La noche deseada

Primero tengo que decir que de la puesta en escena no puedo hablar con propiedad, ya que la copia que he visto es la del VHS que se edito en su momento, en el que el cinemascope se recorta para adaptarlo al televisivo formato 4:3. Ello, evidentemente, arruina gran parte de los planos.

Según la crítica oficial a partir de El Cardenal se inicia una curva descendente en la carrera de Otto Preminger. Aunque no cabe duda de ello, tampoco debe menospreciarse por ello esta cinta, que aunque no atesora algunas de las cualidades más típicas de su cine en lo concerniente al guión, este está magnificamente engarzado. En fin, que el film reune el suficiente interés y está lo suficientemente bien narrado como para estar pendiente de lo que ocurre durante sus, quizás abultados, 145 minutos.

Lo más desconcertante para el habitual del cine de Preminger es el planteamiento maniqueo de esta película. Así el personaje de Michael Caine resulta excesivamente caricaturesco en ocasiones, ya que en contadas ocasiones se intenta mostrar y explicar la génesis de su egoísmo. Menos mal que Caine hace creíble cualquier personaje que aborde, porque sino la película si se podría haber resentido. También por suerte el papel del juez racista recae en el soberbio Burgess Meredith, ya que la parodia podría haber resultado excesiva para un drama de la seriedad de esta cinta (ojo, también se incluyen momentos más o menos humorísticos, casi todos a cargo de la familia del juez).

Más matizados resultan los "buenos". El personaje de Faye Dunaway (que realiza una notable labor en su primera película) bascula de forma maravillosa entre el apoyo a su marido y el pragmátismo más terrenal, sin que en ningún momento quepa dudar de la verosimilitud de sus motivaciones. También Thomas Ewell, el soldado recién retornado de Europa, encarnado por Loring Smith, está definido de una forma creíble y concisa, aunque su actuación no es precisamente memorable, en mi opinión. Me encanto la escena en la que tras la muerte de la madre de Reeve Scott (Robert Hooks) y el silencio de este, a Ewell le sale toda la educación racista que ha recibido, a pesar de todo el aprecio que siente por la familia Scott. Muy notable actuación de Jane Fonda, en el papel con más chicha y también, al igual que en el caso de Faye Dunaway, de los mejor delimitados. El papel de Robert Hooks, también encarnando a un ex-soldado, es el menos atractivo de todos, ya que se trata del típico hombre-de-una-pieza que acaba y empieza la película sin aprender absolutamente nada por el medio. Más interés reune el desempeñado por Diahann Carroll, pero por desgracia no juega más que un papel secundario (y un poco tramposo, una de sus intervenciones casi puede considerarse un deus-ex-machina, pero quizás estoy siendo excesivamente severo).

En definitiva, en mi opinión un buen film, disfrutable para cualquiera con gusto por los dramas sureños o con discurso antiracista, tan en boga por aquellos años.

Disfruté con "Anatomía de un asesinato" y desde entonces hago la ecuación Preminger=calidad.
Esta película no es tan redonda como aquella. Tiene el mismo trasfondo del sexo y la violencia latente y patente en muchos personajes.

Parece que hubo una tendencia a los dramas desmesurados durante una década en el cine de los sesenta americano -Gigante, Esplendor en la hierba, La jauría humana, Dulce pájaro de juventud, por nombrar algunas- y ésta película sigue esa estela.

M. Caine me parece un actorazo en todo lo que hace, aunque aquí se pase de malo "de película". Los enfrentamientos verbales del personaje de Jane Fonda son muy buenos y el absoluto racismo se palpa hasta en los propios negros.

Es una apelícula desmesurada pero no tan alejada de la realidad americana, que dejó de tener escuelas "para negros" a finales de los años 60.

