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El hombre de mimbre

Intriga. Terror Una carta que hace sospechar que una joven desaparecida ha sido asesinada lleva al sargento Howie de Scotland Yard hasta Summerisle, una isla en la costa de Inglaterra. Allí el inspector se entera de que hay una especie de culto pagano, y conoce a Lord Summerisle, el líder religioso de la isla... (FILMAFFINITY)
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Críticas 76
Críticas ordenadas por utilidad
8 de septiembre de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fascinante película que acontece en una isla donde se vive (hedonismo/paganismo) como si el cristianismo nunca hubiese llegado a ella. Un policía busca en el lugar a una niña desaparecida, no tardando su religiosidad y puritanismo en chocar con la mentalidad libre de los habitantes. Partiendo de un guion del prestigioso Anthony Schaffer, Robin Hardy narra con fluidez, imprimiendo a la historia misterio y tensión. Rodada en 1973, El hombre de mimbre está muy influenciada por la filosofía hippie de la época. Hoy en día es considerado un film de culto y sigue siendo debatido.
Juan Pais
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6 de marzo de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno la verdad es que el tema sobre lo que va este filme, me parece interesante...una especie de choque de religiones realmente espeluznantes en su discurso.
Pero hay ciertas cosas que en mi opinión estropean el desarrollo y desenlace de la película. lo comentaré en zona spoiler. Es un filme curioso a la vez que ingenuo e inocente a veces y terrible en otras. Puede parecer una comedia luego lo comentaré , sin embargo podría a ver sido una gran película de terror al más puro estilo Británico , pero desgraciadamente se queda a mitad de trayecto.
Por cierto he leído que Christopher Lee, DIJO QUE ESTA ERA SU MEJOR INTERPRETACIÓN...sinceramente aún siendo fan de Lee, me parece unas de las peores y esto repercute bastante en la calidad final de la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Bobby
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8 de mayo de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas, que al visionarlas, necesitan poco para convertirse en obras de culto. The wicker man es una de esas obras. Desde las dos canciones que enlazan con sus créditos iniciales y el aeroplano que sobrevuela alguna isla británica perdida ya se intuye algo diferente.

La película empieza con un tono ceremonioso, un ambiente de liturgia que impregna la pantalla. Poco después, vemos como el sargento Howie llega en aeroplano a una pequeña isla donde debe investigar la desaparición de una adolescente. A partir de aquí, todo lo que descubre son personajes que parecen ocultar información, extraños comportamientos y sucesos y tradiciones inexplicables.

La película apuesta por un ritmo pausado que se funde con la incredulidad de lo que ves en pantalla. Desde las habas turquesas, a la canción que todo el bar dedica a la hija de la posadera tildándola de puta (y su alegría por ello), a las orgías masivas, las cucarachas en los pupitres o el cordón umbilical en los árboles frutales. Frente a toda esta espiral de locura por lo que ve (por lo que vemos) Howie se muestra con una impasibilidad horrorizada.

¿Puede una película de terror estar también llena de luz? The wicker man tiene un tono pesadillesco pero sin seguir prácticamente en ningún momento los códigos del género. Desde la luz, la tranquilidad, el apaciguamiento, la felicidad de sus habitantes la película construye un tono demoledor, ya que combina esa paz con la extrañeza de los comportamientos de sus habitantes. Esta luz en la imagen combina con otra gran película de terror de los años 70, la española ¿Quién puede matar a un niño? de Chicho Ibáñez Serrador. En ese caso era la costa alicantina que recibía a una pareja de extranjeros de turismo. Sol, niños, descanso vacacional. ¿Qué puede ir mal? También sin abandonar la luz en ningún momento todo se transforma en pesadilla. Otra cinta de culto.

La otra lectura evidente de la película es la confrontación entre etnocentrismo/animismo/religiones alternativas/reencarnación y cristianismo. Por un lado desde el punto de vista de la autoridad que llega a un sitio protegido y preservado de su mirada inquisitoria. La película juega muy bien con todo esto. Por un lado es obvia nuestra perplejidad como espectadores ante el desconcertante modo de vida de sus habitantes, así que rápidamente nos alineamos con el punto de vista del extraño que no entiende nada. Luego, sin embargo, se abre de manera sutil un momento de duda: ¿por qué la rectitud moral del protagonista es la mejor manera de interpretar la realidad? ¿Qué mal están haciendo en su isla este particular grupo de personas? La película abre la duda y es imposible no pensar en las hordas cristianas que masacraron e impusieron su manera de ver el mundo en África o Sudamérica, a esos supuestos salvajes. Hay una frase demoledora del protagonista: "Solo me interesa la ley y vosotros sois súbditos de un país cristiano". ¿Quién es el loco? ¿La moral exacerbada o el libertinaje? ¿La ley o la naturaleza pura? Se abre la sospecha... Todo esto se expone magníficamente en las conversas y el antagonismo amigable de Howie y Lord Summerise, protagonizado por un Christopher Lee brillante.

Hay escenas sublimes en la película como el intento de danza de seducción y atracción de la hija de la posadera a través de las paredes, el lirismo del desfile final, las canciones que se oyen en el bar y en la ofrenda a la fertilidad de los niños o como todo el propio tramo final con sus bellas imágenes. Solo una muestra, hay decenas de escenas, imágenes, ideas que salpican toda la obra de extrañeza e incomodidad.

