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Cuento de Navidad

Drama. Fantástico Ebenezer Scrooge, el hombre más avaro de la ciudad, tiene prácticamente esclavizado a su empleado el señor Cratchit. Una noche se le aparece el espíritu de un antiguo socio, al que seguirán los fantasmas de las Navidades pasadas, presentes y futuras. Adaptación del popular cuento "A Christmas Carol", del escritor inglés Charles Dickens (1812-1870). (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
20 de diciembre de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Según Filmaffinity, cerca de 30 adaptaciones se han hecho de la famosa novela Un cuento de Navidad, entre cortometrajes, películas para televisión y películas para cine.

Para mi, las mejores versiones son Una Navidad con los Muppets, Cuento de Navidad de Mickey, Muchas gracias, Mr. Scrooge, y Cuento de Navidad de 1951 y de 1938.

Considero a esta adaptación la mejor de todas por varias razones, una es la que más cuenta en menos tiempo, tan solo necesita de 70 minutos para resumir todo lo importante de la historia, sin faltarle nada esencial.
Claro que el cortometraje de Disney es más corto, pero a pesar que esa cinta es fantástica, si le falta más contenido.

Volviendo a el film en cuestión, además del preciso montaje, y el gran guión (parece fácil por estar basado en una gran novela, sin embargo hay muchas adaptaciones olvidables que demuestran que se puede arruinar una gran historia), las interpretaciones son convincentes, y como todas las cintas mencionadas, tiene sus propias particularidades en la historia que la diferencia del resto.

Se siente la atmósfera del cine clásico estadounidense, que al menos a mi me encanta, y seguramente por eso me parezca algo superior a las demás versiones.

Los números musicales son entrañables, así como también cada personaje está bien desarrollado, lo suficiente como para que empaticemos con ellos.

Más allá de lo idealista de la historia, creo que lo relevante es tomar el mensaje que se quiere dar, de que el consumismo y el egoísmo nos arrastra inevitablemente a la soledad, y que hay que tener empatía con el otro, eso quería transmitir Dickens, y creo que esta película logra mostrar ese mensaje en su máxima expresión.

Por todo esto y mucho más, me resulta increíble que menos de 100 personas la hayan votado por aquí, y que no haya ninguna crítica, espero que más personas se animen a verla, porque como dije al principio, personalmente me parece la mejor adaptación de la novela, y un clásico navideño imprescindible, sobretodo para esta época del año.
FabiG94
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26 de abril de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ser es servir, prodigarse, fluir como lo hace el río, iluminar como lo hace el sol, producir para los demás como lo hace la tierra y la naturaleza en pleno. Si el hombre no aprende esto, se volverá avaro, miserable e infeliz, pues, el universo es recíproco y el que nada da, nada puede recibir.

De este estilo es, Ebenezer Scrooge. Nunca entendió la generosidad que otros tuvieron con él logrando iluminar su vida; nunca cayó en cuenta de que, su egocentrismo, su apatía y su falta de bondad, lo alejaban de la fraternidad, la sociabilidad y el amor… y menos llegó a pensar en lo que puede ocurrir cuando el hombre no hace lo que debe hacer para favorecer a los demás.

Pero, el universo, siempre paciente, generoso y tolerante, nunca se olvida de nadie… y tampoco se ha olvidado de Scrooge, pese a que son ya muchas las lecciones que le ha brindado para que retome el camino de la evolución y la Unicidad; por esta razón, va a enviarle a algunos mensajeros dispuestos a prevenirlo para que no termine como, Jacob Marley, su antiguo socio, quien será el primero en hacerle la necesaria advertencia.

Esta inmortal e inmaculada historia que nos legara el escritor Charles Dickens, “Canción de Navidad” (A Christmas Carol, 1843), debería ser vista (o leída) una, y muchas veces, por la humanidad entera, pues, de una manera perfectamente didáctica y accesible a todas las edades, nos ofrece una lección de esas que jamás podemos olvidar. Es una escuela de vida lo que, sencillamente está envuelto en filigrana, y conseguir asimilarla hasta llevarla a la práctica, cambiará muchas cosas en cada ser humano que consiga dar este gran paso, pues, la infelicidad que hay en el mundo es consecuencia de la ambición, la avaricia, el egoísmo y el miedo, y vencer a estos insaciables enemigos, es atraer por fin la dicha y la paz que todo el mundo anhela... ¡No hay otra manera!

