La ciudad de la alegría

Bonita película, por la que el tiempo ha dejado sus huellas, en la que está claro que La India y sus habitantes más desprotegidos son los principales protagonistas. La pena es que el director sea Roland Joffé, un director no muy brillante, que a mí no me acaba de convencer, y que seguramente no le ha hecho justicia a la más que interesante historia que nos cuenta. El protagonista principal es el discreto Patrick Swayze, un actor limitado que estaba muy de moda por aquella época, y que aquí me ha sorprendido gratamente, no esperaba que me convenciera su actuación, pero así ha sido. Junto a él, Pauline Collins, actriz totalmente desconocida para mí y que me ha gustado mucho, pero el que ha conseguido emocionarme por su buen hacer es el hindú Om Puri, un actor que se ha ganado una fan con su inmejorable actuación. La música de Ennio Morricone no destaca, es muy parecida a la que creara para "La Misión". Merece la pena verla para conocer un poco más sobre ese país y su realidad.

Una película que nos enseña diferentes modos de vida y creencias. Una vida dura, con medicamentos insuficientes y las enfermedades más comunes son una muerte asegurada. La pobreza es ya una costumbre para los protagonistas, sin embargo, sorprende la alegría que se refleja en sus caras, los valores que poseen y la entrega a cualquier desconocido. Es una película dura pero cargada de sensibilidad. Recomiendo verla

Patrick Swayze y la excelente Pauline Collins (la recordada Sarah de Arriba y abajo, entro otros grandes trabajos) llevan el peso de esta preciosa película de Roland Joffé que nos lleva a los lugares más deprimidos de la India para hablarnos de las dificultades en que viven demasiadas personas en el mundo y demostrarnos que el amor y el poder de la solidaridad son la mejor cura para la indiferencia ante estos dramas humanos.
Una película verdaderamente cuidada, elegante, emotiva y con diálogos estupendos y un nivel de producción altísimo. Pra recordar, ver, y denunciar.

Lo mejor: Casi todo
Lo peor: Casi nada

Me decidí a verla después de leer la novela de Dominique Lapierre. Y que película más bella, y a la vez más triste, que refleja la pobreza de uno de los paises más habitados de asia, el día a día de las calles de la ciudad de Calcuta. Gran interpretación de la británica Pauline Collins y Patrick Swayze tampoco está mal. Una película que demuestra también a veces la lucha por sobrevivir en un mundo tan difícil lleno de delincuencia, miseria, traiciones, etc. realmente tiene momentos bastante duros. Muy hermosa y a la vez desconocida. Imprescindible

Aquí de nombre, Max, que me encanta. Doctor norteamericano, rubio, fuerte, simpático y atormentado, este señor marca la diferencia allá donde vaya. Yo creo sinceramente que si aparece un hombre como él entre esta miseria de «La ciudad de la alegría» lo más lógico es pensar que ha bajado un ángel a la Tierra. O un dios, para qué ser modestos.

Claro, que este dios es un exiliado de su paraíso, así que tendrá que encontrar el camino de vuelta. Este camino es tortuoso, duro, sufrido y sacrificado, y es cierto que no todos estamos hechos de la pasta del sacrificio. Lo heroico, que no suele ser grandilocuente ni aparecer en las noticias, es tan sencillo como ayudar al prójimo y amarle por encima de ti mismo. El mensaje es hermoso. Roland Joffé, que se basa en la novela homónima de Dominique Lapierre, remueve un tanto las conciencias y plantea una defensa del compromiso hacia los oprimidos y hacia las injusticias que nos rodean, lo que siempre es de agradecer, y más si se pone sobre el tapete la realidad de los países más necesitados aunque quede mal y paternalista. Hay vida más allá de Occidente.

Por suerte o por desgracia, la película no hace un estudio especial sobre los problemas y conflictos que surgen, y la historia navega entre la alegría, el costumbrismo hindú y los pequeños dramas diarios. Optimista y colorista. Lluviosa y calurosa.

¿Huyes, miras o te implicas?