Rabbit Hole es un más que aceptable drama acerca de la pérdida de un ser querido y las diferentes maneras de lidiar con el dolor que ello provoca. Sin duda, es una película con suficientes virtudes como para aconsejar su visionado: cuenta con varias escenas poderosas (principalmente las discusiones entre Becca y Howie), acierta con la relación entre la protagonista y el joven que atropelló a su hijo (buen Miles Teller) y sobre todo tiene a una protagonista, Nicole Kidman, que lo da todo. Algún día alguien explicará el porqué de ese odio de crítica y público que ha tenido que sufrir la australiana desde Cold Mountain, más o menos. Admitiendo que el techo de su talento lo alcanzó en 2001-2002 y que después del Oscar ha tomado decisiones cuestionables (Embrujada, Lasmujeres perfectas, Trespass, Sígueme el rollo, Invasión), la carrera de Kidman es ejemplo de calidad tanto en los proyectos como en las interpretaciones de la actriz. Pocas intérpretes hay con tanta personalidad y presencia delante de la cámara, con o sin botox. No se la pierdan en Stoker o Hemingway y Gellhorn.
Sin embargo, Rabbit Hole termina por no aportar nada al género dramático. Todo lo que nos muestra lo hemos visto ya antes y mejor, y el drama de los protagonistas desprende cierta frialdad, a pesar de ser lo que es. No existe un solo momento en que el espectador sienta la necesidad de compartir el dolor del matrimonio protagonista o incluso llorar con ellos (ver la escena en que Becca se viene abajo en el coche mientras recuerda la muerte de Danny, un momento impresionante de Kidman pero bastante frío en su escritura).
En definitiva, un drama aceptable que podría haber sido mejor.

Lo mejor: Nicole Kidman
Lo peor: No aporta nada nuevo