Into the Mind

Si uno es fan del esquí de alta montaña, puede que llegue al orgasmo con este documental o puede que descubra carencias que los profanos en la materia no llegamos a vislumbrar. Como no es el caso, uno se queda maravillado ante tales proezas del ser humano, la belleza general de las imágenes y el asombro ante técnicas fotográficas y narrativas más o menos novedosas.
Otra cosa es que en este segundo documental de estos dos canadienses con su productora Sherpha Cinema nos llegue el pretendido rollo metafísico filosófico implícito, las analogías de los deportistas aventureros con el mundo animal y no acabemos algo rayados entre tanto vaivén de imágenes y música (sobretodo en la primera mitad) no apta para todos los oídos.
En definitiva el resultado parece orientado a complacerse a ellos mismos conocedores de sus claves y no tanto al público en general.

Un documental que no cuenta nada, pero cuyas imágenes son bonitas. Entiendo su exhibición en la gran pantalla por su espectacularidad y su banda sonora. Todo esto se hace más espectacular en una sala de cine. A nivel personal esa música tan moderna y ruidosa no me ha convencido, aunque entiendo que es el tipo de sonido para una propuesta como esta. La historia adicional de Joshua Park no se aprovecha, porque en realidad no interesa y solamente le sirve al espectador para descansar de esas imágenes de naturaleza tan repetitivas.
Casi no hay diálogos, y cada vez que comienza un episodio comienza una canción, que según van avanzando los minutos se va transformando en más pop abandonando esos sonidos techno tan chirriantes.
El documental puede encontrar su público en los amantes de la escalada y el montañismo, y sobre todo los amantes de la música moderna tan exagerada. La mejor canción es Better days de Graham Nash, de 1971.

Es difícil imaginar un documental sobre nieve, paisajes increíbles, montañas y águilas y que resulte insoportable ¿verdad? Sin embargo aquí lo logran. ¿Cómo? La banda sonora tiene mucho más protagonismo que las imágenes llegando a ser un estorbo a los sentidos. Además, cuando empieza el documental las escenas son puestas una detrás de otra consecutiva y rápidamente, lo cual es un interesante efecto para una intro, ¡pero resulta que después el propio documental es así! Un sinnúmero de escenas increíbles y maravillosas pero que duran milisegundos delante del ojo del espectador, entonces no permite captar la belleza de lo que se está contando porque no para nunca. Esto, sumado a la música insoportable, hicieron que tuviera que adelantar un par de veces el film para ver si era todo así. Y sí. No lo recomiendo a menos que te hayas drogado con algo muy potente.