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Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!

Comedia Película biográfica con toques de comedia sobre el cineasta y artista Guillaume Gallienne. Se centra sobre todo en la estrecha relación que tenía con su madre. Un recorrido por las emociones, los recuerdos y la familia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 45
Críticas ordenadas por utilidad
29 de marzo de 2014
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mayor acierto de “Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!” es el de haber sabido adaptar al lenguaje cinematográfico un monólogo teatral, con el ingenio suficiente para hacerlo de forma original y sin renunciar a sus posibilidades teatrales, y lo de lo teatral, conviene aclarar que aunque se use a menudo de forma peyorativa, aquí está utilizado como halago. No soy de esa clase de público que confunde la falsedad con la teatralidad o el mundo del circo y de los payasos con los cretinos o mamarrachos. Al término de la película incluso alguien del público sin mucha idea llegó a comentar que poniendo a un humorista cualquiera “de los que salen en la tele” y “rodándola igual”, la “posible versión española” sería fácil y barata hacerla. Y el pensar eso es donde el error es mayúsculo (espero no haber dado una cutre idea a ningún productor de cuarta). Que no se crean que saldría baratita y más graciosa, o incluso igual de graciosa. Es de agradecer su naturalidad, y a veces su desenfado, pero está muy bien urdida (que como buen film inteligente no lo evidencia), y lo que parece improvisación o casualidad es fruto de un concienzudo trabajo. Además el “alma” de todo el proyecto es Guillaume Gallienne, que, a parte de que pueda resultar ingenioso y/o gracioso no es un chistoso del montón. El que se sepa mover como pez en el agua en todo este embolado no es de chamba, es debido a que es un actor que pertenece a la Comédie Française, es decir, un actor con base. Sabe de dramaturgia, utiliza bien los tiempos y aunque haya escenas no del todo resueltas otras, sin embargo, están llevadas a cabo con gran eficacia. El resto de los actores responden con complicidad a la propuesta, da la impresión que se encontraban muy cómodos, y en todo momento está bien dirigida y sobre todo muy bien montada. No voy a destripar nada de su banda sonora o de su argumento, porque creo que rompería cualquier efecto sorpresivo, pero me gusta que el centro de la historia, Guillaume, sea un personaje que el público puede identificarse con él, no por sus circunstancias con la cuales el público no sabe bien por dónde van a ir los tiros, si no por sus razonamientos, por cómo siente o por la opinión que tiene de lo que le rodea o acontece. Se hablan de temas tan universales o trillados como la identidad personal o las relaciones familiares, pero es desde una óptica no convencional, lo que le da en cierta forma, además de ser una película agradecida de ver, es un aire de cierta originalidad. Como casi siempre ocurre en el cine es más recomendable verla en su versión original, pero aún así, películas tan arriesgadas y nada opulentas o pretenciosas como la presente, son las que hacen que el público además de pasar una feliz velada, tenga la sensación de haber visto una película más madura y más inteligente de lo habitual. Creo que ahí el entusiasmo de la Academia de cine francés al otorgarle cinco Césars, incluyendo el de mejor película del año además de rendir un excelente resultado en taquilla en su país, lo cual la verdad, les deja en muy buen lugar.
Maggie Smee
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22 de octubre de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si uno se acercase sin ningún tipo de referencias a esta cinta, probablemente la consideraría una más del montón de comedietas con protagonista patético con traumas infantiles. Quizá alguna de las situaciones provocará alguna sonrisa (lo dudo) y se olvidaría nada más levantarse de la butaca. Aún reconociendo cierta originalidad en el planteamiento, valorando el mensaje de respeto a las diferencias de cada cual y la habilidad actoral del protagonista para desdoblar su personaje en madre e hijo.
Después el estupor es mayúsculo cuando alguna reseña la tilda de obra maestra y descubre que la Academía Francesa le ha convertido en su particular Benigni otorgándole nada menos que cinco Césares en su última edición.
Ya la obra del propio Guilleueme del mismo título que la cinta en 2008 se llevó, varios premios Moliere. Y el curriculum de este actor, guionista y director, irrelevante para un servidor hasta la fecha, no es nada desdeñable como actor.
Aquí se estrena con el éxito pleno antes citado con un ajuste de cuentas psicológico consigo mismo y sus traumas de infancia para desnudarse en todos los sentidos delante del espectador y decirnos que lo que nos cuenta es verdad. Que lo jura por su mama a la que quiere en igual medida que culpa de sus males.
Vale, te creemos Guillaume. Otra cosa es que no hayas conseguido hacerme reír ni emocionarme.
ELZIETE
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6 de abril de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fui a ver la película con altas expectativas debido a las buenas críticas recibidas, pero también un tanto alerta porque ya había escuchado más de una decepción con la película, tratándola incluso de basura. Yo soy más bien de los primeros.
La película tiene un ritmo muy acertado, ni especialmente pausado, ni mucho menos excesivamente rápido.
Como comenta más de uno aquí es una tragedia envuelta en humor, a veces algo basto, a veces demasiado sofisticado. Te ríes porque el director a querido contar su amargada juventud con un toque de comedia riéndose de si mismo el primero.
Las actuaciones son dignas, sin más. La banda sonora ambienta muy muy bien la película.
Tiene mérito que la película sien un monólogo de teatro dure 85 minutos y aún así se me haga algo corta.
En fin yo la recomiendo para quien dude si verla, trata muy bien el tema de la homosexualidad a mi juicio y de como la vive el propio homosexual y las facilidades y dificultades de su entorno.
El final me dejo boquiabierto, muy buena moraleja que spoileare a continuación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
jesusmanuell
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2 de abril de 2014
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más allá del humor o drama (cada espectador lo entenderá a su manera) que Guillaume Gallianne nos presenta. "Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!" es una invitación a la reflexión. Reflexión sobre los prejuicios, los estereotipos y sobre todo reflexión sobre aquellas cosas que se dan por sentado.

