El verano de Kikujiro

253/12(10/09/23) Hay algunos films, como este, en los que me siento como los sastrecillos del popular cuento de Hans Chrisitian Andersen “El traje nuevo del emperador”, teniendo que ser yo (seguro pecaré de arrogante) el niño que grite que el emperador va desnudo. Osea, el que grite que esta es una película que va de lo aburrido, a lo irritante, pasando por lo infantiloide, mezclado con personajes pueriles con los que empatizar es nulo. Es una road movie dirigida, escrita, y coeditada por Takeshi Kitano, que protagoniza junto con el niño Yusuke Sekiguchi. Siéndome otra muesca más en mi pistola cinéfila contra este sobrevalorado artista que se hizo famoso con el programa que llamaron aquí en España “Humor Amarillo”, que se puso a hacer cine y como arte de magia hubo legión que compraron su producto, cunado todo está cortado por un mismo patrón de personajes absurdos, que se comportan de modo arbitrario, en medio de situaciones esperpénticas, con pro5tagonismo de Kitano con roles que van de lo inexpresivo a lo ataráxico, demostrando que la actuación no es lo suyo, pero por mi parte tampoco la dirección

Aquí cuenta la historia de Kikujiro que en verano acompaña a un niño a buscar su madre por Japón, en un argumento de inicio muy a lo De los Apeninos a los Andes, donde el niño marco viajaba de Italia a Argentina en busca de su madre, aunque al parecer Kitano quiso más parecerse a El Mago de Oz. La película está dividida principalmente en capítulos más pequeños, enumerados como entradas en el diario de vacaciones de verano del niño. La inspiración de Kitano para el personaje (no la película) fue su propio padre, Kikujiro Kitano, jugador que luchaba por alimentar a su familia y pagar el alquiler. Tiene mantras del cine Kitano, como son dibujos, viñetas, playa y ángeles. Que más da que nada tenga sentido en este sin Dios.

Un niño vive con su abuela y anhela a su madre, que no se sabe porque vive lejos de allí, y decide el chico ir en su búsqueda, qué más da que no se lo diga a su abuela, lo que hubiera conllevado una denuncia por desaparición. Pero es que se cruza con Kikujiro que va con su esposa, y esta obliga a su esposo a llevar al niño a cientos de km de Tokio (no recuerdo que nunca especificara a donde), de buenas a primeras, y el tipo acepta a regañadientes, que más que no tenga dinero y deban hacer el viaje cual pedigüeños, haciendo autostop. A todo esto, el personaje de Kikujiro es un tarugo de campeonato, amén de ser violento, faltón, pendenciero, parece tener la mente de un adolescente con dos neuronas y mucha testosterona, ser de lo más desagradable, no pega ni con cola con el niño, este por cierto con menos gracia de que una ameba, parece hicieron el casting para coger al chaval que menos transmitiera. Pretende ser emotiva y me emociona entre el zero y un pimiento, la química entre los dos protagonistas es muy forzada, no existe evolución alguna, los protas son lo mismo al inicio y al finalhay tramos tan grimantes como la visita de Kikujuiro a su madre que se salda de modo insípido. Pretende ser divertida, con gags propios de descartes de programas malos de humor zafio, un horror, que incluso me ha hecho sentir vergüenza ajena. Un desfile de vulgaridad que da dentera. Con un ritmo atropellado, donde se suceden viñetas chuscas una tras otra. Donde en diferentes etapas aparecen secundarios (los dos motoristas tontunos a más no poder son colegas de Kitano en su programa “Humor Amarillo”) con los que los protagonistas se cruzan que dan la sensación de vivir.

He leído que intenta Kitano expresar la alienación de la sociedad con los necesitados, y que son los marginados los que, si ayudan a los desfavorecidos, y yo digo PUAJ! Quien va a ayudar a alguien tan irritante como Kikujiro, que falta al respeto, insulta, denigra, un fantoche insoportable. No entiendo como esos dos motoristas se portan tan servicialmente ante el desagradable Kikujiro, solo se puede entender por imperativo del guion. Seguro Kiytano pretende haber hecho una peli para toda la familia, pero a mí me ha resultado una cinta entre frívola e Idiotesca.

