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El quinto sello

Drama. Bélico Ambientada en Budapest a finales de la Segunda Guerra Mundial. Un grupo de amigos dialogan una noche en un bar. Uno de ellos propone un dilema moral: Si volvieran a nacer, qué preferirían ser, un cruel rey que comete todo tipo de atrocidades o el esclavo que las padece... (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
27 de mayo de 2013
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film complejo. Una estructura basada en un muy buen guión acerca de la naturaleza del ser humano en condiciones limites, el bien el mal y la dignidad como sustento de la identidad. Cinco personajes debaten y se preguntan acerca de la libertad para escoger ser un "amo despótico" o un esclavo al modo de "Job". Juego de psicologías e identidades. Final sorprendente que revela la estructura última de la identidad , que las elecciones no son sencillas y que nada es lo que parece. Este tipo de cine pertenece a una época y fue antecedente de notables cineastas de los "países del este", entre ellos podemos ver la influencia sobre los primeros films de Polanski, y alguno posterior.
rocamadur01
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5 de enero de 2020
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si todos los partidos políticos son iguales antes (y sobre todo después) de unas elecciones generales, pero lo que sí que acierto a ver es que sea el color que sea el que enarbola la bandera de la democracia, cuando llegan arriba lo que desean es mantenerse a toda costa porque, por supuesto, lo hacen mejor que los demás. A ese «a toda costa» hace bastante referencia la película que me dio por ver un día durante la rancia y abstrusa costumbre (incomprensible hoy día) de la jornada de reflexión: «El quinto sello», del demoledor director húngaro Zoltán Fábri. Porque su premisa: la generosa y poco consciente idea de todo ser humano acerca de desear ser aquello a lo que aspira éticamente por más que suela ser golpeada por chutes de realismo impertinente, esa premisa resulta indispensable para entender en toda su extensión lo terrible de sus últimos treinta minutos. En ese preciso instante es cuando el filme de Fábri desemboca en lo que es el goce de toda persona suscrita al poder, tenga más o menos consciencia de su crueldad, que se torna en el manual del buen fascista y que, por desgracia, su fin primigenio suele ser idéntico: que la masa no solo tenga miedo(a mí o a mi enemigo), sino que no lo quede más remedio que casi agradecérmelo.

Tenemos tanto miedo a lo que puede llegar que esperamos desde la inmovilidad más absoluta. Y el miedo nos vuelve tan seguros y estúpidos que se han vertido ríos de tinta sobre la imaginación de lo terrible que puede ser lo que espero: Esperando a los bárbaros (Cavafis), El desierto de los tártaros (Buzzati), Zama (Di Benedetto) e incluso En la penumbra (Benet).

No hace falta ser un lumbreras apara relacionar el título con el libro del Apocalipsis: «Cuando el Cordero rompió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sufrido el martirio por causa de la palabra de Dios y por mantenerse fieles en su testimonio. Gritaban a gran voz: «¿Hasta cuándo, Soberano Señor, santo y veraz, seguirás sin juzgar a los habitantes de la tierra y sin vengar nuestra muerte?» (Apocalipsis 6, 9-10).

¿Tú quién prefieres ser? ¿El fiel no vengado o el verdugo sin conciencia de serlo? Fábri, muy listo él, que rueda la cinta durante la Guerra fría en un país que formaba parte del Pacto de Varsovia, sitúa la historia en 1944, durante la ocupación, cuando toda ética puede subvertirse a la situación sin sentirnos del todo mal, pero no hay duda de que todo el mundo entendía de qué estaba hablando, y tampoco me cabe a mí la menor duda de que no está a salvo de esta quema sobre fieles y verdugos ninguna magnificente democracia que se precie de serlo.

Entonces… ¿quién prefieres? Y entonces… ¿quién eres?
poverello
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24 de marzo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una estructura teatral de escasos escenarios se plantea un dilema moral: si se te diera la posibilidad de elegir entre ser un déspota, inconsciente del mal que inflige, o un esclavo que sufre todo tipo de castigo y humillaciones pero tiene la conciencia en paz ¿qué elegirías? La duda atormenta a los personajes, pero finalmente surge un tercer factor: la dignidad, que resulta ser el polo más potente. El final es sorprendente y lleva a quien vea la película a una reflexión nada sencilla. Lenta y discursiva pero más inquietante que cien thrillers frenéticos.
Spectacula
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8 de junio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
135/18(19/05/23) Interesante drama magiar dirigido por Zoltán Fábri, con guion de Ferenc Sánta que adapta su propia novela homónima de 1963. Esta es la segunda obra de Fabri basada en una novela de Ferenc Santa, siendo la primera Veinte horas (1965). Ambas películas ganaron el máximo galardón en los años respectivos en el Festival de Cine de Moscú. Film pretencioso que termina queriendo ser más de lo que acaba siendo. Es una obra cuasi teatral, centrada en un dilema moral filosófico, ello en el marco de la WWII, durante la ocupación nazi, un hombre pregunta a otros si querrían ser un tirano vicioso y malvado que comete actos terribles, o un esclavo bueno y noble que sufre toda la vida? Esta disyuntiva se atomizada en su rush final cuando los tipos cuestionados se encuentran en una situación límite. En realidad, como toda narración sobre dilemas morales es al espectador al que se quiere involucrar sobre que haría él ante esta complejidad extrema. Tiene un desarrollo intrigante, con unos personajes bien perfilados, pero me siento no excesivamente involucrado, pues el núcleo de su dilema me resulta artificioso, pues la gente podrá decir lo que quiera, pero es seguro elegirían ser el Tirano sádico, solo un enfermo masoquista escogería ser un esclavo martirizado, si el mundo se divide en términos binarios cualquiera que elija ser un vejado en detrimento de un poderoso miente miserablemente, por lo que el corazón de la historia me hace seguirla, pero no me hinca el diente.

