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El forajido

Drama Únicamente el periodista Larry Wilder cree en la inocencia de Pablo Rodriguez, un bracero chicano que trabaja en California. El joven se ve obligado a huir tras un violento altercado. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
22 de abril de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas cosas dejan tan a la luz la liviandad moral de una persona como su intolerancia frente a quienes son o piensan diferente. Y si la diferencia no solo le motiva rechazo o contrariedad, sino que, además, le anima a agredir a quienes considera inferiores y/o indeseables, ya no solo hay liviandad sino bajeza moral. ¿Cuántos siglos (¡!) más tendrán que pasar para que podamos entender que la diferencia enriquece la vida, la pluraliza y la hace amena? ¿Cuándo, por Dios, comprenderemos que, si acaso emana una mayor violencia de las minorías raciales, es por sus carencias y porque, por larguísimo tiempo, han vivido arrinconadas, maltratadas y abusadas? ¿Y cuándo vamos a darnos cuenta de que, quien maltrata, es el que desacredita a su raza, a su familia y a su pueblo?

Véase esta modesta, pero objetiva película, que la escribiera Geoffrey Homes (Daniel Mainwaring) un ex-detective privado y periodista del San Francisco Chronicle, que conocía por dentro y por fuera la sociedad en que vivía y ¿dígame luego quienes son los camorristas, los improcedentes, los que dejan por el suelo la paz y la moral de aquella sociedad? Por fortuna, entre los suyos también hay gente íntegra, consecuente y sensata, y es de esta manera como la sociedad se preserva y el sol se anima a volver a brillar… ¡para todos!

Con “INTOLERANCIA”, el director Joseph Losey, demuestra de nuevo su fuerte sensibilidad, insistiendo en un tema que, ¡en pleno siglo XXI!, todavía causa tragedias, vergüenza y descrédito a las naciones más desarrolladas del mundo que, en ciertos casos, apenas resaltan en su avance industrial y comercial, porque en educación, sanidad mental y crecimiento moral, es evidente que aún siguen en pañales.

Se trata aquí de los recolectores de frutas de New York, quienes, por su condición de latinos y su piel morena, padecen a diario la repulsa y la discriminación de los estadounidenses más obtusos, entre los que se incluyen algunos policías. En estos hechos, un joven llamado Pablo Rodríguez, va a ser inculpado de la muerte de un policía y de otros incidentes que, sorprenderá la manera como son manejados por algunos habitantes y hasta por los medios de comunicación.

Aunque es un filme de bajo presupuesto, la historia consigue interesarnos porque, entre tanto descarrío, también podremos encontrar personajes con un sólido carácter, quienes harán lo necesario para buscar que la luz se preserve entre tanta oscuridad. Y como suele ocurrir, Losey no se afana por condenar, tan solo procura que la verdadera Justicia ocupe su lugar.

Como director del periódico Unión (un nombre certeramente elegido), Larry Wilder (Macdonald Carey) se sentirá regresar a sus viejos tiempos de activista cuando, impulsado por la linda Sunny García, otra periodista que lucha por la integración, tomará conciencia de que no es digno del hombre permanecer impasible ante los desmanes sociales de cada día.

Por la actriz que representa este último personaje, Gail Russell, siento primero una gran admiración por su singular belleza morena y sus inolvidables ojos azules, y además, la recuerdo con nostalgia y especial cariño porque, siendo una muy buena actriz, como Judy Garland también ella sufría pánico escénico el cual combatía con licor, y en su menuda figura, siempre trasluce una fragilidad y una melancolía que presagian su triste final a los 36 años (el 27 de agosto de 1961) a causa de un infarto por sobredosis de alcohol.

Título para Latinoamérica: “INTOLERANCIA”
Luis Guillermo Cardona
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16 de abril de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La irregular pero interesante carrera del director norteamericano Joseph Losey, crucialmente marcada por su militancia comunista y la caza de brujas macartista en el EEUU de los años 50, muestra un inusual interés en sus primeras y modestas, pero muy originales producciones donde describe con valentía y ocasional e inhabitual crudeza ambientes generalmente ausentes del cine de aquellos años, tan solo hallables en otras filmografías como el neorrealismo italiano. Estas producciones, pese a ser claramente de serie B, siguen atesorando un gran interés. Después de su curiosa alegoría sobre la discriminación en “El niño del pelo verde” (1948) Losey vuelve a la carga con esta crónica áspera, en un estilo ahora realista y social, con aires casi buñuelianos, para contar las vicisitudes de dos amigos de origen hispanos y sus dificultades para adaptarse a un medio hostil y un periodista cansado del mundo urbano que huye de una vida de ideales fracasados, Losey no deja un cabo suelto para hablar de juventudes rebeldes y tensiones raciales o de los prejuicios de la masa y el sensacionalismo carnívoro de los medios. Brillante narrativamente pese a la modestia de la producción, Losey consigue sacar un gran partido de todos los actores y en especial de la pareja de muchachos mejicanos – los debutantes Lalo Rios y Maurice Jara- en una sistemática crítica de la sociedad un poco simplista pero acorde con sus ideas comunistas. Destaca igualmente la buena labor de McDonald Carey como periodista, un actor que hubiera merecido seguramente mayores honores que los que le deparó una desdibujada carrera fundamentada en la televisión. Buena.
Gould
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31 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una inusual película en el cine norteamericano de la época ya que aborda, en un tono de denuncia y con una mirada muy realista, los problemas de discriminación social y racial que sufría parte de la población de origen sudamericano, enfrentados a sus vecinos anglosajones, más afortunados y con una posición económica superior.
Éste es el segundo largometraje de Losey, realizado con poco presupuesto, pero al que sin embargo, le saca un gran partido.
Un guion muy eficaz que exprime muy bien toda la problemática que siempre rodea a este tema y que, desgraciadamente, poco ha cambiado en nuestros días, a través de un suceso, casi fortuito, iremos viendo toda la suciedad y estiércol que la sociedad en sus prejuicios y avidez de tragedia derramará sobre el que, al inicio, ya se encontraba estigmatizado en su condición.
Un periodista, idealista desengañado, proveniente de la ciudad abre un pequeño periódico local en un tranquilo pueblo. No tardará en darse cuenta que ahí conviven malamente dos sociedades. Los americanos de "siempre", es decir, los que llevan dos o tres generaciones en ese país, blancos, anglosajones y con una educación y una economía ya forjada que los hace considerarse dueños del país y " los otros", los nuevos inmigrantes, de procedencia chicana que trabajan de temporeros en las tierras de los blancos, pobres y culturalmente diferentes.
Con motivo de un baile que se celebra en el barrio de los recolectores, conocerá a una periodista ( Gail Russell) que cubre un semanario local. Y los dos serán testigos de una trifulca que se organizará cuando un grupo de pijos blancos haga irrupción en el local y se dispongan a marcar territorio a la manera de los leones de la selva.
Cuando, en medio de la pelea, un chicano golpee sin querer a un policía y, presa del pánico, huya, comenzará una verdadera persecución con auténtica saña, que nos pondrá al descubierto la increíble voracidad y sed de sensacionalismo que se aloja en nuestra alma y que arrojamos sin compasión sobre cualquiera, con tal de aplacarla. No somos más que mierda hinchada de vanidad y la arrojamos alrededor como los aspersores de riego.
Lo dicho. Pequeña película pero muy interesante, eficaz y bien hecha. Muy recomendable. ! Ahh, y actual!. Muy, muy actual.
Izeta
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