Aquellas juergas universitarias

Entre finales de los años 70 y durante los años 80 proliferaron numerosas películas en las que sucedían los más disparatados acontecimientos en el marca de las universidades norteamericanas. Varios años después el director Todd Phillips vuelve a tocar el tema pero desde una perspectiva más madura, aunque en tono de comedia.

Aquellos universitarios que sólo pensaban en el alcohol y en el sexo, ahora tienen 30 años, sus correrias universitarias quedan lejos, pero justamente en el momento en que tienen que asumir sus nuevas responsabilidades (trabajo, familia, hijos, etc), deciden huir de ellas y refugiarse justamente en aquel período de sus vidas en que sus preocupaciones eran nímias. De esta forma, los tres amigos (interpretados por Luke Wilson, Will Ferrell, Vince Vaughn) deciden montar una fraternidad en el campus universitario.

Sin embargo los tiempos han cambiado, con respecto a los años 80.... El film intenta captar a aquéllos nostálgicos de las famosas películas de universitarios ("Desmadre a la americana", "Porky's", y sucedáneos), y a pesar del tono de comedia, por debajo subyace más bien un tono algo más serio sobre unos personajes que se sienten jóvenes y poco preparados ante las nuevas responsabilidades que tienen por delante. El problema es que el director no va mucho más allá del chascarrillo cómico, y no acaba de conseguir transmitir su mensaje, quedando un film simplón sobre tres adultos en la universidad.

No es una obra tan absurda aunque no creo que en la vida real alguien intente revivir su vida juvenil del modo tan peculiar que se muestra en la película, tiene buenos ratos y me ha hecho dar mas de una carcajada. Me ha hecho reflexionar acerca de la importancia de la amistad y de tener una vida juvenil no solo dedicada al estudio si no también a algo de la diversión.

Mitch trabaja como abogado de una importante firma. Felizmente casado, asume con gusto los avatares propios de la clase media estadounidense. Buen trabajo, casita en barrio residencial y una suficiencia económica que le permite darse un capricho de tanto en tanto. Todo, todo se le viene abajo cuando descubre a su mujer, tremenda aparición de Juliette Lewis, en una faceta del todo inesperada.

La regresión propuesta por Todd Phillips, desde la estabilidad treintañera a la efervescencia colegial, es un canto a la eterna juventud, entendida ésta como sinónimo de fiesta desenfrenada, gamberrismo variado, espíritu incívico y libertinaje sexual. Un cocktail ya conocido y saboreado, servido a través de tres personajes carismáticos y dispares entre sí como son aquellos a los que dan vida Luke Wilson, como eterno romántico, Vince Vaughn, en funciones de instigador maléfico, y Will Ferrel, simplemente Frank “El Tanque”.

‘Old school’ no cogerá por sorpresa a nadie. Sucesora en tiempo y forma de ‘Road trip’, sirve para abrir el camino a la franquicia ‘The hangover’. Un trámite necesario que a más de uno gustará, consolidando la firma y estilo de uno de los cineastas más en forma del panorama actual.

Desenfadada, que no desenfrenada- lamentablemente-, película que se desmarca del subgénero en su apuesta por un reparto con más tronío del acostumbrado. Efectivamente, el trío de "peterpanes" compuesto por Luke Wilson, Will Ferrell y Vince Vaughn gustará más o menos, pero resulta indudable que se trata de actores hechos y derechos, a diferencia de los inocuos elencos adolescentes que acostumbran a protagonizar las cintas de este pelaje. Se los ve comodísimos en sus, más que descerebrados, gamberros roles; sobretodo a un Will Ferrell desbocado y, gracias a Dios sólo en una ocasión, desvestido. Él es el alma indiscutible de una fiesta un tanto plana- el guión no da para mucho más-, organizada por todo un experto, u obcecado más bien, en la bullanga extrescolar, Todd Phillips. Perpetrador, entre otras, de "Road Trip" y la, hasta el momento, trilogía de "Resacón", y productor del desfase último y definitivo, "Project X", no logra, sin embargo, insuflar brío ni continuidad a una trama algo pálida que no está, ni mucho menos, a la altura de algunos de los hilarantes gags que la salpican. Son estos momentos puntuales, con su medida dosis de brutalidad e incorrección- tres concretamente destacan por encima del resto (spoiler)*-, además del trébol protagonista, los que mantienen a flote una cinta que bien hubiera podido resultar tan infumable y sonrojante como tantas de sus hermanas.
Y vemos, de nuevo, a Elisha Cuthbert en braguitas. Todo suma. Ojo.

Menuda chorrada. Puedo leer en críticas que es la mejor comedia que se ha visto y cosas así: pues sí que se conforman con poco. Tres descerebrados con aires de graciosillos que de nuevo ingresan en una fraternidad. Vamos, algo que aquí en España ni nos va ni nos viene, pero que siempre queda muy bien para reirse, como queda demostrado. Vince Vaughn pues como siempre (le vienen de perlas estas películas porque al muchacho se le ve en su salsa); Will Ferrell, que tiene una gran congregación de seguidores, haciendo el estúpido y Luke Wilson, plano, vacío, sin estar. El que quiera perder el tiempo con esto está invitado.