Muerte en Buenos Aires

El final de esta película "jode" a más de uno. Desde los primeros minutos uno sabe qué va a pasar en el filme, y ese no es un pecado en sí mismo: hay filmes igualmente previsibles pero buenos, notables, hasta excelentes. Pero la previsibilidad de este filme está maracada por el descaro con el que se enfrentan los últimos cinco minutos del guion. ¿Nadie advirtió que con ese cierre se caía el filme a pedazos? Es una errata muy común: todos lo que advierten es la "originalidad" argumentativa pero nadie se da cuenta de los vicios en los que se inserta un desenlace tan previsible y sin una resolución eficaz. Ser previsible y eficaz es un arte.
Eso sí, la película tiene los mejores adornos, hasta una actor mexicano que habla a lo bonaerense. Extraño amago de internacionalización de la historia, como si no hubiera actores argentinos igualmente conocidos y buenos. En todo caso, Demián Bichir no le resta calidad a la interpretación que pudo haber hecho un argentino; lo que pasa es que la hace un tanto engañosa sin necesidad. Me explico, como si el personaje ocultara un pasado, algo que justificara su rol. Y entre los adornos, la música gay que acompaña las relaciones de Chávez, Kevin, Ganso... y los caballos que cabalgaron por las avenidas de Buenos Aires. Escenas memorables. Lástima que la trama se haya precipitado a su propio acabose.

La película es un thriller que arranca con la muerte de un rico e influyente homosexual y en la investigación policíaca se establece toda la trama. Pero en su interés por ofrecer algo de intriga, necesaria en este tipo de películas, el guión establece una serie de indicios de homosexualidad en los protagonistas que para nada quedan claros, y menos cuando se introducen escenas de clara actitud heterosexual. Por otra parte, las motivaciones de lo que va ocurriendo tampoco quedan bien establecidas, de manera que el espectador queda confundido y cuando ha tomado una actitud frente a algún personaje, sin más la directora le hace ver lo contrario, lo cual estaría bien si se justificara. La guionista y directora tiene muy claro el final al que quiere llegar, pero me parece que se ha perdido en el camino y no ha sabido conducirnos mediante imágenes durante toda la historia. Dado el ambiente en el que se desarrolla la trama no hubiera estado de más algo más de morbo. Bastante normales las interpretaciones de los dos actores protagonistas y en particular la del hijo de Ricardo Darín que está haciéndose un buen lugar en la filmografía argentina pero al que todavía le falta mucho para convencerme como me convence su padre.

Insulsa película argentina que tiene un rompecabezas de cosas que resulta imposible poder encastrar para ser una, al menos, pasable película:
1) El primer actor el mexicano Demian Bichir hace de jefe de policía porteño, tiene un acento que parece salido de otro cuerpo. Espantoso
2) La música: es un recuerdo nostalgioso de Roberto Mouras, hasta ahí todo bien, pero no da para un supuesto policial como es este, hubiera servido para una comedia dramática. No coincide con el film.
3) Chino Darín: hay que darle tiempo, pero aquí lo único de actor que tiene es el apellido. Pobre trabajo.
4) El guión: es rebuscado y no termina nunca de mejorar.
No entiendo el papel de Mónica Antonopulos (no suma nada) y dentro de la mediocridad se destaca la labor de Carlos Casella. No merece perder tiempo el verla.

Muerte en Buenos Aires es la primera película de Natalia Meta. Esta ambiciosa opera prima apunta al estrellato pero se queda a medio camino.
La trama sigue los pasos de un condecorado detective y un policía novato que unen fuerzas para investigar la muerte de una prominente figura de la clase alta argentina. La investigación llevará a los protagonistas de paseo por los puntos de encuentro de la aristocracia argentina y de la escena gay bonaerense de la década de los ochenta.
El mayor problema del guión es que comienza bien pero no acaba. Es casi como si al segundo acto se le hubiese extirpado la mitad, sin tomarse la molestia de parchar el agujero. Es así que los personajes sacan conclusiones descabelladas, completamente desvinculadas de los hechos, precipitando la conclusión de la trama. Para rematar, la película termina con un giro argumental que sale de la nada y deja sabor a poco.
La puesta en escena es bastante interesante, aunque no por los mejores motivos. La película transcurre en una versión de los años ochenta rosada e impoluta, claramente inspirada en la representación del periodo echa por el cine y la televisión norteamericana. El detective Chávez conduce un Renault Fuego rojo, su compañera va al trabajo vestida con camisetas de colorinches y peinados de videoclip. Yo no soy de la opinión de que toda obra debería ser política para tener valor, pero me hace ruido ver una película policial "realista" ambientada en la Argentina de los ochenta con una visión tan estética del periodo.
Las actuaciones son decentes, solo me interesa criticar dos de los actores. Hugo Arana (en paz descanse) interpreta un jefe de policía salido de una comedia simplona y el condecorado actor mexicano, Demian Bichir, se pasa toda la película luchando contra su acento, tratando (sin éxito) de hablar como argentino con naturalidad.
El apartado técnico es lo mejor de la película. La mezcla de sonido, la edición, los planos muy bien armados y el buen uso de la luz y el color hacen que esta película sea agradable a la vista y el oído. La calidad de este apartado contrasta fuertemente con la del resto, se nota que hay mucho esfuerzo, talento y presupuesto invertido en esta película.
En conclusión, Muerte en Buenos Aires es un fallido debut fílmico que, pese a estar respaldado por un equipo profesional, con un cast reconocible y buen presupuesto, falla en lo más importante. Es posible suplir la falta de recursos con creatividad, pero subsanar la falta de ideas con presupuesto es imposible. Por consiguiente, no puedo recomendar esta película.

