The Chaser

De hecho el planteamiento es interesante y original, pues el enfrentamiento entre los dos protagonistas no se hace esperar y se produce a los veinte minutos. El sospechoso es retenido por la policía, la cual no consigue dar con su lugar de residencia actual, que es donde almacena los cadáveres de las mujeres a las que asesina. La desesperación en la secuencia de terror, donde la prostituta queda avisada por Joong-Ho, su chulo, de que puede estar en peligro, es materializada de una manera perfecta. Ella nota, presiente que es el final y está atrapada. Agrada la indolencia con la que el cliente trata a su víctima, nada corriente de los asesinos en serie. No pone reparos a sus insustanciales y triviales peticiones iniciales, ni presta demasiada atención a la infantil tensión que la delata. Parece una persona normal, puesto que sabe que la presa no tiene ninguna escapatoria.

Joong-Ho es un proxeneta de poca monta que fue ex-policía y ante la inoperancia de sus antiguos compañeros de gremio decide tratar de recabar información sobre el sospechoso que sabe que es el asesino y que se está burlando de la ineficiente policía con facilidad y cierta jactancia. La mayor parte de la película transcurre según ese esquema, él está dentro, retenido, y Joong-Ho, fuera, tirando de su contacto y su empleado para tratar de esclarecer un caso complicado, pero que aún así de dudosa credibilidad por la indulgencia que es tratado por las autoridades (a pesar del desconocimiento que condicionan muchas cuestiones del caso y que derivan en una situación difícil de abordar). Como por ejemplo que no se registrase enseguida el coche del apaleado, del que Joong-Ho clama a los cuatro vientos que tiene a sus chicas (al principio no cree que sea el asesino). (En el encuentro que tuvieron a los veinte minutos Joong Ho iba a obligar a llevarle hasta su casa para ver dónde tiene a sus mujeres, pero la policía los interceptó a los dos.) O tampoco encaja el hecho de que no se trate con más seriedad el caso del detenido, cuando este confiesa con sorna que es el asesino de varias mujeres. Vale que pueda ser lunático fanfarrón pero aún así habría que prestar una mayor seriedad al asunto. Sorprende, que por ejemplo, no se le interrogase con una dureza mayor, o que la policía no averiguara más acerca de su historial (me pareció entender que un conocido suyo dijo que fue su compañero de celda). Dicho esto quizás habría que considerar que realizar el seguimiento de un individuo en un barrio de periferia de tortuosa disposición sin haber un claro móvil detrás no es muy sencillo.

Dicho esto, donde más gana la película es en el apartado de las interpretaciones, en los acerados diálogos (una vez más el thriller coreano no escatima en vigor, incisión y fervor que hacen de las escenas más rutinarias, prescindibles y triviales, minutaje muchas veces inerte que aúna acontecimientos, uno de sus mayores atractivos y principales señas de identidad) y en un montaje acelerado. Una vez más el cine oriental alcanza unas cotas de expresividad superiores a lo esperado de un largometraje medio, el abanico de rostros, reacciones, entornos y diálogos transmite un amplio registro de emociones, desde interés por la diversa naturaleza de cada personaje, pasando por el humor en los diálogos más atrevidos y vehementes (con esta película me he reído en bastantes ocasiones) y terminando en asfixiante agobio, ante la impotencia causada unas circunstancias por las que el protagonista se ve superado la sensación insignia de la película. Tema recurrente en el cine asiático desplegado con gran maestría en la inmejorable 'Memorias de un asesino en serie'. En realidad como se comenta esta tiene cierto parecido con aquella, en el sentido de que es más investigación que thriller de acción o suspense de un caso de asesinos en serie por resolver. En cualquier caso, aunque se haga algo pesada en algún momento no considero lícito otorgarla una calificación inferior a buena.

Como espectador me ha gustado el ritmo de la película que va progresando de acuerdo a las situaciones y no forzándolo como en la mayoría de las películas de este género.
Los actores hacen bien su trabajo brindando la intensidad necesaria que requiere una historia como esta.
Es una película que tiene varias aristas por donde juzgarla pero me quedo con la que nos muestra que no importa cuánto hagamos el destino lo marcamos nosotros y no el destino es el que nos marca. Digo eso por las decisiones que toma el proxeneta a lo largo de la película. Toma las peores decisiones y se deja llevar por los impulsos y ambiciones.
El asesino está bien interpretado pero casi que se le dan las cosas por casualidad. Eso es algo que suele suceder en la realidad y ya no tanto en la ficción (muy elaborada por los guionistas en varias películas con situaciones forzadas)
Película sucia, urbana, descarnada… como la realidad misma.

El final es lo de siempre, el psicópata es míster gatillazos y su frustración sexual le lleva a cometer los crímenes de mujeres.