Tenemos un tramo estúpido en que Kikujiro abandona al niño Masaro por apuestas en las carreras de bicis, el niño es acosado por un viscoso tipo que pretende abusar del chico, pero en última instancia es ‘rescatado’ por Kikujiro, hay una elipsis y vemos al acosador tirado en el suelo ensangrentado e inerte, y entonces me pregunto que quiere que sintamos Kitano con este incomodo metraje, quiere que riamos? Que nos sintamos alegres por el rescate? A mi solo me produce bochorno. Tenemos el viaje por carretera en que van saltando de vehículo en vehículo de modo estrafalario por el comportamiento de Kikujiro, pero Kitano no aprovecha siquiera para mostrar en su esplendor Japón, se queda en lugares minimalistas sin beldad alguna. Tenemos el inserto del llavero ángel que Kitano

Todo transcurre entre personajes que transmiten todo lo contrario a naturalidad, son caricaturas, y lo peor sin desprender humor alguno, son bufones sin gracia. Y llegamos al tramo final y debemos emocionarnos porque un grupo de adultos se comporten como idiotas jugando con el niño en situaciones grotescas, ejemplo notorio es cuando Kikujiro obliga con su pose amenazante a que todos se desnuden porque a él se le pone para jugar al ‘1,2,3, stop’ extremo (Puaj!). Mete (apara colmo) Kitano ensoñaciones porque a él se le planta, pues sentido tiene (para mí) la nada.

Podría loar la fotografía o la música, pero me resulta trivial enzarzado en una cosa tan lamentable.

En ésta road-movie encontraremos a un Kitano menos violento de lo que nos tiene acostrumbrados y más ingenuo. Defraudará a los que esperen ver al Kitano "de siempre" pero no deja de ser un interesante cambio de registro del director-actor.
La violencia casi desaparece para dar paso a una comedia dramática bien llevada pero que a veces resulta demasiado lenta y otras demasiado estúpida y boba. A destacar la música, que encaja perfectamente con la historia.

Como es de esperar de un director como Kitano, la película es ante todo sorprendente. Incomprensible cómo con una historia aparentemente tan sencilla y con unos personajes curiosísimos consigue meterse dentro del espectador. Por su ingenuidad, por su magia. Por un inigualable Beat Takeshi, por la conjunción entre niño y hombre que hay dentro de todas las personas y que este filme se entozudeze en que no olvidemos. Un viaje profundamente emocionante.

Es lo que tiene ver las películas mi años más tarde.... que se te quedan un poco rancias a mi me ha recordado un poco a Marco el del pueblo italiano que busca a su mamá mezclado con Verano Azul eso sí en plan japo. (si, si ya sé que me he pasado de subjetividad haciendo comparaciones...)

Luego caes en que esa música que suena y te ha sonado desde hace mucho tiempo y creo que es la parte que merece más la pena de esta película. Como no te va a sonar si Joe Hisaishi también hizo la BSO de La princesa Mononoke y El Viaje de Chihiro, es el mismo estilo, la misma delicadeza y la misma emotividad.

En cuanto a los actores, el niño basa toda su interpretación en agachar la cabeza y hablar con monosílabos: si,.. no,..3...2..6...señor....y así todo el film. En ese aspecto si que reivindico a los actores españoles infantiles creo que han sido y son una gran baza de nuestro cine.
En cuanto a Takeshi Kitano decir que me sobraba tanto actuar como tonto y que a veces me ponía nerviosa con los tics del ojo.

Y tras todo esto si que es cierto que te quedas un ratillo pensando en la peli, pero en mi humilde opinión casi un 90% de que tu cerebro repase momentos de la misma se debe más a la música y los momentos que realza que a la propia pelicula en si.

La historia involucra a un pequeño matón, Kikujiro, quien es obligado a acompañar a un niño, Masao, en su viaje a través del país para encontrar a su madre biológica. En el camino se encuentran con una gran cantidad de personajes variopintos; algunos amigables, algunos misteriosos, algunos extravagantes, algunos abrasivos, pero todos ellos son de buen corazón, incluso cuando proyectan un aura de dureza y abusividad.

Mayormente, otra persona que no fuera Takeshi Kitano se habría conformado con una dosis rápida de rareza en los compañeros de los personajes principales, pero Kitano los ordena por toda la profundidad y el cariño que tan pocos minutos nos brindan con su presencia.
El enfoque contemplativo de la utilización de la cámara es fascinante, eso si te gusta el estilo Japonés ya que me recuerda al estilo de los animes cómicos japoneses. La cámara se toma el tiempo para detenerse en lugares, caras y personajes. Para algunas partes extrañas aquí y allá, todavía es realmente inocente

No hay palabras simples para describir esta película, tienes que verla por ti mismo, para mi de las mejores y mi favorita de Kitano.