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La caída de la casa Usher (Miniserie de TV)

Serie de TV. Intriga. Terror Miniserie de TV (2023). 8 episodios. Dos ambiciosos hermanos sedientos de fama y fortuna erigen una dinastía familiar que empieza a desmoronarse cuando sus herederos mueren uno tras otro de forma misteriosa. (FILMAFFINITY)
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
13 de octubre de 2023
76 de 105 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Poe en la actualidad

Series como Dopesick: Historia de una adicción, y Medicina letal (Painkiller) generan un alto nivel de indignación contra cierta farmacéutica y familia por su contribución a la adicción por los opioides. Sin embargo se enfrentan a un gran obstáculo a la hora de encontrar una canalización a ese sentimiento de rabia. La realidad resulta muy dura cuando en un lado de la balanza nos encontramos cientos de miles de muertes y en el otro unos cuantos acuerdos y algunas declaraciones de quiebra. Mike Flanagan no se enfrenta a tales restricciones en su última creación para Netflix.

A camino entre el proyecto de escritura creativa asociado a un seminario sobre Edgar Allan Poe, y la catarsis redentora repleta de terror, La caída de la Casa Usher es un ejercicio descarnadamente entretenido. Se trata de la serie de Flanagan más relacionada con la actualidad, alimentada por una indignación que resulta palpable. Esa rabia puede interponerse en el camino de la riqueza temática que dio a La maldición de Hill House, La maldición de Bly Manor y especialmente Misa de medianoche su carga lúgubre. Durante el desarrollo, parece que en lugar de alentar a la humanidad, se disfruta con la venganza. Lo cual conduce a una experiencia muy satisfactoria en lo visceral, pero bastante problemática en lo reflexivo.

No debe resultar muy complejo captar las sensaciones que trata de transmitir Mike Flanagan, que escribió o coescribió multitud de episodios y dirigió gran parte de La caída de la Casa Usher. Los pilares en lo que se fundamenta son repetidos, especialmente en los primeros episodios.

*La resistencia Usher

El gobierno ha luchado durante años para derrocar a esa metafórica casa Usher. Una familia liderada por los hermanos gemelos Roderick (Bruce Greenwood) y Madeline (Mary McDonnell) al frente de la empresa farmacéutica Fortunato. El intrépido C. Auguste Dupin (Carl Lumbly) trata de ser su particular azote, pero gracias al abogado de la familia Usher y señor de las artimañas Arthur Pym (Mark Hamill), apenas ha conseguido resultados en su tarea.

Dupin está a punto de presentar su mayor causa contra la familia, cuando los miembros de los Usher comienzan a morir de formas cada vez más extrañas. Las circunstancias detrás de esas muertes, con un alto nivel de violencia y sanguinolencia, se explican mientras Dupin y Roderick conversan en la antigua casa Usher. Roderick va narrando flashbacks que ayudan a entender lo sucedido, jugando con adaptaciones de distintos relatos de Poe.

*Un Dupin menor

Aunque el título de La caída de la Casa Usher procede de una sola obra, no será difícil distinguir que se trata de una mezcolanza. Hay nombres de personajes familiares, tramas directamente absorbidas, guiños visuales manifiestos y sutiles. A veces tenemos una trampa astuta en la forma en que Flanagan inserta las referencias y en otras nos encontramos con retruécanos casi estúpidos en las contorsiones necesarias para, por ejemplo, hacer un guiño directo a la "Calle Morgue". También veremos personajes recitando largos versos de la poesía de Poe. Los Usher parecen lamentar haberse dedicado a cosechar fortunas a costa del sufrimiento humano, en lugar haber construido un legado familiar a base de literatura.