Con un acertado guion de Hugo Butler, que preserva cuidadosamente la esencia moral del libro, sin omitir sus personales variaciones, el director Edwin L. Marin, consigue una muy grata realización, siendo, ésta, una de las muchas y felices versiones cinematográficas que ha tenido un cuento que la humanidad nunca olvidará… y es indudable que, muchos, la han tenido en cuenta al momento de hacer su propia versión.

No obstante su sencillez –fue rodado en blanco y negro-, el filme es ágil, divertido, lleno de calidez en sus personajes, y de un ambiente de sombra y soledad, va resurgiendo la luz y la esperanza de tal manera que consigue llegarnos al alma. Los efectos especiales todavía resultan convincentes… y las actuaciones son encantadoras, logrando a cabalidad ese atractivo ambiente de época que ahora miramos con cierta añoranza.

Se falla un poco en el maquillaje de Reginald Owen (Scrooge), pero, de resto, Gene Lockhart (Bob), Kathleen Lockhart (su esposa también en la vida real), Barry Mackay (el sobrino Fred) y Lynne Carver (Bess), entre otros, resultan encantadores, y la historia deja una sensación de despertar que agradeceremos el resto de nuestras vidas.

Título para Latinoamérica: CUENTO DE NAVIDAD
Luis Guillermo Cardona
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27 de diciembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una gran adaptación desde la novela original de Charles Dickens tantas veces versionada.
Aquí aparece muy fluida, natural, no teatrera; en un bello blanco y negro muy nítido, agradable en su pronunciación en inglés original, con bien puestos subtítulos en castellano.
Convincentes actuaciones, particularmente de Reginald Owen como Scrooge y de Barry MacKay como su sobrino Fred. Muy bien lograda la forma de expresión del director de la película Edwin L. Marin respecto a los momentum evolutivos.
Preciosas las interpretaciones musicales evangelizadoras.

Faltan algunos personajes y situaciones de contexto, que están en la novela y en cada película, cual hijas adoptivas, y que conforman un complemento para un mayor aprecio del mensaje evangélico.
Sin embargo, esta adaptación es redonda en su síntesis y simplicidad magistrales.
Matrimonio Andrés y Sol... +
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Andrés González Schain
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8 de enero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Debe de ser tan difícil realizar una adaptación de "A Christmas Carol" de Charles Dickens! Quiero decir una buena adaptación, fiel al texto, pero que sobresalga de entre las anteriores incontables versiones. Y además lo más importante, que transmita algo. Pues esta versión lo consigue.
Tenía mis dudas sobre si merecía la pena ver una nueva versión, (y además del año 1938!), pero realmente vale la pena, pues la película codensa en poco tiempo y de manera brillante la obra de Dickens. La ambientación es muy buena y las interpretaciones son magníficas, porque transmiten fuerza y convicción. Esta película proyecta una ilusión y una alegría navideña que ojalá tuvieran las películas actuales. Se nota mucho cuando alguien cree en un proyecto o cuando el proyecto sólo tiene un interés económico sin la intención de aportar nada positivo al espectador. Esta entrañable versión del clásico de Dickens bien merece ser tenida en cuenta al menos durante las navidades, y si es posible durante todo el año, por la frescura de las interpretaciones y por la alegría que transmite, que nos hacen ser mejores, al menos por un rato.
Scott
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29 de diciembre de 2023
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350/23(25/12/23) Con motivo de estas fechas navideñas me he visto una versión del relato más popular enmarcado en estas fechas, el clásico de Charles Dickens, “A Christmas Carol” de 1843, una de las historias más llevadas al cine y tv. Esta de 1938 producida por la MGM y dirigida por Edwin L. Marin es buena en su capacidad de síntesis que la hace con un ritmo trepidante, gracias a sus 69 minutos de metraje, donde el guion de Hugo Butler (“Edison, el hombre” o “El merodeador”; En la década de los 50 estuvo en la hedionda Lista Negra de Hollywood, debiendo de trabajar con seudónimo o con una ‘tapadera’, Para huir de la Luz de Gas del cine USA se instaló tiempo en México, dónde trabajó con Luis Buñuel en guiones como “Robinson Crusoe” o “La joven”) tiene la capacidad de condensar lo mejor del cuento para hacerlo ágil y encantador como film familiar muy bonito de ver (aunque faltan algunos personajes y situaciones de contexto, que están en la novela), sin querer meter nada de los márgenes, no desea innovar, emite con diáfano sentido sus mensajes en favor de la solidaridad, la generosidad, la familia como motor de vida.

