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Plácido

Comedia En una pequeña ciudad provinciana, a unas burguesas ociosas se les ocurre la idea de organizar una campaña navideña cuyo lema es: "Siente a un pobre a su mesa". Se trata de que los más necesitados compartan la cena de Nochebuena con familias acomodadas y disfruten del calor y el afecto que no tienen. Plácido ha sido contratado para participar con su motocarro en la cabalgata, pero surge un problema que le impide centrarse en su trabajo: ... [+]
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Críticas 126
Críticas ordenadas por utilidad
23 de noviembre de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para nosotros, "Plácido" es la mejor película del cine español. La hemos visto veintitrés veces y todavía encontramos en ella detalles en los que no habíamos reparado por su velocidad narrativa.
Berlanga se supera a sí mismo y toca el techo del cielo cinematográfico con esta fascinante película coral.
Notarios, empleados de banca, artistas, empresarios, nuevos ricos, viejos ricos, autónomos, "pobres" ... desfilan en la pantalla formando una cabalgata de secuencias donde se pasa un crítica revista a la hipocresía social.
"Ponga un pobre a su mesa por Navidad" quiso Berlanga que se titulara. Y no le dejaron.
salvador
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15 de enero de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La de quebraderos de cabeza que puede llegar a ocasionar el pago de una letra... En los años sesenta o en pleno 2010, ahora lo estamos viendo. Hoy siguen habiendo pobres y ricos, y penurias para pagar la hipoteca (lo que ya no quedan son motocarros de esos). Así es que tenemos una parodia plenamente adaptable a nuestros días. Con mucho mérito para el director, porque nuestros días no son los de entonces, con la dictadura, la censura, bla bla bla (ya todos sabemos). Y todo ocurre en nochebuena, en lo que parece ser una capital de provincias. En ese día tan señalado va Plácido con su motocarro y su letra, la cabalgata y la bienvenida a las celebridades de Madrid (aunque Carmen Sevilla no hace acto de aparición), la subasta, la campaña "cene usted con un pobre", el casamiento, la cena... La película es un barullo, un correcalles alocado en el que un mogollón de gente va de un lado para otro como por casualidad, aunque con un fin, no siempre lógico. Detrás de toda esta comedia el director plantea un trasfondo social, y sin ser un drama, sí deja encima de la mesa unas cuantas cuestiones. Ya una de las primeras secuencias, que tiene lugar en el banco, con el reparto de los puros y la manera de conducirse y de expresarse el director es una declaración de intenciones y un puyazo considerable. La campaña refleja a las claras el cinismo de las clases pudientes, que se van a servir de ese acto para alimentar su fachada social. El pobre es manejado como un objeto, impersonal, porque a ninguno se dirigen con un nombre, sino como "pobre". Veamos también como es Plácido, otro pobre, el que se carga la familia a cuestas y va cumpliendo desinteresadamente con los caprichos absurdos de otros. Alrededor de esta intención aparece el beatismo de las meapilas de turno, que montan la de San Quintín para evitar la muerte en pecado por lo del concubinato. Está lo de las ollas "Cocinex", creo que las llaman así, que lleva también su carga de ironía hacia esa publicidad incipiente, pero ya codiciosa. En medio de todo el jaleo, de todas las situaciones cómicas, la película tiene un montón de mensajes, de caras (tanto que cada personaje representa casi por sí solo un conjunto social). Para el contexto es completísima. Si he de decir la verdad, a pesar de la fama que tiene Berlanga, yo es la primera obra suya que veo, y no será la última.
¡Ah! Qué decir de un López Vázquez sin su perenne bigote y del entrañable Manuel Alexandre...

"-¿Hay besugo?
-No, no hay besugo.
-¡Lo que faltaba! Una nochebuena sin besugo no es nochebuena."
Lefty
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9 de marzo de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es el día de Nochebuena. En una ciudad española se ha organizado una campaña en plan siente un pobre o un anciano a su mesa por una noche. Una familia que se las ve y se las desea para llegar a fin de mes se tira todo ese día y parte de la noche de un lado para otro, mientras el padre intenta evitar que lleven una letra al notario.

