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Candilejas

Drama. Romance Un viejo payaso (Charles Chaplin), después de evitar el suicidio de una joven bailarina (Claire Bloom), no sólo la cuida, sino que, además, se ocupa de enseñarle todo lo que sabe sobre el mundo del teatro para hacerla triunfar. Último y melancólico film americano de Chaplin. (FILMAFFINITY)
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Críticas 95
Críticas ordenadas por utilidad
2 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son innegables los tintes autobiográficos que desprende esta película. Toda una vida dedicada al espectáculo desde sus orígenes en el teatro a finales del siglo XIX, una vida dedicada a hacer reír al mundo entero con su bombín y su bastón. En cada momento, en cada escena de la película vemos reflejada la vida de Chaplin, una vida llena de éxitos y que en esos momentos estaba en su punto más bajo, rodeado de escándalos, repudiado en EEUU y con problemas de alcohol y salud. Una película cargada de simbolismo de una vida que ya ha tocado a su fin, realmente al fin de una era.

El Chaplin de la película es Calvero, un viejo payaso acabado que vive en Londres poco antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, olvidado por casi todos y rechazado por los productores de los espectáculos que antes lo adoraban. El mundo que le rodea ha cambiado, lo ha dejado al margen, en realidad no se ha adaptado a la nueva situación social de principios de siglo, refugiándose en el alcohol para ahogar sus penas.

Su contrapunto en la película es el personaje de Theresa, bien interpretada por Claire Bloom, una bailarina joven y guapa, en la flor de la vida aunque desencantada de todo. Intenta suicidarse aunque en el último instante es salvada por Calvero. A partir de ese momento, surge entre ambos una fuerte amistad, una mezcla de sensaciones entre amor y compasión entre ambos.

Toda la película va encaminada hacia un final precioso, de los que te hacen llorar aunque lo hayas visto mil veces, una despedida de los dos grandes monstruos de la época dorada del cine mudo, Chaplin y Keaton. Un espléndido
homenaje a dos hombres que gracias a sus risas alegraron la vida de la gente en una época donde la situación social era realmente dura. Un final donde ambos dejan paso a una nueva generación de jóvenes artistas encabezados en la película por Theresa.

Un guión perfectamente ensamblado por Chaplin y que está empapado por una magistral banda sonora, de las mejores que se han escrito en la historia del cine y que gracias a ella (aunque con veintiún años de retraso para más inri), Chaplin se llevara por fin su más que merecido Oscar, homenaje tardío a uno de los grandes iconos, sino el que más, de la historia del cine.
Bermu
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18 de mayo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es tan bella la melodía, tan excelsa la tristeza… la melancolía que sólo puedo loarla entre versos, versos; que uní en un soneto.

Acudí a un final sin moralejas,
magia vi, bambalinas y cuadernas,
melodías oí, sin par y eternas,
en rumor de teatros y callejas.

Fui a verte, “Charlot”, ver cómo te alejas,
entre alzadas estrellas sempiternas,
ver, a tus cortos pasos de tres piernas,
apagarse a la luz de candilejas.

Y lloré, como lloran los payasos,
y vertí, dos mil lágrimas al vaso,
que rebosa en el mar de la tristeza.

Y aplaudí a los últimos ocasos,
al triunfo, a la gloria, al fracaso,
y al cómo conmover con la belleza.
Plácido Eldel Motocarro
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26 de septiembre de 2012
19 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta de lo más extraño que un personaje, Charles Chaplin, que se hizo mundialmente famoso como cómico cuando el cine era mudo, a base de pantomimas y humoradas, tenga la capacidad de metamorfosearse en director, cambiar de registro, servirse del cine sonoro y hacernos todo un drama. ¡Y seguir siendo un genio en una cosa como en otra! Pongamos los pies en el suelo. Charles Chaplin sí fue un genio pero en su primera etapa, antes de los años 20. Luego fue perdiendo frescura y sus intentos de reciclarse tocando otros géneros, cambiando su estilo, dieron resultados nada del otro mundo, aunque muy sobrevalorados, hasta llegar a esta "Candilejas", una obra claramente menor, cuyo éxito reside en que es de Chaplin cosa que a sus seguidores, por lo que se, ve ya les sirve.