Quizás la parte más problemática de la narrativa viene dada por la visión de Dupin que ofrece Mike Flanagan. En las páginas de Poe el personaje es el astuto predecesor de los detectives de ficción que le seguirán, pero en la pantalla deviene en receptor pasivo de información. El personaje no parece mostrar el conflicto interno que albergaría un hombre que anhela caer con el peso de la ley contra los Usher. Aquí el director vuelve a utilizar una de sus señas, los largos monólogos, aunque en esta ocasión vayan en detrimento de la figura del mítico detective. En lugar de ese conflicto, nos queda una estructura cercana a lo guiñolesco con el cadáver de cada episodio.

*Crisol de personajes

Es una estructura sin un centro emocional claro, por muy excepcional que esté Greenwood en el irónico e impenitente foco de la historia. Es una obra con un reparto coral en cuanto al peso narrativo, aunque este no sea equitativo al tiempo en pantalla. Como es habitual, gratifica ver a Flanagan trabajar con su cada vez más extenso equipo de reparto recurrente. Sabe exactamente cómo sacar lo mejor de Kate Siegel, usar y abusar de la inherente simpatía infantil de Henry Thomas y Rahul Kohli, hasta qué punto forzar la tensión que se esconde tras la fachada serena y patricia de Samantha Sloyan.

Todos los personajes son grotescos a su manera y el reparto consigue que resulte reconfortante verlos fallecer de las maneras más truculentas y diversas. Aportan profundidad al conjunto Hamill, debutante con Flanagan, con esos ojos faltos de vida cual tiburón y esa voz grave de ultratumba; Michael Trucco, perfectamente embaucador al interpretar varios de esos monólogos característicos de Flanagan como el predecesor de los Usher en la empresa farmacéutica; y una enigmática y omnipresente Carla Gugino.

*Apartado técnico

Vestuario y maquillaje, son una parte importante de las caracterizaciones de esta obra, desde el bigote de Greenwood hasta el inquietante moño de Thomas. El diseño de producción, curiosamente, tiene menos protagonismo, quizás sea la primera obra de Mike Flanagan que no es un tour de force en ese departamento. En general, La caída de la Casa Usher abunda en imágenes evocadoras, con destacados juegos de color en la fotografía. Las localizaciones interiores, aunque muy opulentas, no terminan de resultar memorables a pesar de su importancia narrativa.

El personaje de Trucco es Rufus Griswold, nombre compartido con el editor y crítico literario del siglo XIX cuyas reflexiones sobre Poe, tras su muerte, contribuyeron a conformar nuestra percepción, posiblemente errónea, del autor como un adicto a los opiáceos, añadiendo una capa de ironía al prisma de Flanagan.
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Escrito por Juan Avilés Torres
Cinemagavia
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14 de octubre de 2023
61 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que a Mike Flanagan le encantan los diálogos pseudo-filosóficos es por todos conocido, también que le gustan las series tan corales que a veces pare personajes sin demasiado sentido, o tiempo de desarrollo.

Estos dos puntos no son un problema para el espectador habitual de sus historias ni tampoco para mí. Lo que sí he notado en las últimas series que ha estrenado es una cierta tendencia a divagar. Divagar cuando tiene algunos de los mejores cuentos de Alan Poe como inspiración, pero divagar al fin y al cabo. Esto le sale estupendamente cuando la obra en si se presta a la divagación como en Doctor Sueño, pero en las 8 horas de serie sobre los Usher le acaba lastrando a una especie de bucle continuo. En cada capítulo pasa exactamente lo mismo pero desde distintos puntos de vista.

La nueva serie sobre la caída de los Usher adolece de una estructura circular que empieza desde un mismo punto, pasea por una historia en flashback que solo tenía sentido en el primer capítulo, para terminar con la inevitable tragedia que todos conocemos. Para evitar que está reiteración apague por completo la tensión en la serie, también se siente en la necesidad de interrelacionar con más o menos suerte otros poemas y cuentos de Poe de forma igualmente episódica y circular.