Historia inverosímil por donde se la mire, que si no fuera por tener un alto presupuesto la historia era más para ese cine Z, que parodia los géneros y hace un mejunje de varios de ellos.
Muerte en Buenos Aires, nos cuenta la historia de 2 policías, un inspector y un cabo, ambos cayendo en todos los clichés del género policial, Chavez descreído, de vuelta de todo, el típico anti héroe, y por otro lado el cabo Gómez, que vendría a ser todo lo contrario, bueno cándido, noble, etc. Entre ellos se entabla una relación de amor-odio, sobre todo al principio, aunque ese desagrado inicial de Chavez pronto se transforma en amor, un amor que reprime o trata de reprimir, ya que es más que obvio lo que siente por Gómez.
A Gómez le asignan el trabajo de seguir y seducir, al principal sospechoso del crimen, uno de los amantes de Cupito, aunque todo termina dando un giro que se supone inesperado, pero que la verdad es de lo más predecible.
Thriller añejo, con la única particularidad del tema gay, aunque tampoco eso la hace original, y que a habido otros thrillers gays, mucho mejor manejados, esta solo tiene tópico sobre tópico, lo peor no es solo lo predecible y obvia que es, sino también lo lenta y aburrida, es increíble que una película tan corta, apenas si dura 90 minutos, sea tan tediosa, y uno esté mirando el reloj a cada rato, esperando que pase algo.
Los diálogos son muy los, por momentos parece que uno estuviera viendo un mal culebrón, la escena donde Gómez se presenta la principal sospechoso, es un ejemplo de lo que digo.
Otra cosa, yo reconozco que la vi por el morbo, cosa que debe haber hecho la mayoría, porque la película ya desde su trailer promociona y mucho las escenas eróticas y demás. Bueno, les voy a hacer el favor de adelantarles que no hay nada de eso, el erotismo de la película es nulo, lo que ven en el trailer de Chino Darín, es todo lo que verán, en ningún momento hay escena de sexo gay, apenas un beso, cosa que para ser un thriller policíaco con tintes eróticos falla de cabo a rabo.
La película en sí es un contante histeriqueo, siempre parece que fuera a dar más y no, se queda en la nada.
Al final te quedas con la sensación decepcionante de: ¿Esto era todo?
Ah, no me quiero olvidar de rescatar lo poco bueno que tiene: Chino Darín, está muy bien en su personaje, que tiene varias facetas y él le sabe impregnar lo necesario, se nota que el talento se hereda.
Damian Bichir, pues no sé, digamos que hace lo que puede con lo poco que tiene, y encima neutralizando su acento para sonar porteño, cuando en realidad le sale algo que parece más un español de Galicia, su personaje es un burdo cliché, con el único agregado de que es un homosexual reprimido.
Del resto de personajes solo es destacable el de Carlos Casella, que la verdad a mí no me gustó su interpretación, y siento que lo debería haber interpretado otro actor. El resto del elenco está absolutamente desperdiciado, apenas son meras presencias decorativas, de las cuales la que más dialogo tiene de estos adornos, es Mónica Antonopulos, con un personaje tan innecesario como irrealista, en los años 80s en Argentina no había casi agentes mujeres.
Otra cosa que es un gran error de la película, es que en ningún momento mencionen siquiera de pasada el SIDA, una enfermedad que estaba en su auge en los años en que se desarrolla la acción de la película 1988-89, mermando y desgraciando la vida de los homosexuales, demuestra lo precario del guión.