La mezcla de detalles cómicos y dramáticos es constante en una película de gran guión, ritmo rápido y muy bien interpretada. Me parece la mejor película de la época que me gusta de Berlanga, la de los años cincuenta y sesenta.
IzaNezzie
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14 de noviembre de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las apariencias son lo único que nos importa. En este mundo impersonal, frío y egoísta, cada gesto de humanidad debe llevar detrás una motivación oculta que nos empuje a realizarlo. Nada surge espontáneamente por la propia bondad de las personas. Esta opinión podría aplicarse perfectamente a la época actual, pero lo más llamativo de esto es que Plácido fue filmada en el año 1961. ¿Los tiempos cambian? Menos de lo que parece.

Plácido nos ofrece una sátira mordaz a la sociedad de la época franquista bajo el disfraz de una comedia costumbrista sin más. Nada más lejos de la realidad. Es preciso reseñar este detalle. Como comedia, Plácido no pasaría de ser otra cinta de esa España de los 60, la España de Sor Citröen y Marisol. No sería más que otra comedia fácil y simplona, quizás mediocre, ya que ciertamente no logra alcanzar las dosis de humor de otras de sus coetáneas. Pero Plácido merece ser analizada desde otro prisma más interesante. La película destila inteligencia e ironía por los cuatro costados y lo consigue sin perder un ápice de su aroma a sencillez.

Berlanga crea una crítica feroz hacia todos los estamentos de la sociedad. La historia transcurre en una pequeña ciudad española en pleno día de Nochebuena, el día en el que los cristianos están más predispuestos a realizar una obra de caridad. Esta obra de caridad no es otra que la de acoger a un pobre en su casa esa noche, algo que genera una imagen positiva a cada una de las familias de clase alta que se unen a la iniciativa. Lo que podría verse como un acto de buena voluntad en realidad no es más que una fachada, Berlanga nos convence de que eso no existe, la amabilidad con el huésped no es más que una obligación para una corte provinciana que lo único que siente hacia sus invitados es desprecio, asco y desdén, incluso en las situaciones límite, en las que importa más quedar libre de pecados que las últimas voluntades. Coherencia cristiana, quizá.

Todos los recursos que se emplean en la película están utilizados con la más absoluta naturalidad. Nada se fuerza en exceso, no hay nada que busque el impacto en el espectador, las escenas fluyen sin alardes innecesarios. Quizá se eche en falta más garra y determinación a la hora de denunciar los comportamientos rechazados en Plácido pero no debemos olvidarnos de un detalle nada baladí: La película debía pasar bajo el temido filtro de la censura, lo que provoca una influencia clara en el producto final. Todo se deja a reflexión del espectador. Cada uno debe sacar sus propias conclusiones. Esta circunstancia a priori puede observarse como definitivamente negativa, pero no tiene por qué ser así. Sin la censura a lo mejor Plácido hubiera sido una propuesta fallida. Gracias a ello tenemos una crítica, mordaz, sutil, sencilla e irónica de la que ningún estamento social logra escabullirse. Ni la clase alta, por supuesto, ni la banca, ni el show business, ni tan siquiera la clase baja (sensacional la escena de la viuda en su casa) se escapa de esta trituradora de las apariencias que es Plácido. Y es que Plácido en sí misma es apariencia pura, aparenta ser una comedia pero no lo es, muestra la realidad como era, sin tapujos, sin opiniones, tan real como la vida misma, lejos de banalidades. En este caso las apariencias no engañan.
cachaforlan
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28 de diciembre de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Grandiosa película del maestro Luis García Berlanga, llena de sarcasmo y crítica, retratando a la perfección las distintas clases sociales que siempre ha habido en este país.

"Me río por no llorar", podría definir perfectamente la sensación que transmite la película, y es que solo el maestro Berlanga sabía mostrar los sinsabores de la sociedad española esquivando la censura dictatorial sufrida durante esta época.

Cada año por navidades la vuelvo a ver porque merece la pena.
periguega5
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