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La reina de Nueva York

Romance. Comedia Para evitar que le dejen en la sección de obituarios -a donde fue enviado como castigo-, el corresponsal del Morning Star, Wallace Cook (Fredrich March), convence a su jefe Oliver Stone (Walter Connolly), para que lo deje ampliar la noticia del envenenamiento por radio que se dice sufrió una mujer de Warsaw, Vermont, llamada Hazel Flagg (Carole Lombard), y queriendo sacar provecho del caso, la mujer es traída a Nueva York con la venia ... [+]
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
25 de septiembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vivimos en una sociedad de oportunistas donde cada quien tira para su lado y donde todo lo que pueda aprovecharse en beneficio propio se tomará a la primera. Se pone cara de querer ayudar, se muestra disposición plena de servir… pero muy adentro, no hay más que un pretencioso afán de hacerse publicidad para satisfacer el ego y para sacar provecho económico a lo que sucede. Por fortuna, no todo el mundo es así… pero en la política, en la industria y el comercio, y en los medios de comunicación ¡si que es fácil encontrar especímenes de este estilo! Y que no es cosa de hoy, de ayer o de anteayer, nos lo demuestra esta historia que se escribió hace casi un siglo.

Hay gente que da en el clavo y un solo acierto lo pone enseguida en el candelero del éxito y la prosperidad. Cuando James H. Street (1903-1954), un hombre de Mississippi, EEUU, que por años se debatió entre ser periodista y ministro de iglesia, escribió un día una corta historia que la revista Cosmopolitan le publicó con el título “Una carta al editor”, en la que contaba el revuelo y la cantidad de buitres que “acogieron” a una mujer en Nueva York, cuando se anunció que había sido víctima de envenenamiento por radio y que estaba próxima a morir… pero todo era una patraña de un empecinado médico que pretendía cobrarle una vieja deuda a un periódico.

El artículo entusiasmó a mucha gente, y entre ésta, al productor David O. Selznick, quien de inmediato lo entregó a Ben Becht para que lo convirtiera en un corrosivo guión cinematográfico que, tras ser retocado por Ring Lardner Jr., George S. Kaufman, Moss Hart y otros tantos nombres (Selznick era obseso-compulsivo), se puso en manos del director William A. Wellman para que lo dirigiera, teniendo a la explosiva y sensual Carole Lombard como protagonista y a Fredrich March como el protector e ingenuo periodista, al que ella meterá en su esperanzado corazoncito.

Pólvora va y pólvora viene, y con una agradable fotografía en technicolor y una colorida puesta en escena, Wellman nos ofrece una comedia bastante entretenida en la que, Lombard y March, nos harán partícipes de un primer round antes de casarse… ¡si es que se casan!

Los temas del periodismo y la política, son los que mejor conocía el guionista Ben Hecht (“The front page”, “¡Viva Villa!”…) y de nuevo nos va a recrear ese mundillo con sus dobleces y sus afanes de competir a como dé lugar. El director del Morning Star, quien curiosamente se llama Oliver Stone (¿Les recuerda a alguien?), está magníficamente representado por Walter Connolly, al igual que el singular Dr. Dolner a quien, Charles Winninger, dotará de picardía y gracia en ebullición.

Con “LA BELLA DE NUEVA YORK”, hay material para pasar un rato bastante divertido y usted debe conocer a Hazel Flagg, para que se cuide de no ser un día la próxima atracción de feria, como, por ejemplo, lo están siendo los infractores que ahora se dedicaron a amenazar a las autoridades con la presuntuosa frasecita: “¡Usted no sabe quién soy yo!”

Título para Latinoamérica: “LA DIVINA EMBUSTERA”
Luis Guillermo Cardona
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22 de abril de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Hollywood se sabía hacer bien las cosas.
Junto a sus muchos errores no nos tiene que costar reconocer que se produjeron gran cantidad de películas en que la creatividad y la fantasía estaban unidos a magníficas interpretaciones y guiones estupendos.

Su sarcasmo, su ironía, su saber decir entre líneas o de forma directa, su desenvoltura, su pulcritud y su sentido del humor merecen ser destacados.

