Eso más las actuaciones impostadas hacen de esta película un proyecto fallido.
La relación maestro-alumno ni cuaja en la trama.
Sin embargo, hay alguna línea de interés, sobre todo el contexto histórico.
D'Anunzzio vivía como Dios en un palacio a costa del dinero y sufrimiento de los italianos bajo el fascismo. Bohemio, toxicómano, no se cuenta que ayudó a crear el fascismo, aunque luego se arrepintiera de tal monstruosidad

Thriller largo y lleno de tópicos con un par de momentos gore y otros par con humor negro.
Diálogos imitando a Tarantino, pero sin llegar a su altura.
No reinventa el género negro ni por asomo. No llega a aburrir, pero casi lo consigue. Destaca la forma de narrar pero su director no es un genio. Y eso se demuestra por ejemplo en la escasa trama motivada por las banales aspiraciones capitalistas de sus protagonistas.
Película inferior y menos arriesgada que sus dos anteriores,
Pasable.

Narración desapasionada y dispersa, discurso contradictorio y a veces peligroso, pues justifica la violencia o el maltrato.
En todo caso, no hay reivindicación feminista, ni de clase ni de color, pues con su discurso descontrolado el único resultado es que vuelve románticas las vivencias del lumpen.
Una decepción

Un director de la talla de Balabanov que dirigió perlas como Morfina o De monstruos y hombres, no se puede permitir esto: un drama ligero con toques de humor absurdo que no interesa lo más mínimo. La historia de amor no cuaja.
Se salva por las aisladas muestra de humor (aun así, lejos del humor corrosivo que le caracterizaba) y por la interpretación de la bellísima Renata Litvinova.
Una pena.

Aunque al malogrado director ruso lo que le gustaba era el thriller paródico a lo Pulp fiction con ingredientes rusos, como en Ruleta rusa o Brat, sus dos verdaderas joyas son dos ejercicios de estilo; este hiperrrealista y otro, Of freaks an men, con tintes expresionistas.
Narración clásica, pero cruda, sin concesiones. Refleja muy bien la cultura rusa de la época. Por poner un pero, el cruel retrato de los bolcheviques sin comparar su existencia con el sangriento zarismo deja en evidencia el sectarismo del director, aunque no es radical.