Angel-A

Si bien esta obra de Luc Besson puede ser tildada de pueril, lo cierto es que sus tonos derraman una poesía tan simple como preciosa. Al mejor estilo cuento de hadas con toques intimistas, Angel-a narra la historia de un pobre hombre que, de pronto, se encuentra con su doble más potente y activo o bien, desde una perspectiva mas lírica, con su angel de la guarda.

Esta peli encuentra sus momentos más gloriosos en las escenas intimistas entre ambos protagonistas; algunas de ellas realmente conmovedoras como las del desenlace, allí donde la pasión francesa se vuelca más de lleno. La historia en si misma es sencilla pero es su puesta en escena, su fotografía y las sensacionales actuaciones de los actores principales la que la vuelven especial, amena de ver y de ritmo adecuado.

La obra decae en ciertas cuestiones de índole conceptual: la tan mentada protagonista resulta ambigua en su actuar de acuerdo a los poderes que ostenta y todas las explicaciones que se ofrecen para resolver los baches argumentales sirven para cerrar la historia, pero a su vez la tiñen de colores demasiados "thrillerescos" y del todo innecesarios. No obstante, Angel-a es una peli recomendable que puede pecar de sensiblera para muchos, pero jamás de deshonesta.

Besson realiza un cuento moderno, un "It's a wonderful life" en el París de hoy mismo en primoroso blanco y negro. "Angel-a" tiene elementos tal vez demasiado simples que restan más complejidad deseada a la función pero también tiene toques de comedia buenos y una emocionalidad lograda a base de buenas situaciones y dos actores principales en buen estado.
Todo esto enarbolado en torno a una estructura circular de redención, de búsqueda del amor propio y del amor a los demás con ciertos momentos de cine adulto y otros hasta demasiado infantiles. Es original y reseñable la pareja imposible que protagoniza la película y como Besson hace más por la belleza de París que todo el grupo de directores de "Paris je t'aime". Es tal vez, lo mejor de Besson sin ser una obra muy impactante, es entretenimiento, emoción, humor y ciertos aires de originalidad. No es poco para alguien que ha filmado verdaderos engendros fílmicos.

Sobresaliente propuesta cinematográfica.
Como bien, los franceses son especialistas en el género de la comedia-romántica; Angel-A es una propuesta muy distinta con matices contextuales lejos de ser muy sobre-actuada y mucho más lejos de ser una película absurda.
Rie y Jamel, dos grandes actores frente a una película que de dejará con ganas de más.

Es de esas películas que van dejando mensajes profundos a lo largo de su desarrollo. Creo que en este tipo de películas no es tan importante el final, sino lo que te ha dejado en términos de enseñanza. Creo que no es esencialmente romántica. Más bien es de aprendizaje espiritual. Visualmente me pareció delicada y sofisticada. Los personajes están muy bien logrados.

Decir algo de Luc Besson puede sonar a cansino o repetitivo, director de amores y odios que ha firmado películas tan interesantes como The fifth element (el quinto elemento, 97) o Leon, 94, y otras tan poco estimulantes como The messenger: The story of Joan of Arc (Juana de Arco, 99).
Irreverente e iconoclasta, Besson ha sabido moverse por unos terrenos claramente personales que le han traído buenas y malas críticas, pero, desde luego, es su camino.
En Angel-A volvemos a reconocer a Besson, menos histriónico y más intimista en un cuento que bien puede ser de hadas y que tiene su mejor virtud en algo que cada vez aprecio más, la mezcla de estilos.
Porque esta cinta parece un cuento y un drama, una comedia y, por veces, algo diferente.
Ese blanco y negro, sin embargo, lo veo como un guiño a las comedias románticas de los cincuenta, ese blanco y negro que quedará en la memoria por Roman Holiday (Vacaciones en Roma, 1953). Ese blanco y negro porque hay cine negro y cine blanco en esta personal producción.
En esta ocasión el viaje es por un París que nos cuenta otro viaje más radical e intimista, el viaje al interior de uno mismo para encontrar su verdadera salvación. En ese disparatado pero crucial camino, un excelente Jamel Debouzze se encuentra con su propio alter ego, grotesco y angelical, desmesurado y carnal, que le ayudará en ese viaje.
La estética de Besson, muchas veces, nos atrapa con su forma particular de enseñarnos sus esquinas y sus personajes, en todo caso, y como digo, para lo bueno y para lo malo siempre es él.
La resolución de la trama, desde el punto de vista estético parece lo menos afortunado, pero no cabe duda de que lo más interesante es el camino y la búsqueda, no el final, que siempre, siempre desilusiona porque significa el final.
En todo caso hay un par de guiños que bien merecen el esfuerzo.