Regocijémonos, pues y no desaprovechemos la ocasión.
ÉGIDA
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20 de enero de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estimable comedia, hoy algo olvidada, que posee todos los ingredientes de sus coetáneas lo que la hace muy merecedora de un visionado.
Con guion de Ben Hetch, uno de los más mordaces guionistas de la Historia, la impagable Carole Lombard, Fredric March dándole la réplica y una galería de soberbios secundarios, que no me cansaré nunca de decir que con sus enormes carismas elevaban estas películas a grandes cotas con sólo unos minutos de aparición en pantalla ( si eso no era profesionalidad y arte ya me dirán lo que es), Wellman construye una buena comedia que, sin ser perfecta, resulta sin embargo muy destacable.
Cuando a Fredric March, destacado reportero de un periódico, le degradan en su periódico por vender noticias falsas, trata de resarcirse rápidamente a los ojos de su jefe obteniendo la exclusiva de la agonía y muerte de una pobre muchacha de Vermont contaminada de radiactividad.
El Morning Star organizará su viaje a Nueva York donde la Gran Manzana homenajeará y agasajará a la pobre muchacha que se muere de lo que los ciudadanos están dispuestos a llorar, la enfermedad de actualidad, el radio.
Con este tema, se construye un gran guion lleno de ácidos diálogos donde se critica todo lo que se menea. La profesión periodística, la profesión médica, el ciudadano de a pie, los políticos, el morbo, la hipocresía, la manipulación del dolor y de la muerte...
Lo malo es que no se saca todo el partido al prometedor guion. Aunque la película está repleta de gags visuales y de lenguaje, el ritmo no resulta todo lo fluido que debiera. Algunos momentos parecen forzados, como puestos exprofeso, sin que resulte muy natural.
Y lo que creo que le lastra un poco es que contiene un comienzo y desarrollo más prometedor que su tercio final. Ésto hace que el espectador quede algo frenado después de tantos momentos chispeantes. Le falta una gran bomba final.
Pero, aún así, se pasa un momento muy agradable viendo esta película por lo que la recomiendo.
Izeta
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28 de mayo de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Encantadora cinta, una comedia de situación perfectamente desarrollada, con un guión estupendo de un "príncipe" de Hollywood: Budd Schulberg, dos actores de prestigio: Carole Lombard, Fredric March, y un director solvente William A. Wellman.
La película es en color, con esos matices suaves y tonalidades pasteles.
La historia es brillante, una comedia y una historia de amor. Periodismo ético y amor desenfrenado. Falsedad en una supuesta intoxicación de radio de una muchacha de provincial y buen agradecimiento por parte de Nueva York, auspiciado por un editor sin demasiados escrúpulos periodísticos (que se llama en la película Oliver Stone, curiosamente) y un periodista que encuentre esta historia como forma de resarcirse de un fracaso anterior. La inocencia de la chica y la historia de amor que subyace hacen el resto. Un metraje muy civilizado, 77 minutos permiten verla con agrado y sin demasiadas complicaciones, que es de lo que se trata.
ÁAD
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20 de junio de 2009
8 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aprovechando la cara de muro que gasto, voy a repartir flores y a dar el pésame en el entierro, como Killer solía hacer. Qué gran tipo era ese Killer.
Ultimamente ando repasando viejas comedias de los años 30 y tapando algún que otro boquete. Aunque a veces me llaman, me dicen; venga usted que aquí hay un boquete que tapar. Y llego y me encuentro con un agujero de chincheta, la gente ya no gana para marcos y la chincheta vuelve por sus fueros. Y entonces tengo que decirle; señora, para algo así no me llame usted, que he dejado a Julianne Moore sola en mi alcoba, triste y desconsolada. Y eso fue lo que me ocurrió ayer con esta mediocrísima comedia, más sosa que un estucado y más estéril que un eunuco. Permanecí con la sonrisa torcida toda la película, intentando asumir el descalabro como un campeón. Como diría el bueno de Killer antes de su fatal encuentro con Don Guadaña, parece que por que Carole Lombard (qué mujer, por cierto, qué mujer) enseñe su Yorkshire ya haya que aplaudir. Pues no, señores, no. Las ONG's también fallan y aquí Jolibud escupió en la cara del populacho. Menos mal que por el 37 ya no se llevaba arrojarse por las ventanas de los rascacielos. Aunque, por lo visto, cosechó gran éxito de crítica y público en la época. El hambre es terrible. Y también cosecha sietes, ochos y nueves en la web amiga. Sin ir más lejos, una de mis almas gemelas más destacadas le calza un nueve y se queda tan ancho. Ahora ya no podré creerle cuando me diga que eso que tiene en la copa es ginger ale. Para más inri, la tuve que sufrir en una odiosa copia coloreada. Al que inventó hace unos años la costumbre de colorear viejos clásicos (ejem) deberían amputarle los brazos y ponerle a confeccionar chalecos en un taller chino. Aunque algo me olía a rayos y truenos y no era el sobaco, y acabo de comprobar el dato y no, señores, miento más que hablo, esta película vio la luz en color. Eso debió ser, que el color no dejó ver el bosque, al vulgo en la época. Procedo a amputarme un Badmotorfinger a lo Mitchum por mi error.
En definitiva, con toda probabilidad, la peor comedia de la época dorada de Jolibud que he tenido el dudoso gusto de saborear.
Peter Gabriel 77
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