chispa, de gracia, que ciertamente no queda otra que dejar la película a un lado y olvidarte de ella.

Aunque es una película bastante corta, el guión es aceptable, la interpretación de Berto y Buenafuente es muy similar a sus trabajos en la televisión. Aunque es su primera película juntos, no destaca en el cine español, entretenida para verla por la tarde con amigos/as. La música está acertada aunque esté sacada de Berto.

No hay mucho que decir, salvo que es una peliculilla sin pretensiones que busca hacer reír al espectador tirando de dos cómicos con muy buena química entre ellos y -a mi entender- eficientes en su oficio de hacer reír. No destacan como actorazos, no, pero creo que se defienden. Y, qué voy a decir, me reí, me reí bastante, que es lo que pretendía el filme ¿no?. Por cierto, si alguno de esos actores se merece un goya, esa es la cabra encolerizada, maravillosas las escenas de la cabra encabritada y su duelo con Andreu. Un maldito goya para esa cabra, qué maravilla de actriz, qué mímica, qué método.
Bromas a parte. A mí me ha gustado, no sé. Tampoco prometía más de lo que da.

¿Qué sucede con una película como “El pregón” que (a pesar de su interés) la seguimos con desinterés? Quizás habría que comenzar entendiendo que el guion pretende ser simpático, pero le falta intensidad, apenas tiene media docena de gags repartidos por todo el metraje y son bastante blancos, demasiado amables por decirlo de alguna manera. Es decir, “El pregón” pretende un público demasiado amplio (no solo de edades y sexos sino también de maneras de entender el cine) y eso hace que nunca se acabe de implicar y nunca vaya más allá cuando debe. El resumen de las películas que no arriesgan (y van a lo seguro: a la taquilla) es que puede que lleguen a un gran número de personas, pero parecen fotocopias unas de otras.
A todo esto, hay que sumarle otro problema: Berto Romero y Andreu Buenafuente funcionan en la televisión, el teatro y en la radio, tiene un ritmo y una dinámica establecidas en ese rol de “padre e hijo” (o sobrino y tío) que tan bien les funciona cuando están solos (a modo de las parejas clásicas de humorista), pero en el cine, de repente son como el Titanic, navegando a toda prisa hacia el desastre. Buenafuente recita sus frases sin convicción, como si supiese que no es un actor, casi con vergüenza, lo que le resta toda credibilidad porque es un error darle a un mal actor un papel acorde a sus capacidades narrativas (debería ser al revés). Solo le salva que está rodeado de excelentes actores (en especial Jorge Sanz), incluso un flojo Berto Romero consigue salvarle alguna escena, pero no es suficiente porque tampoco es la mejor película de Berto. Falta química de Buenafuente hacia el resto y eso lastra la película porque, en vez de ver al personaje de una película, todo el rato vemos al tipo ese de la tele fuera de su zona de confort y eso en un suicidio artístico cuando la película está construida sobre su personaje (y el de Berto). Conste que Buenafuente y Romero me parecen brillantes en cualquier cosa que hagan, no obstante, han encontrado la horma de su zapato en el cine, y pese a tener una película hecha a medida, nunca acaban de funcionar. El resto es lo de siempre, comedia amable costumbrista en la onda de ese cine ligero actual que pretende entretener por encima de todo pero que se queda a medio camino de todo y nunca se atreve a más. No es malo tener una película así, casi como un capítulo de cualquier serie televisiva que funciona en base a la construcción de algo perfectamente medido. Pero uno, en el cine, espera que este tipo de películas tengan algo que enganche, algún tema diferencial (como sucedía con los actores en “Ocho apellidos vascos”). Aquí no lo hay. Es simplemente una cosa de esas que llamamos “peliculita para pasar el rato”. Aunque quizás eso no es un defecto porque eso es precisamente lo que pretendían. Quién sabe. Yo, en mi error, esperaba más.