Los secretos del corazón

Una trama que se sustente en la pérdida de un hijo y los efectos que deja a su paso, se ha contado en multitud de ocasiones en el cine, nos encontramos con ''Rabbit Hole'' ante un drama convencional que vuelve a explotar esa idea y a reflexionar en base a la misma línea argumental, sí la dirección de John Cameron Mitchell hubiese sido poderosa y con estilo propio, poco importaría que su historia ya se contara con anterioridad, pero su labor es muy impersonal, seca y sosa.

Es una cinta hecha sin pasión, que podría confundirse con cualquier otra película o telefilm sobre el mismo tema. El déjà vu constante de algunas de sus escenas hace acto de presencia, pero la película básicamente se ve lastrada por una mala dirección, pese al gran esfuerzo de todos sus intérpretes.

''Rabbit Hole'' es un vehículo de lucimiento para Nicole Kidman, que está estupenda, pero me resulta una interpretación dramática de manual, unos cuantos gritos, unos lloros y poco más, no sorprende. Lo bueno es que su trabajo, reafirma lo que ya sabemos, que siempre ha sido muy buena actriz, después de unos pocos años con proyectos no muy acertados.

Lo mejor de ''Rabbit Hole'' y por lo que merece la pena echarle un ojo a la película, radica en la labor de sus actores, además de Kidman, Aaron Eckhart y Dianne Wiest están magníficos.

Rabbit Hole es un más que aceptable drama acerca de la pérdida de un ser querido y las diferentes maneras de lidiar con el dolor que ello provoca. Sin duda, es una película con suficientes virtudes como para aconsejar su visionado: cuenta con varias escenas poderosas (principalmente las discusiones entre Becca y Howie), acierta con la relación entre la protagonista y el joven que atropelló a su hijo (buen Miles Teller) y sobre todo tiene a una protagonista, Nicole Kidman, que lo da todo. Algún día alguien explicará el porqué de ese odio de crítica y público que ha tenido que sufrir la australiana desde Cold Mountain, más o menos. Admitiendo que el techo de su talento lo alcanzó en 2001-2002 y que después del Oscar ha tomado decisiones cuestionables (Embrujada, Lasmujeres perfectas, Trespass, Sígueme el rollo, Invasión), la carrera de Kidman es ejemplo de calidad tanto en los proyectos como en las interpretaciones de la actriz. Pocas intérpretes hay con tanta personalidad y presencia delante de la cámara, con o sin botox. No se la pierdan en Stoker o Hemingway y Gellhorn.
Sin embargo, Rabbit Hole termina por no aportar nada al género dramático. Todo lo que nos muestra lo hemos visto ya antes y mejor, y el drama de los protagonistas desprende cierta frialdad, a pesar de ser lo que es. No existe un solo momento en que el espectador sienta la necesidad de compartir el dolor del matrimonio protagonista o incluso llorar con ellos (ver la escena en que Becca se viene abajo en el coche mientras recuerda la muerte de Danny, un momento impresionante de Kidman pero bastante frío en su escritura).
En definitiva, un drama aceptable que podría haber sido mejor.

Lo mejor: Nicole Kidman
Lo peor: No aporta nada nuevo

Desarrollada con un intenso pulso de sus actores principales, narra de manera certera la desolación que causa la pérdida de un ser querido en la psique de sus familiares más allegados retratando con dureza cómo sus vidas se van haciendo añicos cual cristal de bohemia. Esa rotura se ve reflejada a la perfección en los dos actores principales, un matrimonio interpretado excepcionalmente por Nicole Kidman (Cold Mountain) y Aaron Eckhart (Invasión a la Tierra) que dan una master class de actuación dramática a la altura de pocos, con momentos de furia (ojo a la discusión central acaparada por Eckhart), desasosiego, paz, redención y hasta el humor más sutil, oculto entre la tragedia que emerge en sus momentos más insospechados. Junto a ellos también cabe mencionar a Miles Teller (Whiplash) en un papel sostenido de culpabilidad y la veterana Dianne Wiest (Mula) como paciente consejera.
Buen trabajo del director John Cameron Mitchell (Shortbus) que alcanza su mejor obra hasta la fecha apoyado en el buen hacer de su elenco, su sencilla, pero potente, puesta en escena y su gran labor para dotar a sus actores de vida en esta cinta que versa sobre el descenso a los infiernos y su paulatina salida con el tiempo y la amistad y la familia.

Aunque solo cuenta con tres títulos en su filmografía, John Cameron Mitchell es ya uno de mis directores de cine favoritos por lo especiales que son sus dos primeras películas para mí.

En 2010 este director volvía a la gran pantalla con su útlimo trabajo, Rabbit Hole, algo que ya parecía más distinto al resto de su filmografía, pero por la que yo sentía, igualmente, curiosidad por ver. Sin duda alguna ya solo con el reparto te das cuenta de que esta película es "algo diferente" a sus trabajos anteriores, pero que fuera diferente no tenía por qué significar que fuera peor.

Uno de las grandes llamadas de atención de esta película para mí, además de su director, era su protagonista, Nicole Kidman. Aunque realmente todo el reparto hace un trabajo magnífico, creo que la interpretación de la australiana destaca, llevando ella el peso de toda la película en un gran ejercicio de interpretación. Su dolor contenido realmente llega a impresionar y emocionar.

Lo que más me gusta es el punto de vista de la película. Aunque cuenta una historia muy dramática, que es la pérdida de un hijo de cuatro años en un accidente por parte de una joven pareja que tiene que sobrevivir sabiendo que su pequeño ya nunca volverá, realmente no es una película que se recrea en el drama.

Es una película que difiere bastante de lo que me esperaba, pero me ha gustado mucho. Creía que me encontraría con una película mucho más lacrimógena, pero me alegró muchísimo que no fuera así. Incluso hay momentos realmente divertidos. Creo que esa es la magia de Rabbit Hole, que es como la vida misma, en la que siempre hay nostalgia dentro de la alegría y siempre hay momentos de carcajadas dentro de la tristeza.

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Si hay algo que rescatar de esta película son las actuaciones de Nicole Kidman y de Aaron Eckhart, de ahí en más, por lo menos en mi opinión personal, la película no consigue mantener una tensión dramática persistente, que si bien es cierto en los puntos más altos si se consigue (en especial gracias a las ya mencionadas actuaciones) no es constante.

Básicamente la película muestra la vida de este matrimonio intentando salir adelante y llevar una vida normal después de la muerte de su hijo, ocurrida ocho meses atrás. Ambos -muy diferentes entre sí- buscan continuar con sus vidas cada quien a su manera y de la forma en que mejor se desenvuelven.

El problema mayor es el de Becca (Nicole Kidman), una mujer no creyente con una actitud altanera cuando le hablan de Dios, con una relación áspera con su madre que vivió una situación similar a ella pero en realidad muy diferente, con su hermana que ha quedado embarazada y para colmo entablando una cierta amistad con el joven que atropelló (sin intención) a su hijo.

De la situación de Howie (Aaron Eckhart) en realidad poco que decir, siendo sincero la película me ha parecido vacía y muy forzada en algunos momentos, donde finalmente se deja entrever una máscara de felicidad ante una situación que pareciera ser insuperable (cosa que seguramente sea cierta).