¡Esta es una película hecha con el alma! Cada personaje tiene tanto aliento y tan marcado carácter, que podemos sentirlos muy profundamente hasta llegar a comprenderlos como si hicieran parte de nuestro barrio y de nuestra familia. Interesado siempre en novelas que consiguieran impactarlo, parece ser que la conexión que, Otto Preminger, logró con la obra de K. B. Gilden, fue del más alto nivel, y como hombre liberal, de ideas avanzadas y progresistas, y sin restricción alguna comprometido con la verdad, vio aquí la perfecta ocasión para plasmar un contundente retrato sobre ese vergonzoso racismo que da cuenta de lo escasamente civilizada que seguía -y sigue siendo- la sociedad estadounidense.

El incidente –la adquisición de tierras ajenas- históricamente se ha repetido hasta la saciedad con los indios, negros, mexicanos y demás minorías raciales de Norteamérica, pero la manera como Preminger lo cuenta, hace que podamos sentirlo y entenderlo con la mayor objetividad. En su narración hay mesura y necesarios matices; la confrontación se hace evitando rigurosamente los sesgos; y el propósito del filme, queda perfectamente plantado cuando, al ser indagada por el juez Purcell sobre su presencia en el estrado con un grupo de niños, la sensata y encantadora profesora Vivian, responde: “Quiero que vean como funciona la democracia”. Lo que sigue, que lo vemos a diario, serviría para avergonzar a cualquier sociedad que así funcione, pero muy tristemente, así se desenvuelven, en alto grado, las grandes “democracias” del mundo.

Thomas C. Ryan y Horton Foote fueron los responsables de la excelente adaptación de la novela, la cual -como siempre es de esperarse-, recibió unos cuantos “azotes” de parte de los medios más conservadores, pero cuyos derechos fueron adquiridos al más alto costo, hasta entonces, por la Paramount: $795.000 dólares.

Con el seudónimo K.B. Gilden, se acreditaban Katya Alpert Gilden (1914-1991) y su esposo Bert Gilden, quien infortunadamente falleció cuando publicaron su segunda novela “Entre las colinas y el mar” (1971). El racismo, la equidad de género y la desigualdad económica, fueron los principales temas sobre el que ellos centraron sus polémicos y lúcidos escritos.

Para la película, Otto Preminger logró contar con un reparto de primera línea, siendo imposible decir quien estuvo más afortunado en su interpretación, pues, Michael Caine, logra magníficos niveles con su ambicioso Henry Warren; Jane Fonda está gloriosa haciendo de Julie, la esposa que se debate entre el amor por su esposo y sus afanes de ser justa; Beah Richards nos llega al alma como la tía Rose; George Kennedy (el sheriff Coombs) nos hace gozar cuando por fin recibe el contundente golpe que le da uno de sus compinches; Faye Dunaway tiene aquí un auspicioso debut que la pondría luego en manos de Arthur Penn para “Bonnie and Clyde”; Diahann Carroll con el más alto carisma como la profe Vivian; y entre otros, Burgess Meredith, consigue con precisión representar a esa desgracia de juez que abunda en la realidad.

Quien consiga ver esta película con los ojos bien abiertos, se dará cuenta de que es un perfecto reflejo de la realidad.

Título para Latinoamérica: “LO QUE TRAE EL MAÑANA”

O. Preminger tiene urgencia por formular su denuncia y por eso la expone de sopetón, sin medias tintas, asomando sus claves a la pantalla en las primeras escenas para que no quepa la menor duda.
Lo saber hacer bien.
Pone en escena una gran solvencia narrativa, sentido del ritmo, claridad expositiva, altura de miras y esa dosis de sobriedad que conviene a sus propósitos.
Sólo cierta tendencia al planteamiento maniqueo enturbia su objetivo.

Mientras tanto un blues desgrana sus notas doloridas para teñir de tristeza los rincones de una noche con nombre de condena y vocación de venganza.

Solo dos fallos de dirección (en spoiler), extraños tras la lección magistral de Preminger durante todo el largo metraje, impiden que le ponga un 9 y sea una obra maestra, pero se queda cerca.
El espíritu de John Ford está en esta película y se nota para bien, para ese distanciamiento dela tragedia que se huele en cada plano.
Este film es un canto a la fraternidad y a la vida sencilla que es perfectamente aplicable a nuestros días.
Maravillosamente interpretada por Michael Caine, Jane Fonda, Faye Dunaway......