- ¿Cómo te sentirías si desde siempre te han hecho creer lo que no eres?
- ¿Cómo afrontarías el momento en el que te das cuenta?
- ¿Cómo lo afrontarán los demás?
- ¿Qué cosas doy yo por sentado de los que me rodean?

El autor y protagonista de este film responde a estas preguntas con gusto, humor y sin bajar el ritmo a pesar de ser pausado, desde su propia experiencia: Es más fácil ser... que pretender ser. Es más fácil ser... que demostrar lo que eres.
MARCOS
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3 de abril de 2014
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luz escénica, un personaje acaba de quedarse a cara descubierta y aparece solo ante la negrura de la platea, pausa. Averiguamos ya de inicio que la forma será teatral y el tono personal. Comienza entonces sobre el escenario lo que tiene su origen en él, un relato propio y subjetivo de una vida donde prima señalar y nunca asumir, primero de fuera a dentro y luego en sentido inverso, ambos equivocados. No hay motivo de burla o distinción ante quien se intuye diferente, pero tampoco hay motivo de culpa para quien, carente de malicia, no sabe reaccionar. La personalidad, el yo, incluso ante las mayores adversidades termina por ser decisión de uno mismo, esa responsabilidad que no parece querer aceptar Guillaume incapaz de asumir la más mínima autocrítica en los no tan breves 85 minutos que dura ‘Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!’.

Una comedia dramática que versa sobre la identidad y el complicado camino que puede llegar a ser reconocerse, identificarse. Un propósito loable que por capas llega a transmitir ternura y mimo en ese juego de situaciones y personalidades que transitan entre el humor y el drama. Los hechos se desarrollan sin ser llevados al extremo, sin virulencia, si no más bien desde la ligereza y la sensación de intimidad que fraguan un relato sincero, simpático y agradable, que llega incluso a elevar el ánimo en su desenlace gracias a lo visto y escuchado, - esa música reservada con acierto hasta ese preciso momento -.

Como mencionaba con antelación, antes de ser cine fue teatro, mostrándose incapaz de dejar atrás su procedencia y adaptarse sin mácula al nuevo medio. Esto resulta evidente en la composición de los planos - de estilo televisivo en gran medida -, el ritmo propio de la narración, o incluso en el diseño de producción resultando el conjunto correcto gracias a partir de un material honesto, valiente, y con cierto gancho. Quizás algo más de modestia y el haber delegado la dirección a terceros con más pericia, hubiera sido positivo para con una obra que es cinematográfica y no teatral. Siento curiosidad por ver la obra de teatro, intuyo que es la verdadera pieza que todos ven y admiran vencedora de cinco premios Cesar incluyendo el de mejor película, pero no albergo demasiado deseo por repetir experiencia cinematográfica.

Guillaume Gallienne no solo figura como director, si no que también firma el guión autobiográfico e interpreta por partida doble protagonista y coprotagonista. Es irónico - visto el filme - que donde más méritos obtenga sea en la interpretación de su propia madre, centro de admiración y crítica, quedando algo dispar el papel que hace de si mismo. Los secundarios quedan como meros gags frente al totalitario inadaptado conformando una cinta que podría pasar por un ejercicio terapéutico, o de ego.

Entendida la propuesta en forma de crónica intimista y alegoría en cuanto a la importancia que supone aceptarse para vivir en armonía, su resultado es notable. Entendido el visionado como película, esta no alcanza cotas notables principalmente por una dirección incapaz de llevar un poco más allá el conjunto. Entendida la historia desde un punto de vista personal, me molesta en cierta medida escuchar los relatos de un consentido adinerado que pretende ejemplificar desde un lustroso púlpito y dar lecciones de dignidad sin conocer más que de filo lo sufrido por infinidades, caprichoso y ensimismado por centrar la atención como sus títulos y participación así lo demuestran. Quizás ‘Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!’ venga precedida por un grandísimo éxito en Francia, y la crítica se derrita al son de maravilla existencial, pero no es más que una sonrisa olvidable, glorificadora - sin justicia - en el mejor de los casos.

Firmado: http://detenteencine.blogspot.com.es
Ki___wi
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