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3
Drama. Romance Un viejo payaso (Charles Chaplin), después de evitar el suicidio de una joven bailarina (Claire Bloom), no sólo la cuida, sino que, además, se ocupa de enseñarle todo lo que sabe sobre el mundo del teatro para hacerla triunfar. Último y melancólico film americano de Chaplin. (FILMAFFINITY)
26 de septiembre de 2012
19 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta de lo más extraño que un personaje, Charles Chaplin, que se hizo mundialmente famoso como cómico cuando el cine era mudo, a base de pantomimas y humoradas, tenga la capacidad de metamorfosearse en director, cambiar de registro, servirse del cine sonoro y hacernos todo un drama. ¡Y seguir siendo un genio en una cosa como en otra! Pongamos los pies en el suelo. Charles Chaplin sí fue un genio pero en su primera etapa, antes de los años 20. Luego fue perdiendo frescura y sus intentos de reciclarse tocando otros géneros, cambiando su estilo, dieron resultados nada del otro mundo, aunque muy sobrevalorados, hasta llegar a esta "Candilejas", una obra claramente menor, cuyo éxito reside en que es de Chaplin cosa que a sus seguidores, por lo que se, ve ya les sirve.

Que conste que "Candilejas" tiene un argumento de lo más prometedor. Sin embargo, el director se empeña en mirarse el ombligo mostrándonos de un modo u otro su propia situación personal. Es verdad que la película quiere transmitir cierta melancolía por el artista acabado. En este sentido no deja de ser un homenaje a todo ese mundillo. Pero dicho homenaje queda muy superficial. Si rascamos un poco no descubrimos esa pasión por la vida, la lucha por mantenerse en pie, la superación personal, el deseo contra viento y marea de seguir actuando, la soledad del artista, el fracaso, en fin, todo aquello que podría haber hecho de "Candilejas" una buena película. En este sentido, trabajos como "Fama" o "Evita" y fuera de lo musical-artístico, "Rocky I" y "Rocky II" tienen todo lo que a ésta le falta. Concretamente "Fama" es toda una lección de cómo hay que tratar los asuntos en los que "Candilejas" derrapa estrepitosamente.

Buena culpa del fiasco argumental reside en la pareja que forman Calvero (Charles Chaplin) y Thereza (Claire Bloom), forzando una historia romántica de lo más desagradable (atención, ¡42 años de diferencia!) desde la del "Planeta de los Simios" de Tim Burton, entre el protagonista y una mona. Ella, que tiene al apuesto capitán Neville en la recámara, es completamente tonta pero es que el personaje de Calvero es que está mal concebido. Primero parece que se come el mundo, luego que es un fracasado y así sucesivamente sin que sepamos que le hace caer en una situación o en otra. Tampoco sabemos si siente algo por Thereza o, como creo yo, no.

Sea como fuere, Chaplin se equivoca en prácticamente todo lo que plantea (romance fuera de lugar, especialmente que la atracción no fuera al revés, problemas psicológicos que rozan el ridículo, escenas mal planteadas que le hacen perder dramatismo (SPOILER), etc.). Al final, "Candilejas" te resulta aburrida, con algunas ideas interesantes pero poco aprovechadas, con tendencia a la divagación, y donde la risa o las lágrimas brillan por su ausencia. Quizás lo único bueno sea la preciosa banda sonora.

No puedo dejar de hacer un último apunte. Rara vez vemos en pantalla la moda de la Primera Guerra Mundial, (y cuando lo hace apenas luce) pues por un motivo no muy claro este periodo histórico tiene escaso tirón entre los creadores. A mi personalmente me parece que la moda femenina (y masculina también) de estos años es una de las mejores de toda la historia. En este sentido Thereza luce varios conjuntos a cual más bonito. Y sí, los vestidos de "Candilejas" sí son realmente los de esos años salvo en un pequeño pero importante detalle: el calzado, que es de 1952. Es como si no le dieran importancia o no supiesen que zapatos se llevaban antaño pues con los vestidos largos y lo reducido de la cultura visual no era tarea sencilla averiguarlo. Resumiendo, aunque el zapato de tacón existía, si bien con otros diseños y estilos, el calzado más habitual son las botas, ya sean acordonadas o con botones, efecto polaina o lisas, más cortas, tipo botines, o más altas que nunca, hasta las rodillas (o más aún. Sí, éstas y blancas son las mejores, las de tipo militar que aparecen en esos momentos) posiblemente por el acortamiento de las faldas en estos años. Luego llegaron los años 20, y entre otras cosas, las botas, este calzado tan favorecedor, indispensable en toda mujer que se precie de su feminidad, desaparecieron hasta que en los años sesenta regresaron tímidamente y ya en las siguientes décadas de forma definitiva hasta la actualidad, afortunadamente, con formas cada vez más excitantes. Pero como diría el narrador de Conan, “esa es otra historia”.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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