Posee una ambientación preciosa en su traslación al espectador de ese Londres victoriano cubierto de nieve, donde se respira frio en sus calles, calidez espiritual en la Iglesia (precioso el “Adestes Fideles” que oímos), hay una hábil presentación de personajes, dejando que de los últimos sea el protagonista Scrooge. Del que se va haciendo una semblanza de sus ‘bondades’ de avaricia, adustez, egoísmo, el temor que infunde, hasta que aparece en la figura de Reginald Owen (Lionel Barrymore era originalmente el destinado a embestir el rol, se vio obligado a abandonar la película debido a su artritis, recomendando él mismo a Owen), y su actuación es muy buena (a pesar de su maquillaje un tanto exagerado), expresando de maravilla su arco de desarrollo, con un primer tramo arrollador en su acidez de cascarrabias, para en la noche de autos (de fantasmas bien expuestos con efectos especiales) ir evolucionando a cada visión con los espíritus, con esas miradas a través de cristales (donde observa bonitos cuadros navideños que lo conmueven) que muestran su metamorfosis y que cala en el espectador. Todo ello adornado por actuaciones secundarias que dan vigor al minutaje. Y por supuesto, dosis de humor agradable, como son las secuencias de patinaje sobre hielo callejero.

En vísperas de Navidad en el Londres victoriano del SXIX, Fred (buen Barry MacKay) resbala sobre el hielo en una acera. Conoce a Peter y Tim Cratchit (tierno Terry Kilburn), hijos de Bob Cratchit (buen Gen Lockhart) quien es empleado de su tío Ebenezer (Owen). Cuando Fred revela quién es, los chicos se alejan aterrorizados. Fred llega a la oficina de su tío materno, Ebenezer Scrooge. Después de rechazar una invitación de su sobrino para cenar con él en Navidad, Scrooge rechaza a dos caballeros que recaudan dinero para caridad. Esa noche Scrooge, a regañadientes, le permite a su empleado Bob Cratchit disfrutar de la Navidad, pero le ordena que trabaje al día siguiente. Más tarde, Bob golpea accidentalmente el sombrero de Scrooge con una bola de nieve. Scrooge despide a Bob y retiene el salario de una semana como compensación por su sombrero arruinado, además de exigirle un chelín para compensar la diferencia. Bob gasta lo que le queda de su salario en la cena de Navidad de su familia. En su casa, Scrooge es visitado por el fantasma de su socio fallecido, Jacob Marley (Leo G. Carroll), le advierte a Scrooge que se arrepienta de sus costumbres malvadas o será condenado en el más allá como lo fue Marley. Él le dice a Scrooge que será visitado por tres espíritus, Las Navidades Pasadas (Ann Rutherford), La Navidad Presente (Lionel Braham) y La Navidad Futura (D’Arcy Corrigan).

Las visitas de los Espíritus Navideños resultan fluidas orgánicamente para hacernos ver la travesía emocional del protagonista, un crescendo dramático, que nos lleva a su catárquico final, que sin sorprender, si consigue sacarte una mueca d eplacer y regocijo en su moraleja de que todos podemos cambiar (y has a mejor).

Parte del éxito se consigue mediante el clima familiar que se crea en el hogar Cratchit se respira calor humano, cariño, dulzura, alegría de vivir, sin sentimentalismos. Ello seguramente en gran medida gracias a que la esposa de Bob es en realidad su esposa Kathleen Lockhart, pero es que además la hija adolescente del matrimonio Cratchit, es encarnada por la verdadera hija de ambos, June Lockhart, esa cercanía y naturalidad se respira.
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TOM REGAN
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