Durante el reinado del Partido Arrow Cross en la Segunda Guerra Mundial, cuatro amigos charlan alrededor de la mesa de un bar propiedad de Béla (buen Ferenc Bencze) cuando un fotógrafo herido (notable István Dégi), que acaba de regresar del frente de batalla se une a ellos. Durante su reunión, dos oficiales de Arrow Cross entran a tomar una copa. Después de irse, el grupo se refiere amargamente a ellos como asesinos. Uno de los amigos, un relojero llamado Miklós Gyuricza (buen Lajos Öze), plantea una cuestión moral a János (bueno Sándor Horváth) sobre dos personajes hipotéticos; Tomóceusz Katatiki y Gyugyu. Tomóceusz Katatiki era el líder de una isla imaginaria (Luch luch) y Gyugyu era su esclavo. El poderoso y descuidado Katatiki trató al pobre Gyugyu con extrema brutalidad, pero nunca sintió ningún remordimiento mientras vivía según la moralidad bárbara de su época. Gyugyu vivió en la miseria y el sufrimiento, pero encontró consuelo en el hecho de que cualquier crueldad que le suceda nunca es causada por él y sigue siendo una persona sin culpa y con la conciencia limpia. Qué elegiría si tuviera que morir y reencarnarse como uno de ellos?

‘Para apreciar suficientemente El Quinto Sello, sería de gran ayuda si el espectador tuviera conocimiento de la Santa Biblia y de artes visuales, específicamente las obras del artista holandés Hieronymus Bosch (1450-1516). El título de la película hace referencia al siguiente extracto de la Santa Biblia: “Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos a causa de la palabra de Dios y del testimonio que habían mantenido”. Apocalipsis 6:9. Además, un personaje de la película/novela, Karoly Keszei, fotógrafo artístico ex soldado herido, se refiere al pasaje, mencionando específicamente el Quinto Sello, monólogo crucial de la película; Del mismo modo, el artista Bosch tiene una relevancia adicional en la película. El vendedor de libros, László Kiraly (László Márkus), a quien se hace referencia burlonamente como el "intelectual" en la película/novela, afirma obtuvo dos preciadas porciones de carne para el consumo, que se muestran en la película, al vender una pintura de Bosch, o posiblemente, un libro sobre las pinturas de Bosch. El director Fabri intercala piezas importantes de diálogo con imágenes de las pinturas de Bosch. Y, curiosamente, gran parte de las famosas pinturas de Bosch tratan sobre el Libro del Apocalipsis en la Santa Biblia, los placeres pervertidos de un pecador y el martirio de varios cristianos primitivos.’

El film se puede dividir en tres partes. La primera es en un bar, allí se presentan los personajes, sus situaciones, la escasez que hay por la guerra, ejemplificado en el trozo de carne. Tras unas charlas (alguna culinaria) que va de un lado a otro, llega el momento clave con la llegada del fotógrafo que expone el dilema moral, erigiéndose él mismo en el espíritu del esclavo sufriente, pues perdió una pierna en la guerra, y con ello se cree con la conciencia limpia; En la segunda parte salen del bar, seguimos a los personajes en sus verdaderos caracteres, y como mascullan en sus mentes el dilema moral expuesto que los acongoja. Gyuricza esconde niños judíos en su vivienda, mostrando su heroísmo. László es preso de la bebida (incluso alucinado) e inquieto por el dilema propuesto, no le creyeron en el bar que él se colocaría en el lugar del esclavo y esto le atosiga mentalmente. Tenemos al fotógrafo destapado como un topo rastrero y traicionero; Y en la tercera parte, como era de esperar, pone a los protagonistas frente al dilema en modo extremo, donde deberán de pasar de la teoría a la práctica. En este último bloque hay una derivada con la aparición de un joven oficial frente a un veterano (Zoltán Latinovits), este último le hace ver el modo fácil de sonsacar quien está de su lado y quien no (del nazismo), ello en una sub trama ambigua e ingeniosa; Todo bien llevado, con serenidad, pero una vez llegamos al punto de la ‘decisión’, la forma de hacernos partícipe de ello me ha sido harto mejorable (spoiler). Para tener un final que me deja no satisfecho.

Reseñar el estimulante uso de la música del pianista Georgy Vukan (que además de músico era dentista, y en este campo ideó un invento médico, el DentMetAct), muy bien amoldada al tono singular del film.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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