The wicker man, puro cine de culto.

https://incertidumbreycine.wordpress.com/2016/05/08/el-hombre-de-mimbre-the-wicker-man-robin-hardy-1973/
Toxicosmos
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19 de enero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
¨El hombre de mimbre¨ se podría definir como una película inclasificable, por diferente, única, por esa mezcla de géneros con el terror como punto de unión, por el tema que trata y por cómo lo trata. Una joya que debe ser vista al menos una vez.

Esoterismo y exoterismo. La creencia en los antiguos dioses, de tradición más liberal, cercana a la naturaleza y que rinde tributo a la tierra, al mar, al sol, al sexo... y la creencia del cristianismo, alejada de todo lo anterior, monoteísta y que sigue las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Poco tienen que ver una con la otra.
La primera la representa el pueblo, con escuelas aprendiendo a los niños los entresijos del sexo, parejas practicándolo al aire libre, mujeres desnudas en bailes de invitación y canciones que podrían considerarse obscenas. También hay ofrendas a los dioses y fiestas en su honor, incluyendo sacrificios, para tener una buena cosecha, entre otros rituales.
El segundo está representado en el policía, un cristiano devoto en extremo. Su actitud es en todo momento de enfado, escandalizado por las costumbres del pueblo, por su conducta pagana. Tan cerrado se encuentra en sus creencias que hasta lo pasa mal, y arde en deseos de juzgarlos y encerrarlos a todos por perturbados. Para él es todo una blasfemia, gente fuera de lugar que han dado la espalda a la Biblia y viven en pecado.

El choque de ambas creencias lo utiliza la película para desarrollar muchos temas. En un primer momento, la absoluta falta de sentido del cristianismo (y junto a él, otras religiones similares), imponiendo normas absurdas, prohibiciones y enseñando una fe ciega en Cristo, que en un instante de la película llega a ser definido como ¨el hijo de una virgen fecundado por un fantasma¨. Más adelante, la película generaliza y deja a todas las religiones al mismo nivel, con doctrinas que convierten a sus seguidores en fanáticos estúpidos, ciegos y, en cierta forma, con cierto grado de maldad disfrazada de locura. Entre lo absurdo y el horror.

En otro ámbito, se podría analizar el choque entre culturas y la intolerancia ante creencias o tradiciones ajenas a las nuestras. El oficial no se para ni por un instante en intentar comprender a la gente del pueblo, le producen rechazo desde el principio, se encierra en banda y, con ello, encierra su mente. Su actitud hará que poco a poco caiga mal al espectador, a pesar de ser el protagonista. También podemos apreciar un tercer cara a cara en esta lucha: la vida rural contra la vida de ciudad.

La trama gira en torno a la desaparición de una niña y la pertinente investigación, un macguffin muy inteligente. Desde el principio la película se llena de símbolos, pistas y otros pequeños detalles de significados puestos del revés en el desenlace, demostrando un guion muy hábil. El clímax final es de puro horror, una escena alargada en sufrimiento, donde la peor cara de las religiones se une en una sola, el sacrificio, la crucifixión. Tremendo.

Finalizo destacando algún que otro aspecto de la película. Los actores están genial, Edward Woodward como el serio y antipático investigador, Christopher Lee en contadas e hipnóticas apariciones, y un buen puñado de guapas actrices entre las que cabe destacar a Britt Ekland, que tiene un baile de alta carga sexual, en tormento del policía. La música es un pilar fundamental, compuesta por melodías que evocan el folclore celta, y que en varias ocasiones son interpretadas por los habitantes del lugar, dotando a la película de un extraño matiz de musical, lo que es otro elemento inusual en una película de terror, pero queda bien, y son canciones pegadizas (incluso hilarantes, por su contenido de abierta sexualidad y fondo un poco perturbador). La fotografía es espectacular, creando esa atmósfera de naturaleza agobiante difícil de describir. Es una película de bajo presupuesto y se nota, pero ello hace valorar más si cabe todos los elementos.

Atípico film de terror, de historia profunda y marcada temática religiosa. De visionado esencial.
Biopunk
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31 de octubre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una película consigue entrarte tanto por los ojos como por los oídos, es difícil que te deje indiferente.

El filme de Robin Hardy mezcla thriller policíaco con terror psicológico, con una ambientación que la hace especialmente interesante: el lirismo de sus imágenes contrasta con la tensión que emanan todos y cada uno de los curiosos personajes que pueblan la isla de Summerisle (o la isla del verano, como si el solsticio fuera perenne allí). Además, la música folk que adorna la banda sonora transporta al espectador a esa comunidad sectaria de fieles de creencias paganas, con toques de rituales celtas y druídicos propios de la historia de las islas británicas, mezclados con ideología new age.

No es casualidad que el personaje principal sea un policía de férrea educación cristiana (Edward Woodward).Así, el choque con las costumbres bárbaras y heréticas de los habitantes de la comuna es inevitable, dotando a la trama de una intensidad extra muy característica del cine de los setenta.

Las actuaciones son, en general, bastante notables, destacando el duelo entre Edward Woodward (abanderado del cristianismo) y el siempre imponente Christopher Lee (señor de Summerisle y creador del culto). Ambos representan el bien y el mal respectivamente, o el mártir y el diablo, siendo más clara la analogía en el caso del sargento de Scotland Yard: su puritanismo se pone a prueba varias veces, se ve sometido a la tentación carnal y sufre un terrible tormento.

En 2006 Neil LaBute realizó un remake de menor calidad, interpretado por Nicolas Cage, y el mismo Robin Hardy volvería a en 2010 con "The Wicker Tree": una especie de spin-off de su notable primera película, rescatando además a Christopher Lee.

Otra joya más de los setenta que merece la pena redescubrir.
Richy
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