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Pasión salvaje

Drama Durante una travesía en barco por aguas africanas, un tosco fogonero se enamora de una refinada pasajera, que se aprovechará de su pasión para librarse de las proposiciones de sus compañeros de viaje. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
26 de abril de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobrio e intenso largometraje que cuenta lo que quiere contar aunque a veces le falla el pulso narrativo y por eso el argumento puede parecer forzado y algo disperso.
Pero hay que reconocer que la película mantiene de forma permanente un punto de interés, de agudeza y de intriga gracias a su notable carga psicológica y al duelo de contrastes que se dirime en pantalla.
Magnífico W. Bendix y precisa, en su controvertido papel, S. Hayward.

La película deja un regusto amargo y no puede ser de otra forma porque la acción se desarrolla, sobre todo, entre densa bruma marina, carbón de la sala de máquinas y tipos atrabiliarios.
Pero siempre resulta más positivo recordar que también encierra un poso de esperanza.
ABSENTA
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17 de noviembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un viaje en un barco mercante de Lisboa a Nueva York (y no en una travesía por aguas africanas, como dice la sinopsis de la ficha, sin duda escrita por alguien que no había visto nunca esta película), en plena Segunda Guerra Mundial, una millonaria bastante egoísta (Susan Hayward) conoce de forma puntual y accidental a un fornido fogonero de carácter violento y obsesivo (William Bendix), al que insulta, llamándole simio peludo, lo que provocará una extraña crisis en el fogonero.

Éste es el argumento, resumido, de "Pasión salvaje", un extrañísimo drama con cierto componente social, que enlaza dos personajes antitéticos (Bendix y Hayward) en un encuentro casual y en una especie de hechizo de repulsión y atracción que hubiera sido muy interesante, de haber sido más desarrollado, pero que por desgracia apenas es hecho explícito. De hecho, parece como si la censura de la época hiciera que lo que no podía decir o hacer explícito el guión, con sus diálogos, lo expresara Susan Hayward con su rostro, al ver a William Bendix en la sala de calderas, o en su propio apartamento, en un intento de asesinato que luego parece un intento de violación, y que finalmente se queda en nada: Bendix hace a Hayward, o intenta hacer a Hayward, lo que el personaje de John Loder, enamorado de ella, pero rechazado por ella, no se atreve a hacer justo antes. La mala interpretada por Hayward desarrolla más que un sentimiento de rechazo en el espectador: me atrevería a decir que genera una pulsión sádica. Este deseo de sugerir sin mostrar se aprecia también en una escena como la del baño en la bañera de Susan Hayward, genial en su papel de coqueta egocéntrica, en uno de sus primeros papeles protagonistas.

Esta película viene a ser una revisitación o una reinterpretación de "King Kong" (1933), de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack. Para mí es una película candidata a film de culto, por los primeros planos de dos actores tan buenos y peculiares como Bendix y Hayward, por la visita de Bendix al gorila enjaulado, por la extrañeza que producen algunos diálogos y algunos planos, por los apuntes sociales y los relativos al contexto de la época, etc.
Pedro Triguero_Lizana
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20 de noviembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé qué pensar de esta extrañísima película de Santell.
Es una adaptación de una obra de teatro de Eugene O´Neill, que incide en la lucha de clases y la explotación del hombre alienado por el feroz capitalismo y al que Santell parece añadir un componente sexual de atracción entre opuestos ciertamente perturbador, pero que desconcierta al espectador al no mostrarse más explícito.
William Bendix encarna a un fogonero que trabaja en las calderas de un carguero durante la II Guerra Mundial. Trabaja en un infierno, jamás ve la luz del sol, las llamas de las calderas achicharran su piel y el polvo del carbón envenena sus entrañas. Pero se siente contento. Él mueve ese carguero. Su situación y la de sus compañeros tiene una utilidad primordial en el funcionamiento de las cosas.
Susan Hayward es una joven perteneciente a la clase alta. Bella, hermosa, refinada. Totalmente consciente de su poder, manipula a todo el mundo a su antojo, de una forma despiadada, como si el mundo entero fueran satélites que debieran girar a su alrededor.
Durante un viaje de Lisboa a Nueva York, la dama insistirá en visitar la sala de calderas. Quiere echar un vistazo al infierno. Este encuentro entre los dos personajes provocará una terrible conmoción en sus ánimos que dará un giro inesperado en el film y propiciará una vuelta de tuerca muy interesante.
La película tiene escenas muy interesantes pero la narración resulta muy irregular. La presentación de Bendix, que trabaja muy bien, es perturbadora. Bruto, primitivo y salvaje, la humillación que recibe le hará tomar conciencia de su situación para rebelarse ante la clase alta.
Susan Hayward también trabaja muy bien. Es un personaje odioso, el pie que pisotea la dignidad del hombre, por eso el cariz de atracción a lo animal que parece le otorga Bendix a este film, hace que la película adquiera un sesgo muy especial, con escenas muy inquietantes y fascinantes en su segunda parte.
Lo malo es que parece que Bendix no ha podido ir más allá, quizás, a causa de la censura. Y se limita a apuntar en los fascinados rostros de los personajes estas pulsiones que las escenas no dejan entrever. Al final el espectador se queda desconcertado, buscando en su imaginación lo que el autor ha podido querer expresar.
Izeta
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19 de agosto de 2020
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No sé muy bien lo que nos quiere contar este director. Parece como si la censura le hubiera cortado parte de su guion. En todo caso la película tiene dos componentes.
Un viaje en barco en el que nos enseñan detalles de los pasajeros y tripulación y la otra, la que más impresiona, la sala de calderas que es lo hace navegar al barco. Cuando vi Be- Hur pensaba que no habría castigo más grande que remar en la galeras para que aquellas embarcaciones rularan, pero no, estaba equivocado. Es mucho peor esta versión de estos hombres echando carbón sin parar al fuego a paladas y al ritmo de los pitidos de uno, mucho más estresante que los mazazos sincronizados del elegido romano.
Además aquellos, aunque encadenados, iban sentados, estos de pie, y tragando toda la bazofia que desprende el carbón.
El encargado de todos ellos, un hombre mitad humano, mitad orangután, a quien se le ocurre medio enamorarse de una bella dama que por las cubiertas de arriba trae en jaque a medio barco masculino, y mujer que, sorprendentemente, siente una cierta atracción y a vez rechazo sobre aquel energúmeno casi humano.
Y este es la historia que a punto estuvo de llevarse una estatuilla por una banda sonora a la que no le he sacado ninguna virtud. Le doy un 4 porque tiene un punto de interés pero como película no tardaré mucho en olvidarla por completo.
Mag61
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