Estas decisiones hacen daño a la serie, que de hecho por su premisa pasa en los primeros capítulos de ser un "whodunit" a una especie slasher lírico donde el terror es un mero artificio en los últimos. Ahonda en terror psicológico, pero no consigue emocionarte porque nadie en su sano juicio se identificaría con ninguno de los personajes. No tiene muy claro si quiere ser una serie al estilo Succession, pero lo que es evidente es que no quiere ser en absoluto nada similar a Hill House. Aún así se aprovechará de la familiaridad que tenemos con ella para hacer que su serie se deje ver y sea al menos entretenida en ciertos momentos.

Si pasas por alto que llegará un momento en que los personajes se convertirán en piezas intercambiables y lo mismo sucederá con las historias de Poe, seguramente puedas disfrutarla. Si por el contrario esperas una serie de terror e incógnitas entretejidas, no encontrarás lo que buscas. Al final sólo hallarás un cuervo que te dirá: "nunca más... volveré a tragarme la misma serie pero con otra cara"
funambulista
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16 de octubre de 2023
35 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Simplemente brillante, al más puro estilo de su realizador, nos muestra todos los males de nuestro podrido mundo, todas las miserias, bajezas y mezquindades de que es capaz el ser humano, a través de un recorrido que navega por un complejo compendio de relatos magníficamente adaptados de Poe; Las Aventuras de Arthur Gordon Pym, Auguste Dupin, El pozo y el péndulo, El gato negro, El Cuervo, Los crímenes de la calle Morgue, Anabel Lee, Lenore… “Oh, mi dulce Lenore”.

Este retrato generacional de una familia poderosa de nuestro tiempo, funciona como un brillante mecanismo de relojería perfectamente engrasado y sincronizado, todas las piezas van encajando hasta el espectacular, aplastante y escabroso final.

Con unos diálogos extraordinarios, como ya nos tiene acostumbrados, desmenuza a sus personajes, a sus corrompidas almas, hasta hacerlas estallar en mil pedazos literalmente. Nos deja suspendidos, avergonzados y aterrorizados de nosotros mismos.

Es y vuelvo a repetir, sencillamente brillante.

Con esta última serie Mike Flanagan, se despide de Netflix por la puerta grande, dejándome ansiosa por ver su siguiente trabajo, que no dudo igualará el alto nivel de los anteriores.
Cinemaguno
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13 de octubre de 2023
73 de 128 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tan libre es esta versión del famoso relato de Poe que a duras penas se la puede llamar adaptación, y tampoco tiene lugar una comparación con la fabulosa película de Roger Corman de 1960, donde Vincent Price interpretaba a Usher en la que es una las joyas del cine gótico.

«La caída de la casa Usher» de Mike Flanagan pilla el título, algún personaje y un poco la idea que usa de base, pero construye algo diferente, se expande hacia el universo fantasmagórico de Edgar Allan Poe, al cual homenajea. No adapta ‘per se’ ninguno de sus trabajos pero a la vez es un recorrido por todos ellos. Cada episodio está inspirado en alguno de sus cuentos, y tanto los lectores del escritor como los cinéfilos que conocen su obra a través de la pantalla reconocerán las historias y los nombres de quien las protagonizan. Una inmersión en un mundo espectral donde personajes vesánicos esperan la inevitable visita de la Muerte.

Los temas entre los que navegamos son la ambición desmedida, la degradación humana, la avaricia, la maldad, los celos, la culpa, la venganza, las obsesiones, la penitencia… la muerte como fuerza equitativa. Todo ello se manifiesta mediante lo sobrenatural; un más allá desde donde los muertos velan por nosotros, atormentándonos, alimentando nuestra locura, esperando con serenidad, entre las sombras, el momento en el cual pasaremos a formar parte de su mundo de ultratumba.