Que conste que "Candilejas" tiene un argumento de lo más prometedor. Sin embargo, el director se empeña en mirarse el ombligo mostrándonos de un modo u otro su propia situación personal. Es verdad que la película quiere transmitir cierta melancolía por el artista acabado. En este sentido no deja de ser un homenaje a todo ese mundillo. Pero dicho homenaje queda muy superficial. Si rascamos un poco no descubrimos esa pasión por la vida, la lucha por mantenerse en pie, la superación personal, el deseo contra viento y marea de seguir actuando, la soledad del artista, el fracaso, en fin, todo aquello que podría haber hecho de "Candilejas" una buena película. En este sentido, trabajos como "Fama" o "Evita" y fuera de lo musical-artístico, "Rocky I" y "Rocky II" tienen todo lo que a ésta le falta. Concretamente "Fama" es toda una lección de cómo hay que tratar los asuntos en los que "Candilejas" derrapa estrepitosamente.

Buena culpa del fiasco argumental reside en la pareja que forman Calvero (Charles Chaplin) y Thereza (Claire Bloom), forzando una historia romántica de lo más desagradable (atención, ¡42 años de diferencia!) desde la del "Planeta de los Simios" de Tim Burton, entre el protagonista y una mona. Ella, que tiene al apuesto capitán Neville en la recámara, es completamente tonta pero es que el personaje de Calvero es que está mal concebido. Primero parece que se come el mundo, luego que es un fracasado y así sucesivamente sin que sepamos que le hace caer en una situación o en otra. Tampoco sabemos si siente algo por Thereza o, como creo yo, no.

Sea como fuere, Chaplin se equivoca en prácticamente todo lo que plantea (romance fuera de lugar, especialmente que la atracción no fuera al revés, problemas psicológicos que rozan el ridículo, escenas mal planteadas que le hacen perder dramatismo (SPOILER), etc.). Al final, "Candilejas" te resulta aburrida, con algunas ideas interesantes pero poco aprovechadas, con tendencia a la divagación, y donde la risa o las lágrimas brillan por su ausencia. Quizás lo único bueno sea la preciosa banda sonora.

No puedo dejar de hacer un último apunte. Rara vez vemos en pantalla la moda de la Primera Guerra Mundial, (y cuando lo hace apenas luce) pues por un motivo no muy claro este periodo histórico tiene escaso tirón entre los creadores. A mi personalmente me parece que la moda femenina (y masculina también) de estos años es una de las mejores de toda la historia. En este sentido Thereza luce varios conjuntos a cual más bonito. Y sí, los vestidos de "Candilejas" sí son realmente los de esos años salvo en un pequeño pero importante detalle: el calzado, que es de 1952. Es como si no le dieran importancia o no supiesen que zapatos se llevaban antaño pues con los vestidos largos y lo reducido de la cultura visual no era tarea sencilla averiguarlo. Resumiendo, aunque el zapato de tacón existía, si bien con otros diseños y estilos, el calzado más habitual son las botas, ya sean acordonadas o con botones, efecto polaina o lisas, más cortas, tipo botines, o más altas que nunca, hasta las rodillas (o más aún. Sí, éstas y blancas son las mejores, las de tipo militar que aparecen en esos momentos) posiblemente por el acortamiento de las faldas en estos años. Luego llegaron los años 20, y entre otras cosas, las botas, este calzado tan favorecedor, indispensable en toda mujer que se precie de su feminidad, desaparecieron hasta que en los años sesenta regresaron tímidamente y ya en las siguientes décadas de forma definitiva hasta la actualidad, afortunadamente, con formas cada vez más excitantes. Pero como diría el narrador de Conan, “esa es otra historia”.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Reaccionario
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4 de mayo de 2011
16 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Vaya sorpresa! Hacía tiempo que no me dolía tanto un filme como éste. ¡Y lo hizo Charles Chaplin, un ícono del cine, uno de los más celebrados comediantes de toda la historia! Y, lo más paradójico, uno de los más grandes dictadores tras la cámara.

“CANDILEJAS” tiene una historia y dos significados. Lo que se nos cuenta, en palabras del mismo Chaplin, está inspirado en la caída de un reconocido clown llamado Frank Tinny. “La musa cómica le había abandonado y actuaba, al final, con tanta cohibición que me parecía imposible que fuera la misma persona”.

