El crack Cero

Película conmovedora de alguien que ama el cine. Qué diferencia con el vendido cine de la secta de los Goya. Este es cine de verdad y además limpio sin necesidad de rendir pleitesía a lo politicamente correcto y sus tópicos. Me ha encantado el manejo de la cámara, la atmósfera (ese maravilloso Madrid, la época...), los actores, la banda sonora...todo. Me reconcilia un poquito con el cine español.

Sin Alfredo Landa entre nosotros, José Luís Garci ya no tenía su baluarte para rodar más películas de 'El crack'. Se habló de rodar una tercera entrega donde se hablaría de terrorismo, pero no cuajó la cosa. A veces, para que las cosas lleguen toman su tiempo y más de 30 años después de la última vez que España fue testigo de las aventuras del Philip Marlowe español, llegó por fin.

Con un Garci que ya está de vuelta de todo y con una trayectoria que habla por si sola, tanto en cine como en TV con su mítico programa '¡Qué grande es el cine!', nada le impedía retomar la vida de 'el piojo' esta vez echando la vista hacia atrás cuando aún no se le había ido del todo la juventud, pero con su característico rostro pétreo.

El encargado ahora de dar vida al personaje que escenificó Landa es Carlos Santos, recordado por su papel en 'Los hombres de Paco', pero que fuera de ese papel cómico ha sabido desencasillarse y labrarse una trayectoria que ya quisieran muchos trabajando con gente como Icíar Bollaín, Imanol Uribe o Alberto Rodríguez. Tal trayectoria dice que es algo más que Povedilla y en 'El crack cero' cumple (no con creces, pero sí con dignidad) la difícil misión de que el público no eche de menos a Alfredo Landa. Quizás cuando lo interpretó el actor pamplonés había más talla actoral y escenificase mejor al detective, aunque su sucesor sabe valerse por sí mismo.

Mirando en general, la espera de más de 35 años no ha sido en balde. Quizás pueda parecer que ha perdido fuerza respecto a las dos primeras entregas y que transcurre todo de forma más relajada y sin más; no obstante, el balance en general es positivo. Tiene los mismos aciertos que los filmes previos: elegancia en la narración, fotografía de estilo cine negro y actores cumplidores. El único elemento que eché en falta es narrar una historia algo más rocambolesca. La diferencia es que el estreno de 'El crack cero' con 'El crack' y 'El crack Dos' es que salió a cartelera en 2019 y ahora parece una 'rara avis' por su estilo de contar los sucesos, lo que le hace algo de agradecer.

Quizás esta sea la última vez que sepamos de este detective serio, aunque sentimental en ocasiones. Si es así, pienso que esta trilogía se puede despedir con un balance bastante positivo; no será de las que más recuerde la gente cuando se habla de cine español y, aún así, se ha ganado un pequeño hueco a base de trabajo sólido, delante y detrás de la cámara, sin licencias durante tres filmes. Con eso ya es para darse por satisfecho.

Cuando José Luis Garci ofreció a Alfredo Landa la posibilidad de ser Germán Areta, estaba permitiendo a un gran actor salir de los tópicos del "landismo". De repente, aquel señor bajito que perseguía suecas no arrancaba ni una carcajada, convertido en "El Piojo", un astuto y desengañado policía que dejó el cuerpo para meterse a investigador privado.

La asociación dejó dos películas muy interesantes. Durante mucho tiempo se pensó en una tercera. Décadas después, llega bastante más tarde de lo que debía una precuela. Imposible que fuese con Landa por motivos obvios, la elección de Carlos Santos no es mala opción en lo absoluto, aunque, a título personal, me pareció muy interesante la posibilidad que se barajó de que fuese Víctor Clavijo, un actor excelente que podría haber traído un Areta distinto.

La cinta, rodada en nostálgico en blanco y negro, llevan a lo que David Gistau y su amigo Garci muchas veces propugnaron: "La nostalgia de lo no vivido". A grandes combates en New York jamás vistos por quienes los narran y ansía de una forma de hacer cine que ya se extinguió.

Hay diálogos logrados y escenas que consiguen convencer. Pedro Casablanc es un actor más que notable. El recuerdo de José Bódalo como comisario es insuperable, pero el primero logra que nos creamos a su personaje, con su fuerza bajo la apariencia bonachona-campechana.

A diferencia de esa mítica jugada que se nos cuenta, "El Crack Cero" no remata. Tras varios compases de buen cine negro, tiene cierto aroma impostado, de situación forzada. No disgusta el rato que se está en este universo. De hecho, con las piezas se podía haber jugado para lograr algo más redondo.

Gracias a joyas como "Asignatura pendiente", Garci demostró que era uno de los cineastas españoles que mejor captó el pulso de la sociedad de la Transición. Ahora, al evocarla, algo de eso se ha perdido. Casi sobraban esas referencias de trazo grueso al final de la dictadura.

Las personas aficionadas a Areta no deben perdérsela, pero el embrujo ya no es el mismo.

Es una precuela situada en 1975. El comienzo es bueno, todo lo demás queda digno y sus dos horas se siguen bien. El personaje de Miguel Angel Muñoz sustituye aquí al que hiciera Miguel Rellán y da también el acertado contrapunto humorístico en ocasiones. Está bien recreada la atmósfera con esos planos de enlace entre secuencias de la Gran Vía de Madrid tal como era, con cines y comercios que ya no existen. Ahora es otra. Y hay una presentación de interesantes personajes enteramente creíbles, incluido el asesinado que da origen a la investigación y a la trama y al que nunca se ve, pero es un tipo que queda muy bien retratado sólo por las referencias que se van haciendo de él. Igualmente el protagonista Areta, que interactúa con la realidad protegido por una coraza de semblante serio y las mínimas palabras posibles.

Narración sobria y sin efectismos, rizado de rizos, ataques a la verosimilitud o tonterías varias que tanto abundan desde hace un tiempo, y no sólo en las películas americanas, ya que parece ser que todos las quieren imitar hasta donde pueden. Es una narración pulcra, contenida, envuelta de alguna manera en cierta nostalgia y que se sigue con interés.

Para todos los que disfrutamos con "El crack" , el remake inconfeso que hizo Garci de "Los sobornados", este ejercicio retiro es un auténtico insulto, cargado de anacronismos y lo que es peor cierto revisionismo en muchos aspectos. Y el problema no es que la trama esté trillada si no que los personajes y los diálogos apestan. Resultan impostados,artificiales y nada fluidos en su forma de hablar salvo contadas excepciones. Y luego está el asiento visual que parece "Cuéntame" en blanco y negro.