Pero no brindemos todavía, pues sus virtudes son opacadas por sus carencias. El terror es ligero, basado en sobresaltos acompañados de subidas bruscas del volumen, lo que nunca es buena señal. No hay ni rastro de la ambientación gótica siniestra que requiere una obra de estas características, un elemento esencial. A Roderick Usher le sobran hijos y le sobra historia. ¿Cuánto tiempo se gasta en narrar su pasado? ¿La mitad de la serie? ¿Y qué aporta? Nada. La escena del bar en Nochevieja, la primera de todas, de unos pocos minutos, era todo lo que requeríamos, ahí se encontraba implícito lo que necesitábamos saber, y desde luego no hacía falta desarrollarlo durante otras 3 o 4 horas.

La encuentro, pues, tediosa y banal, a pesar de sus momentos de lucidez. Los personajes son meros clichés, ricos soberbios imbéciles adictos a las drogas y las orgías. Lo de siempre, vamos. Pobres interpretaciones en general, solo destacaría a Carla Gugino, que transmite cierto misterio macabro.

Es un trabajo flojo de Flanagan, desganado, intrascendente. Puede entretener, más no perturbar o impresionar. Espero que al menos sirva para que más gente se interese por Poe y lea sus relatos, o bien por Corman y haga un ciclo de cine del dúo Corman-Poe, una experiencia mucho más satisfactoria que estas 8 horas de terror convencional.
Biopunk
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21 de octubre de 2023
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me alegra poder decir —por fin— que me he reconciliado con Mike Flanagan, tras una racha de soberanas decepciones culminada por la bochornosa «El club de la medianoche» («The Midnight Club», 2022), de cuyo tercer episodio no pude pasar. Y eso que no le auguraba un futuro nada halagüeño a esta «La caída de la casa Usher», toda vez que, apenas empezada, tuve la desalentadora sensación de que Flanagan había aprovechado que el Pisuerga pasa por Valladolid para montarse su propia «Succession» (ídem, 2018-2023).
No obstante, a partir de su segundo capítulo, recreación de «La máscara de la muerte roja» en clave «centennial», gore y con sugerentes ecos de «Eyes Wide Shut» (ídem, 1999), se hace evidente que el realizador de Salem ha recuperado el pulso perdido a lo largo de sucesivas producciones de calidad decreciente hasta embarrancar en el bodrio «teen» antedicho. Efectivamente, su aproximación al universo de Edgar Allan Poe corrige buena parte de los errores cometidos en «La maldición de Bly Manor» («The Haunting of Bly Manor», 2020), tentativa anterior y, a mi juicio, un tanto fallida de adaptar a otro clásico, Henry James en su caso. En consecuencia, puede afirmarse que «La caída de la casa Usher» (casi) raya a la altura de «La maldición de Hill House» («The Haunting of Hill House», 2018), hasta la fecha —y de largo— la obra maestra de Flanagan.
Más discutible encuentro, como siempre, el algorítmico anhelo de que las «dramatis personae» abarquen todo el espectro étnico y LGTBIQ+, redundando en una diversidad forzada y artificiosa, de tal modo que los Usher, en lugar de a una familia pésimamente avenida, se asemejan a una campaña de Benetton. En cuanto a los encargados de interpretar a tan variopinta —nunca mejor dicho— cáfila de indeseables, Flanagan se rodea de sus habituales (Carla Gugino, Kate Siegel, Henry Thomas, entre otros) y suma a la causa a Mark Hamill, que convierte al aventurero Arthur Gordon Pym en maquiavélico picapleitos, y a una Mary McDonnell más drogada que una mula de Tijuana.
En suma, «La caída de la casa Usher» es tenebrosa, goticista y violenta. Acreditando de nuevo su corrosiva visión de la institución familiar y un talento innegable para la construcción de atmósferas malsanas, Flanagan sale de Netflix por la puerta grande. Su despedida de la plataforma radicada en Los Gatos constituye un estupendo calentamiento para la inminente noche de Halloween y, aún mejor, muchos vamos a estar tentados de (re) leer a Edgar Allan Poe.
Carorpar
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