En el filme, el viejo comediante Calvero (Chaplin) también pasa por tiempos de muy baja inspiración, el público le arroja objetos al escenario y no tarda en abandonar la sala en medio del espectáculo. Entonces, el destino le ofrece la oportunidad de dar significado a su vida cuando descubre a una chica que intenta suicidarse abriendo las llaves del gas en un cuarto vecino al suyo. Calvero hace lo que tiene que hacer y pronto, al saber de la crisis emocional y económica de Terry, la deja viviendo consigo mientras él se hace pasar por su marido, pero manteniendo el debido respeto que recomienda su edad.

Desde lo estrictamente argumental, lo que sigue es “Luces de la ciudad” revisitada y transformada a términos de puro melodrama, y a kilómetros de distancia de la soltura y la poesía que en ella había. Ahora, Chaplin hasta hace las veces de Freud, con recursos que, Freud, jamás hubiese utilizado. Después se invierten los papeles, abundan los discursos que suplen a la imagen… y el humor sólo se encuentra en algunas atinadas ocurrencias del diálogo porque, los pretendidos números humorísticos poco, pero muy poco, dan para reírse.

La segunda lectura es la que lacera el alma. Se adivina a un Chaplin que habla de si mismo, de su propia decadencia, del Charlot que no va más, de su dolor por no poder volver a América donde fue tan alabado y ahora tan vituperado… y para que conste que habla de sí mismo, en el filme aparecen sus hijos (Geraldine, Michael, Charles y Josephine), su hermanastro (Sidney), el hijo de éste (Sidney Jr) y hasta su última esposa (Oona).

Y lo que más duele, es ese autocompadecimiento mitigado con un -apenas aparente- orgullo que emana a lo largo, demasiado largo, de la película. Sus efugios cristianos, con milagro tipo Jesús a bordo, resultan patéticos, y el filme como sus propios sentimientos, se va descarrilando de manera lamentable.

Sobre la presencia de nuestro apreciado Buster Keaton, ya ha corrido bastante tinta, así que nada que agregar. Y lo más curioso es que, los incondicionales del comediante inglés, aún ven en este deprimente filme una obra maestra. ¡Otro milagro!
Luis Guillermo Cardona
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29 de septiembre de 2012
11 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y mira que siempre me río con Chaplin. Inevitablemente, de forma atemporal, con ese humor que seguirá provocando carcajadas sinceras a todas las generaciones.

Sin embargo, en «Candilejas» no hace gracia. Voy a centrarme sobre todo en Chaplin, que es el protagonista absoluto, megalómano y narcisista. No es algo malo, que conste, pero la magia se acabó. El Charles Chaplin de bigote y ropas raídas, el personaje y no el hombre; o quién sabe: a lo mejor nos engaña y el hombre es Charlot y el personaje es este otro pulcro y resentido de «Candilejas». Lo prefiero. No es una película de humor, sino un drama, pero me uno a los espectadores de ese Londres de preguerra que se aburre con el payaso Calvero. A mi tampoco me hace gracia. Que bajen el telón.

De eso va precisamente: del fin de una carrera y del inicio de otra. Las épocas pasan, los gustos y los estilos, pero el Arte continúa. «Candilejas» cumple con su homenaje al espectáculo y al show, destilando melancolía y amor hacia el teatro en casi cada fotograma. Hay algo tremendo, grandilocuente, en toda la película, sí, algo hermoso incluso que hace que uno la mire con cariño, a la espera de que las pasiones estallen, de que las lágrimas broten con credibilidad, de que el Arte se funda con la vida, de que el Arte sea la propia vida. «Candilejas» lo pretende, pero no lo consigue. De hecho, entremezcla una historia de amor espantosa entre la depresiva Terry y el anciano Calvero, que no hay por dónde cogerla y que te de un reparo inmenso presenciar. Le resta verisimilitud y drama al espectáculo.

Ni lloro ni río, así que «Candilejas» no me encandila en absoluto, aunque algunos diálogos tienen su interés y su lirismo. La longitud del metraje la estropea otro tanto, porque es demasiado larga para la historia que cuenta. Lo mejor, la maravillosa banda sonora, demostrando el compositor que era Chaplin.

Ya que es la despedida de Charles Chaplin, le voy a dar un aprobado, por mera nostalgia. No sé si lo merecerá, pero en fin.
Kaori
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